500 familias –entre cuyos miembros figuran numerosos ancianos, 200 niños y niñas, y bebés de tan sólo un mes– siguen sin alojamiento y viven en condiciones precarias en un terreno situado frente al lugar del que fueron desalojadas. No tienen comida ni mantas y padecen humedad y frío. Tras varios días de lluvias, el lugar se ha convertido en un autentico barrizal y las familias corren peligro de ser atacadas por las ratas y contraer enfermedades. Cincuenta agentes de policía se encuentran estacionados en los alrededores.
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