Hoy es el Día del Orgullo Friki ('Geek Pride Day'), el Glorioso 25 de mayo o Día de las Lilas ('The Glorious Twenty-Fifth of May / Lilac Day', en homenaje a Terry Pratchett) y Día de la Toalla ('Towel Day', en homenaje a Douglas Adams); coincidiendo además con el 45º aniversario del lanzamiento de Tubular Bells (1973), 41º aniversario del estreno de Star Wars (1977), 38º aniversario (y 4 días) del estreno de El imperio contraataca (The Empire Strikes Back, 1980), 35º aniversario del estreno de El retorno del Jedi (Return of the Jedi, 1983); además de los cumpleaños de Magneto / Gandalf (Sir Ian McKellen, 79), Yoda (Frank Oz, 74), el 'Luthier' Marcos Mundstock (76), el co-director de la trilogía Regreso al futuro (Back to the Future, Bob Gale, 67), Frank Castle / The Punisher (Ray Stevenson, 54) y el Dr. Jonathan Crane / Scarecrow (Cillian Murphy, 42)... ¿Me dejo algo? ;-) :-D
Feliz Día del Orgullo Friki a todos.
La lucha contra la droga es un cúmulo de hipocresías. Desde su nacimiento hasta el presente, no encontramos más que verdades a medias, falsas intenciones y pretextos mal hilados para poder encerrar a un segmento determinado de la población.
Cuando en los años veinte se decidió penalizar la morfina y otras sustancias similares, el argumento publico fue la salud y el daño que estas sustancias causaban a la sociedad, justo después de que la Gran Guerra hubiese hecho drogadictos a millones de jóvenes europeos y norteamericanos.
La razón real, sin embargo, era más profunda y se expresa perfectamente en la frase de un político norteamericano del que ahora no recuerdo el nombre:
Si permitimos el tráfico y consumo de drogas, ¿los traficantes se convertiran en ciudadanos honrados? Hay un grupo social que siempre intentará vivir al margen de la ley, del beneficio que esa marginalidad les aporte. Los gangsters no dejaron de ser gangsters cuando se derogó la Ley Seca. Se pasaron a la extorsion, el juego y la prostitución. Dejémoslos pues que trafiquen con drogas y vayan a la cárcel por ello, o si no, se acabarán convirtiendo en secuestradores de niños. Porque trabajar honradamente no piensan hacerlo nunca.
Esa idea subyace aún en nuestras leyes penales. Nos importa un pimiento que trafiquen con marihuana, hachís o cocaína: mejor es tener pequeños camellos, que en el fondo no causan daño real, antes que grandes delincuentes, potencialmente peligrosos para la sociedad, porque los que viven de eso ni se plantean llevar una vida dentro de la ley.
Ignoro si están en lo cierto o no los que piensan de ese modo, pero está claro que el Estado no hace ningún esfuerzo real para comabatir las drogas. La mejor prueba son las cárceles: si dentro de un recinto cerrado, donde se supone que se controla cuidadosamente todo lo que entra, se sigue vendiendo y cosumiendo droga en cantidades apreciables, ¿cómo se puede esperar que se limite ese tráfico en las calles?
La mecánica es seguramente la misma, pero en las cárceles se nota más: los funcionarios se lucran haciendo la vista gorda, se mantiene el control sobre los presos, se mantiene tranquila a la gente y los consumiores pierden la capacidad de resistencia, así que todos contentos.
¿Y en a calle? No os engañéis. Sucede lo mismo. La policía se lucra haciendo la vista gorda cuando quiere, se mantiene el control sobre ciertos grupos y los consumidores pierden la capacidad de resistencia.
Nunca está de más echar un vistazo al microclima carcelario. Suele decirnos más cosas de las que pensamos y a veces más de las que quiséramos saber.
