Los alrededores de la universidad de Suleimaniya parecen un desfile de la moda de primavera de cualquier ciudad europea. Las estudiantes lucen sus mejores galas y la mayor parte de ellas se olvida del velo, al menos durante un rato. Cruzan miradas coquetas con los chicos, que se les acercan de vez en cuando, con cautela, casi furtivamente. "Las clases son uno de los pocos momentos en que podemos estar con las chicas y hablar con ellas. Después es muy difícil", me dice uno de los alumnos... en fin, otro magnífico artículo de David Beriain
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