Supongo que habréis experimentado esto en alguna ocasión, estáis tumbados en la playa o sentados en un chiringuito en pleno verano y os empieza a entrar una modorra que no es ni normal. Se podría pensar que de lo a gusto que se está entra sueño, pero lo cierto es que el Sol (o mejor dicho el calor) ejerce influencia neurológica directa.
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