Las redes sociales y los intercambios de mensajes de texto sobre el escepticismo ante las vacunas se combinaron para agudizar esa angustia. Villasana-Espinoza, de 29 años, que vive en la zona de Atlanta y tiene una hija de 1 año, no se planteó ser madre mientras, a su alrededor, la gente abrazaba el escepticismo médico con nueva ferocidad.
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