Publicado hace 13 años por --92973-- a avozdevilalba.blogspot.com

De entre los ocho goles de la Roja en el mundial que acaba de terminar, uno de mis preferidos fue el que marcó a Alemania Carles Puyol,el capitán del Barça(...)Puyol supo demostrar la concurrencia de que los futbolistas, pese al grado de aislamiento y concentración que requiere una competición de la envergadura de un Mundial, también están conectados con la realidad. Más, incluso, que algunos de los medios que retransmitieron con fidelidad el acontecimiento. O sino, ya me dirán como se explica la escasa repercusión que tuvo su gesto antitaurino

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D

Traducción (aproximada):
Tengo que reconocer que, de entre los ocho goles de la Roja en el mundial que acaba de terminar, uno de mis preferidos fue el que marcó a Alemania Carles Puyol, el capitán del Barça. Y no porque yo pueda tener algún tipo de preferencia por este equipo –lo cual, aunque así fuese, sería totalmente irrelevante-, sino porque, en su celebración, Puyol supo demostrar la concurrencia de que los futbolistas, pese al grado de aislamiento y concentración que requiere una competición de la envergadura de un Mundial, también están conectados con la realidad. Más, me atrevería a decir, que muchos de los aficcionados. Más, incluso, que algunos de los medios que retransmitieron con fidelidad el acontecimiento. O sino, ya me dirán como se explica la escasa repercusión que tuvo su gesto en homenaje a los antitaurinos –véase la foto que acompaña a este texto-, precisamente vísperas antes de que el Consejo de Garantías Estatutarias avalase por mayoría el texto, que irá a votación en el pleno del Parlament catalán el próximo 28 de julio, con el objetivo de aclarar si harán esa modificación de la Lei de Protección de los Animales segundo la cual poderían llegar a prohibirse las corridas en Cataluña.

Pero quizás fue mejor así. Al fin y al cabo el Mundial nos evitó hablar de tantas cosas que una mas tampoco importa. Quizás fue mejor no dar demasiada repercusión al asunto con el fin de no entubiarlo todo más aun, como suele suceder en un país tan exageradamente esclavo de la partitocracia e de la apocalípsis como este. Un país en el que se tiende a mezclar todo y cuanto se pude sin motivo aparente, pues cualquier tema de debate, del tipo que sea, termina convirtiéndose en un debate político –siempre en el peor sentido de la palabra- y uno no puede opinaar de casi nada sin que venga el santón de turno a adjudicarle una etiqueta o otra, a encajarlo en el compartimente estanco que su limitada visión de la realidad precisa para sentirse comodo y seguro. Por lo menos la Roja nos dio mas de una lección de profesionalidad y tolerancia en este sentido, pues en ella tienen cabida el antitaurino Puyol y un Vicente del Bosque admirador de Santiago Martín, ‘El Viti’, paradigma del torero que, como él mismo, conjuga el arte de su oficio con la sobriedad.

Con toda sinceridad, si nos dejamos guiar por el sentido común, y no por lo que dicten los líderes de un partido o de otro, no hay nada grave en que se sigan haciendo corriendo de toros en Cataluña. Otros problemas más graves habrá. Pero tampoco en que se prohiban. Ya se hizo en Canarias hace casi 20 años –en concreto, 1991- y nadie se escandalizó por ello, ni se atrevió a decir que los habitantes de las islas son menos españoles de lo que puedan ser los ‘godos’-con perdón-. Si el Parlamento Catalán decide aprobar la ley en la votación fijada para el 28, está en su pleno derecho. O por lo menos, eso es lo normal en democracia. (Sigue)

D

Por mi banda, no me considero a favor ni en contra de ese espectáculo. En realidad me resulta bastante indiferente, quizás porque provengo de un oscuro lugar del norte donde se le rinde culto a la tauromaquia. A menudo suelo resistirme a las frecuentes invitaciones que recibo de algunos amigos de otros puntos de la geografía peninsular moderada o exagerandamente aficcionados. Lo hago porque sospecho que me va a “encabronar”( ndt: lo siento, no encuentro la palabra adecuada) un espectáculo que encuentro bastante obsoleto, que veo como cosa de otra époco, como si fuera algo anacrónico, ya superado o abolido por el paso del tiempo. Quizás porque en el se ensalza toda esa mitología anticuada y mistificada de una masculinidad tan desfasada como cualquier otra moda del pasado. Y no me refiero solo a las modas indumentarias. Una mitología que, aún así, continúa subyacente –aunque afortunadamete cada vez menos- en determinados sectores de la sociedad y en la que se tiende a ensalzar a eses héroes inverosímiles y un tanto egocéntricos, adornados de una superioridad sin duda un tanto ridícula a los ojos del mundo actual, basado en los modelos de lo políticamente correecto y la metrosexualidad. Es esa misma mitología que reivindican como valor de lo masculino aún hoy algunas mujeres de rompe y rasga-nunca llegué a entender de todo la expresión-, mujeres que, por lo general, suelen ser bastante más machistas que muchos hombres. Es la misma mitología que, aún que en otro contexto pero con la misma esencia e intensidad, encontramos enquistada en todos eses fanáticos de las armas que pululan por Estados Unidos, como aquel Charlton Heston abusrdamente ridículo que retrató, no sin crueldad, el también bastante egocéntrico Michael Moore en aquella Bowling for Coulimbine, alegación cinematográfica contra la violencia donde las haya.

Cualquier persona que se tenga por mínimamente civilizada debería sentir la misma incomidad que imagino que yo mismo sentiría si asistiese a un espectáculo en el que no solo sufre un animal, sino que, al mismo tiempo un ser humano pone en peligro su vida con el único fin de entretener a un público ávido de emociones. O quizás no, porque los inviduos solemos ser poliédricos y demasiado complejos como para que se nos someta a un reduccionismo limitador. Y no voy a ser yo quien lo haga.

En cualquier caso, y puestos a escoger entre espectáculos de masas, prefiero quedarme con el fútbol. Por lo menos en el no hay tanta violencia –salvo cuando juega Holanda una final- y porque, como dice la sonada cita del entrenador Arrigo Sachi, erroneamente atribuída a Valdano, “ el fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes”.

trigonauta

No entiendo ese símbolo, ¿cruzar los dedos? Nunca lo había visto.

D

#3 yo tampoco a mi como si me dicen que es un simbolo en apoyo a las monjitas de clausura.