El doctor Miguel Ángel Ibáñez no poseía el título de médico especialista en Psiquiatría. Pese a ello, tenía un contrato de trabajo como tal en la clínica Ginemedex de Madrid, propiedad del doctor Carlos Morín, y, desde el 1 de enero de 2006, era el encargado de firmar los informes preceptivos para que una mujer pudiese someterse posteriormente a un aborto amparado en uno de los supuestos legales.
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