Así como la dictadura quiso una cripta para encerrar a los muertos de la Guerra Civil y construyó el Valle de los Caídos, quiso también una cripta para los vivos y levantó la cárcel más grande de todo el siglo XX en España, la prisión de Carabanchel, en Madrid. El paralelismo no es casual: la vocación de grandeza del franquismo cristalizó en las dos colosales edificaciones y en ellas quiso dejar la impronta de su victoria. Hasta tal punto eran parejas ambas estructuras que el eje de simetría de la planta del penal estaba perfectamente alineado
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