El mundo del cine nos ha obsequiado en innumerables ocasiones con legendarias melodías, incrustadas profundamente en la memoria colectiva como si de una especie de disparo sónico se tratase. Sin embargo, en muchos casos, dentro de las propias películas hay canciones que al ser interpretadas por los propios actores llegan a convertirse en piezas de culto que ayudan a rematar el film, o incluso a ser lo único salvable de la cinta. Un ejemplo podría ser Malcolm McDowell, en la mítica película de Kubrick La Naranja Mecánica.
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