Cuando a las ocho menos cuarto llegué al vestíbulo de la Hofbräuhaus, no podía ya dudarse de la intención de nuestros adversarios. La sala se hallaba repleta y por eso la policía clausuró la entrada. Nuestros enemigos, que habían tenido buen cuidado de venir muy temprano, llenaban la sala, mientras que nuestros adeptos quedaron en su mayor parte fuera. El pequeño grupo de las S.A. esperaba en el vestíbulo y ordené formar a los cuarenta y seis hombres que la componían. Les dije a mis muchachos que seguramente aquella noche, por primera vez, tendrían que probar, a sangre y fuego, su fidelidad al movimiento y que ninguno de nosotros debería salir del local salvo que nos sacasen muertos; dije que yo personalmente quedaría en la sala y que jamás podría imaginar que uno solo de ellos fuese capaz de abandonarme; finalmente, subrayé que si viese que alguno se portaba como un cobarde yo mismo le arrancaría el brazalete y la insignia del partido. Luego les insté a reaccionar inmediatamente contra la menor tentativa de sabotaje, sin olvidar ni por un momento que la mejor forma de defensa es siempre el ataque.
La exclamación “¡Heil!” 8 pronunciada tres veces, más vigorosamente que nunca, fue la respuesta a mis palabras.
Una vez en la sala, puede apreciar la situación con mis propios ojos. Los concurrentes estaban apiñadamente sentados y me esperaban ya con penetrantes miradas. Infinidad de fisonomías llenas de odio se tornaban hacia mí, en tanto que otros me dirigían insultos seguidos de irónicas gesticulaciones. Estaban convencidos de su superioridad numérica y querían demostrarlo.
A pesar de todo, la asamblea fue inaugurada y empecé mi discurso.
Más o menos después de hora y media –había podido hablar durante ese tiempo no obstante las constantes interrupciones- un pequeño error psicológico que cometí al contestar una interrupción, y de lo cual yo mismo me di cuenta apenas hube respondido, dio ocasión a la señal de ataque.
Gritos furiosos y de repente un hombre que salta sobre una silla y exclama: “¡Libertad!” A la señal dada los “campeones” de la libertad comenzaron su obra.
Pocos instantes después dominaba en el local el bramido de una inmensa horda humana sobre la cual volaban cual descargas de obuses infinidad de vasos de cerveza, y en me dio de todo, el crujir de silletazos, vasos que se estrella, chillidos estridentes y silbatina.
El espectáculo era salvaje.
Yo quedé de pie en mi puesto y desde allí pude observar cómo todos mis muchachos cumplieron su deber admirablemente.
Apenas ha bía principiado la danza entraron mis “hombres de asalto”, como desde entonces les llamé. Cual lobos, en grupos de ocho o diez, caían sucesivamente sobre sus adversarios y poco a poco fueron éstos arrollados y echados del recinto. No habían transcurrido cinco minutos cuando vi que casi todos los míos sangraban y estaban heridos. A cuántos de ellos me fue dado conocerles precisamente entonces. A la cabeza, mi bravo Maurice, además, mi actual secretario privado Hess y muchos otros que, aun gravemente heridos, atacaban siempre de nuevo mientras podían mantenerse en pie. En uno de los rincones, al fondo de la sala, quedaba todavía un considerable bloque de adversarios que oponía tenaz resistencia. Inesperadamente detonaron dos tiros de revólver disparados desde la entrada de la sala, y con esto se inició un tremendo tiroteo. A partir de este momento era imposible precisar de donde venían los disparos, pero una cosa pude establecer claramente: desde aquel instante el ardor combativo de mis muchachos sangrantes había llegado al paroxismo, acabando por arrojar de la sala vencidos a los últimos perturbadores.Pasaron aproximadamente veinticinco minutos. En la sala parecía como si hubiese estallado una granada. Muchos de mis correligionarios heridos, fueron curados de urgencia, otros fueron transportados por la ambulancia, pero a pesar de todo habíamos quedado dueños de la situación. Hermann Esser, que aquella noche presidía la reunión, declaró: “La asamblea continúa. La palabra la tiene el conferenciante” Y continué hablando.
