Un estudio explica que estos grandes herbívoros digerían los alimentos gracias a una robusta microbiota y que su sustento lo obtenían de plantas procedentes a varios niveles por encima del suelo. El hallazgo confirma que se alimentaban exclusivamente de especies vegetales y que se adaptaban muy bien a los cambios de la flora. Las plantas de su interior estaban mordidas, pero no masticadas, lo que demuestra que procesaban los alimentos gracias a su flora intestinal y dependían en gran medida de la fermentación a través de bacterias.
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