No hay nada que más ofenda a un patriota que le toques un pelo a su bandera y a su himno y que le subas los impuestos. Y no necesariamente por ese orden. Por eso los paraísos fiscales rebosan de patrióticos empresarios y deportistas multimillonarios que pasean con honor sus cuentas corrientes particulares y nuestros himnos y banderas por todo el planeta.
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