En 1654, el físico, ingeniero, astrónomo y matemático Otto von Guericke acabó por obtener el reconocimiento que se merecía entre sus contemporáneos. Pero para su disgusto, ese reconocimiento no fue obtenido por sus progresos y estudios sobre la presión atmosférica, sino que fue aclamado por su magia.
|
etiquetas: anécdota , histórica