El ejercicio de la sexualidad entre los antiguos romanos solo tenía tres limitaciones: el adulterio, el incesto y el escándalo público. La homosexualidad entre hombres, libre del concepto de pecado que introdujo el cristianismo, no estaba mal vista en Roma. Era consentida para los varones que asumieran una actitud activa en las relaciones sexuales. El papel pasivo quedaba reservado para los esclavos o adolescentes. Eso sí, la sociedad romana despreciaba la pederastia y el lesbianismo fue considerado en Roma una aberración
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