Ya habíamos clausurado la reunión cuando entró de prisa y muy excitado un oficial de policía, moviendo nerviosamente los brazos y gritando: “La asamblea queda disuelta”.
Sin querer tuve que reírme, ante semejante alarde auténticamente policíaco.
Realmente, mucho habíamos aprendido aquella noche y nuestros adversarios mismos no olvidaron jamás la lección recibida.
De vez en cuando aparece en este medio ola de republicanismo exaltado explicándonos que tenemos que acabar con la figura del Rey para conseguir una sociedad de ciudadanos libres e iguales. La idea suena bien: atractiva, moderna, éticamente irreprochable.
El problema, para mí, es que veo quién la apoya y no me la termino de creer, unas veces porque sospecho que para muchos la palabra República es equivalente a República Socialista, y otras porque veo que los mismos que la defienden apoyan también otros anacronismos, como los derechos históricos, los fueros, etc.
Así que en vez de debatir a ciegas, se me ha ocurrido preguntarlo en un artículo para abrir el debate a los republicanos, y saber quiénes son esos republicanos y qué nos ofrecen en realidad.
Hablemos claro, amigos. Cuando decís que la República sería una sociedad de ciudadanos libres e iguales me estáis diciendo que eso supondría el fin de los fueros? ¿Me decís de veras que todos seríamos libres e iguales, sin hechos diferenciales, sin distintas prerrogativas ni distintas competencias? ¿Me habláis de una España donde todas las nacionalidades , o comunidades, tuviesen los mimos derechos, obligaciones y competencias autonómicas?
¿Es eso o es un pretexto más para disgregar, eliminar instituciones comunes y que cada cual, a los cuatro días se vaya por su lado? ¿Es eso, o mis "derechos históricos" no se tocan?
A una República donde cada cual pudiese pensar lo que quisiera, con una Constitución abierta, laica e igualitaria nos apuntaríamos muchos, pero a lo otro, a lo mejor no tantos, porque lo veríamos como un instrumento para unos fines determinados.
¿Seríais tan amables los republicanos de Menéame de explicar este punto?
Es duro vivir sin un objetivo, sin una esperanza de que la vida se convierta de algún modo en vocación o en destino. Es duro ver pasar el tiempo y sentir que tu existencia transcurre sin que puedas llevar otra cuenta que la de los días y los años, pero nunca de los hechos, de los logros, o de las satisfacciones.
Pero encontrar un destino puede a veces ser peor. Los que encuentran un destino son una especie peculiar de narcisistas que en vez de enamorarse de sí mismos se enamoran de ese destino que vendrá a darles sentido.
Porque entonces su vida se independiza de ellos y comienza a tener sus propios intereses, los que convienen al destino, y a tomar decisiones que perjudican al individuo pero son elegidos por ese poderoso destino.
Y tu destino es un cabrón que te lo pide todo pero no tiene la menor intención de mover un dedo por ti. Como tu vocación. Utilizan tu salud, tu energía y tus ganas de luchar para engrandecerse por su cuenta, pero no se preocupan de si duermes, de si comes ni de si eres feliz. Te exigen que viajes, que trabajes catorce horas, que te enfrentes a peligros e incomodidades, pero les da soberanamente igual si te deja tu pareja o, te apedrean o enfermas.
Las personas que tienen un destino se sienten responsables de él, pero el destino no se siente en absoluto responsable de ellas. Y las adorna con baratijas de vanidad hasta escupir su carcasa, como una araña con el insecto que ha caído en su tela.
Y sien embargo, ¿quién querría rumiar su vida en tres estómagos de indiferencia?
Los títulos se multiplican. Los másteres crecen de forma exponencial.
