Con la salvedad de la mítica escena de 'Psicosis', en decenas de películas la ducha ha sido escenario de las secuencias más eróticas y complacientes del cine. En ellas el baño siempre tiene el tamaño adecuado, el suelo parece ser antideslizante y los protagonistas no se atragantan con el agua que cae de la 'cebolleta' mientras se besan apasionadamente. Pero en la vida real, ducharse en compañía no es tan fácil ni tan cómodo y eso lo saben muy bien los vascos.
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