Parece mentira, pero se puede hacer cine de género en España sin aspirar a competir con los norteamericanos ni caer en el sensacionalismo barato. Daniel Monzón lo lleva practicando, a la chita callando, desde su notable debut, «El corazón del guerrero», hasta esta «Celda 211» que está llamada a ser hito en un género, el carcelario, que apenas tiene tradición en nuestro país
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