Lo que sí sabemos es que cerca del 92% de participantes que ayudó en la limpieza tanto exterior como interior de la ceniza tenían niveles más altos de contaminantes en sangre. Además de la ceniza, otra de las consecuencias son los problemas de salud mental. Uno de ellos es el insomnio, más del 50% de las personas que vivían cerca del volcán reportaron problemas de insomnio. De hecho, algunas de ellas no se han desprendido de esta afección incluso después de que se apagara el volcán.
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A saber cómo están los de fuera comparado con los que entraban dentro por el uso de EPIs.
Los que vinieron de todo el mundo si es por una organización distinta a cruz roja o protección civil de su país se le haría lo mismo, a los espontáneos pues no. Algunos ayuntamientos tienen reconocimiento de ese voluntariado, no sé si se puede ir por ahí para un reconocimiento de los espontáneos.
A mí lo que me sorprende es que hubiera otro tanto por ciento de personas que no tuvieran insomnio viviendo cerca de un volcán en erupción. Debían de ser como el hombre aquel que decía eso “¡hay tiempo de comer!”
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Si sigo vivo es porque todavía no he ido al médico. Vas al médico, te echa Paracetamol, vienen los efectos secundarios y a tomar por culo.