El conocimiento también crece, pero no al mismo ritmo, ni al mismo ritmo tampoco aumenta la necesidad de especialización en los empleos disponibles. Pero da igual: ni los fines son lo que eran, ni los medios pueden limitarse a tan estrecho límite.
La enorme proliferación de títulos, ramas, subramas y arbustillos que nos acosa desde las universidades y centros de estudios, obedece en realidad a otra cosa: la necesidad de emitir títulos a la carta para que, igualmente a la carta, se pueda enchufar a quien te dé la gana, justificándolo en la mayor adaptación curricular al perfil laboral. Estamos ante la apoteosis del postureo académico.
La idea es simple: quieres sacar una plaza pública de algo, o una privada pero con aparente transparencia, y quieres dársela al sobrino del banquero que te va a firmar el crédito. Puedes hacerlo porque sí, arriesgándote a que alguien te demande, o arme un buen lío, o valorar el máster en cinemática textil (hacer calceta) con tres puntos, frente a los dos que vale un premio Nobel. Así surgirá el máster en cinemática textil, que ofrece tu propia empresa a través de una Fundación, y al que acudirán veinte mastuerzos desesperados, el sobrino del banquero elegido de antemano, y ocho vividores que se apuntan a esas cosas porque sus padres se lo pagan y prefieren no salirse del circuito formativo, de la vida de estudiante, porque es donde mejor se vive cuando tienes los gastos pagados.
En las universidades es muy típico y las propias universidades ofrecen los cursos. En los periódicos y medios de comunicación afines, ya es la monda. La banca se ha subido poco a poco a ese carro, mientras multiplica sus EREs.
Sólo nos falta el Estado dando cursos de pago para opositores. Y apuntad esa idea, porque sería genial y reduciría el déficit: quien quiera opositar, que hago dos años de máster en Opositología y Empleología pública. Se les cobrarían 10.000 al año y valdría tres puntos.
Sería redondo.
Alguna de las primeras dudas que me surgieron al recibir el primer sueldo fueron ¿cuánto debo ahorrar?, ¿cómo puedo ahorrar?. El sistema educativo español no enseña cultura financiera y los jóvenes salimos de la Universidad sin saber ni cómo, ni dónde, ni en qué invertir nuestro dinero.
Con esta falta de educación, la inversión queda reducida al pequeño porcentaje de la población que investiga por interés propio qué hacer con ese primer sueldo que ha conseguido.
Dependiendo de las opciones de vivir con nuestros padres o en otra comunidad autónoma, el primer gasto importante en el que se piensa es en la vivienda. Con el eterno debate sobre si es mejor comprar o alquilar, según una macroencuesta del Ayuntamiento de Madrid nos encontramos con un gasto medio de 700€ destinado al alquiler y 588€ en el caso de hipoteca.
Con un sueldo promedio de 1350€ para los jóvenes de entre 18 y 35 años, nos encontramos con un porcentaje de gasto en la vivienda de entre el 44% y el 52% para los madrileños.
Además, la encuesta del BBVA sobre las pensiones y los hábitos de ahorro en España, nos muestra que un 47% de jóvenes entre 18 y 35 años que consigue ahorrar una media de 213,5€ y 297,5€ para el caso de jóvenes de entre 26 y 35 años.
Estos números suponen un ahorro de 300€ en el mejor de los escenarios. Sigo leyendo y me encuentro con un artículo que explica que, con tal cantidad destinada al ahorro, estamos hablando de un acumulado de 272.000€ al llegar a los 65 años, asumiendo una tasa media anual de rentabilidad de nuestro dinero del 4%.
Uno puede llegar a pensar que no está mal esa cantidad como complemento a la jubilación. Así que te puedes poner contento y decidir invertir esos 300€ mensuales para llegar con un buen colchón a la edad adulta. Pero hay un problema cuando te pones a buscar, ¿dónde me dan ese 4%?
