"En el hospital nadie sabía qué le pasaba al niño ¡Imagínate cómo pasé yo esa noche! Mi bebé estaba en neonatos, yo estaba en planta, aún no lo había podido coger en brazos... Mi marido sí lo vio, se lo entregaron chorreando en sangre”, comenta Lidia Osorio, madre de un niño con Epidermólisis Bullosa (EB) distrófica recesiva.