La generosidad mal entendida da trabajo. Y no es una forma de hablar. A cada prenda destrozada y a cada juego roto que llega a Cáritas, una voluntaria le dedica el tiempo necesario para saber si vale para dar a los necesitados o no. Y el 30% de la ropa que los coruñeses entregan a esta organización, sólo sirve para tirar.
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