¡Cuantos buenos ratos! Desde esos comienzos con un Nissan Primera, al que convertías en una bestia parda a base de pasarlo por el taller, a las licencias (y lo que sufría con las pruebas de slalom con conos). Un auténtico vendeconsolas
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¡Cuantos buenos ratos! Desde esos comienzos con un Nissan Primera, al que convertías en una bestia parda a base de pasarlo por el taller, a las licencias (y lo que sufría con las pruebas de slalom con conos). Un auténtico vendeconsolas