Hace 10 años | Por Shafo a maikelnai.elcomercio.es
Publicado hace 10 años por Shafo a maikelnai.elcomercio.es

Corría la década de 1760, y el bueno de Spallanzani descubrió el propósito del sexo realizando ropajes de tafetán, con los que vestía a ejemplares machos de ranas. Imaginamos que aquellos pantalones debían de dar un calor espantoso, pero las ranas machos hacían lo que podían con ellos puestos. Solo cuando los machos actuaban “despelotados”, los huevos se fertilizaban. El sentido común del buen párroco determinó que el semen de los machos era condición “sine qua non” para que los renacuajos vieran la luz.

Comentarios

D

¿En serio? o sea... ¿En serio?

D

Dios bendiga la ciencia.