Y cayó, no fue a causa de su desempeño político ni porque el periodismo hiciera su trabajo, ni gracias a sus compañeros de partido, ni lo causaron tampoco sus enemigos fuera de él: si alguien tumbó a Íñigo fue el feminismo. Las feministas. El fuego lo prendió una denuncia anónima en la cuenta de una periodista, que, ésta sí, lleva años haciendo su trabajo, que es también su militancia, y su activismo, a pesar de un altísimo coste profesional y personal. Una denuncia que hablaba abiertamente de violencia sexual.
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