Comparando un grupo de personas de entre 20 y 35 años y otro de entre 60 y 75, mostraron que, luego de someterlos a estrés mecánico (exfoliación), la piel de los mayores se reparaba más lentamente que la piel joven: en la juventud, el pico de actividad genética se registró a las seis horas, mientras que en los más grandes se producía pasadas las 30 horas. En los jóvenes intervinieron 370 genes, mientras que en los mayores fueron 382 los que modificaron su nivel de expresión.
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