En las pocas veces que ella venía a Cagliari a verles, el lunes, cuando yo debía recogerles, no estaban en el punto de encuentro. Yo llamaba a la Policía y ya me conocían. Me decían: "Ah, sí, Arcuri: a tal hospital" o "a tal otro". Yo iba al hospital y el médico de turno me decía: "Los niños no tienen nada", y me los llevaba. Así todo el rato, para inventarse supuestos abusos.
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