Un día, cuando tenía 8 años, le tocó guardar las ovejas de sus vecinos, "unas 300 o 400", en uno de los pastos comunales de su pueblo. De repente, aparecieron cuatro lobos, las acorralaron y se repartieron la matanza. 15 minutos después, el prado parecía una película gore, pero el pequeño Miguel Ángel no temió por su vida en ningún momento.
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