El hombre llamó al timbre, la mujer miró por la mirilla y no vio a nadie pero abrió la puerta tras escuchar ruidos y el intruso se coló en la casa. La propietaria salió despavorida hacia la calle y empezó a gritar. Mientras tanto, el individuo cerró la puerta. Desde el exterior los vecinos no daban crédito. La dueña y los curiosos que se asomaron a una ventana pudieron ver cómo el asaltante se paseaba con una bata de la señora, se preparaba con calma la cena y se sentaba en el sofá. La Policía detuvo al hombre en un amplio dispositivo.
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