Cuando el empresario canadiense Sam Ismail decidió visitar con su mujer y sus hijos a su familia en Ramala, pensó en hacer una ruta turística por Israel, como ya había hecho en ocasiones anteriors, alquilando un coche a una compañia israelí sabiendo que las matrículas de la Autoridad Palestina están prohibidas en Israel. Su enorme sorpresa fue llegar a la frontera para pasar a Israel con su familia y encontrarse que, desde Junio, los extranjeros que van a Palestina no pueden entrar en Israel.  
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