El canciller Aleman Friedrich Merz convierte la reapertura de una sinagoga en un espectáculo de lágrimas, citando incluso a Hannah Arendt como si Alemania pudiera apropiarse de su lucidez crítica. El país aplaude con fervor, feliz de volver a mirarse al espejo de su “moralidad”. Pero mientras tanto, esas lágrimas caen sobre las fábricas alemanas que abastecen a Israel en su masacre de Gaza. Hablan de “Nunca Más” y repiten solemnemente la palabra Shoah, pero financian y legitiman otro genocidio en directo.
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Lo que pasa es que ahora mismo sus testaferros son bastante más subnormales que los anteriores. A conjunto con los jefes que tienen, claro.
Pero la situación no es muy diferente aquí, sólo un grado menos de subordinación (Sánchez se mueve tímidamente para emanciparse, y va a ver cómo le crecen los enanos por desviarse de la línea marcada por Washington).
Por cierto muy similar a lo que ocurre ahora mismo. Los alemanes en Namibia tuvieron su "7 de Octubre" cuando la gota colmo el vaso del abuso y la humillación y la respuesta como castigo colectivo alcanzo la cota de genocidio
en.wikipedia.org/wiki/Herero_and_Nama_genocide
Mira que esta vez lo tenían sencillo para estar en lado correcto, pero la cabra tira al monte.
Realmente, no creo que la sociedad alemana sea intrínsecamente criminal. Más bien creo que los alemanes, en general, carecen de una conciencia moral autónoma (por supuesto, no todos). Sencillamente, lo que el poder les marca como aceptable o deseable, lo aceptan de forma acrítica. Delegan en el poder político los juicios morales. En su cultura no se les supone ser capaces de emitir un juicio moral por sí mismos:
- aunque la tele me diga que está justificado, masacrar decenas de miles de civiles es una barbaridad.
Esto que para la mayoría de los españoles es tan sencillo como caminar, para el alemán medio es un imposible.