Rusia ha sido el mejor ejemplo de que las previsiones de economistas y grandes instituciones son en muchos casos erráticas y equivocadas. Cuando comenzó la invasión de Rusia a Ucrania, los expertos se lanzaron a vaticinar una recesión del PIB ruso que podía llegar al 10% ante la histórica batería de sanciones implementadas por Occidente. Finalmente, el PIB ruso apenas sufrió una contracción del 2,1%, para crecer con intensidad en 2023 y 2024. Sin embargo, otra parte de esas previsiones sí podrían haber acertado, al menos, parcialmente.
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