La red eléctrica actual se diseñó para la generación centralizada de combustibles fósiles (centrales de carbón cerca de las ciudades, turbinas de gas que alimentan las cargas locales), no para los paneles solares dispersos y los parques eólicos marinos remotos que dominan el desarrollo moderno. El resultado es un desajuste físico y regulatorio: hay teravatios de electricidad limpia disponibles, pero a menudo se quedan estancados en los lugares donde se generan.
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