Así que te pones a buscar los posibles sitios para invertir tu dinero, y como en España no tenemos un perfil muy arriesgado, empiezas por depósitos y cuentas corrientes, y la realidad te echa un buen jarro de agua fría encima. Nos encontramos con una media de rentabilidad del 0.037% para depósitos y del 0.038% para cuentas corrientes.
Entonces piensas que por lo menos tendrás ahorrado tu dinero, aunque no ganes nada. Hasta que te da por pensar en la inflación. Buscas en google y ves inflaciones de entre el 1% y el 3%. Así que tu dinero cada año vale menos…necesitas una rentabilidad superior a la inflación para mantener tu poder adquisitivo a pesar de las políticas expansivas llevadas a cabo por los Bancos Centrales.
Uno empieza a preguntarse si realmente este sistema es justo o es que me están estafando. Pero con el mosqueo buscas rentabilidades más agresivas, y oyes hablar de los fondos de pensiones. Y piensas que todavía hay salvación, pero no. Aunque quieran vender buenas rentabilidades con estudios desde 2003, nos encontramos con realidades muy diferentes en los últimos años, con fondos de pensiones con rentabilidades por debajo del 1% o incluso en pérdidas.
Así que empiezas a pensar en echarlo todo a la ruleta como en “El jugador” de Dostoievsky y entiendes el auge de las casas de apuestas y el incremento del consumo en España. Y te enfadas un poco más.
Y al final descubres algo interesante, el Bitcoin, algo que podría solucionar parte de los problemas que has visto. Al principio lo lees con rechazo, pensando que se trata de un esquema Ponzi y que se trata de vendehúmos que quieren que pierdas tu dinero. Pero te entra curiosidad, y sigues leyendo.
Una nueva forma de dinero digital, descentralizada. Sin nadie al frente que pueda cambiar la cantidad existente, es decir, sin inflación.
Nada de tener que ir a una entidad bancaria a abrir una cuenta, sólo internet y pocos minutos. Trazable desde los orígenes y con ningún hackeo desde su creación.
Alguno podrá atacar diciendo que fue una burbuja que explotó a principio de 2018, pero que se lo pregunten a nuestros compatriotas los argentinos, que han visto perder más poder adquisitivo que todas las pérdidas del bitcoin acumuladas desde inicio. Además, parece bastante probable que este nuevo modelo de dinero se expanda para el resto de monedas si tenemos en cuenta el astronómico incremento de la inversión en blockchain, la tecnología detrás de Bitcoin, de las grandes compañías. Microsoft, Samsung, Google, o incluso JPMorgan Chase que era reacia hacia Bitcoin hasta hace poco, han incrementado en sus cuentas la inversión en proyectos blockchain. O el futuro lanzamiento de ETFs sobre criptomonedas o las inclusiones en el mundo de los activos digitales de grandes de las inversiones tradicionales como Fidelity o Bakkt.
Hay muchas razones sociales por las que creo en Bitcoin,. Porque quiero que mi dinero crezca, o que por lo menos se mantenga igual y no me estafen con un sistema dónde el pobre cada vez es más pobre y su dinero mengua. Porque prefiero que el dinero y el Estado se separen, y la economía sea colaborativa. Al igual que Internet revolucionó la manera en la que consumismos y vivimos, este experimento llamado Bitcoin puede revolucionar la economía y devolver el poder que nos han ido quitando poco a poco con los años.
“Sin la justicia, ¿qué serían en realidad los reinos sino bandas de ladrones?, ¿y qué son las bandas de ladrones si no pequeños reinos? […] Por ello, inteligente y veraz fue la respuesta dada a Alejandro Magno por un pirata que había caído en su poder, pues habiéndole preguntado el rey por qué infestaba el mar, con audaz libertad el pirata respondió: por el mismo motivo por el que tú infestas la tierra; pero ya que yo lo hago con un pequeño bajel me llaman ladrón, y a ti porque lo haces con formidables ejércitos, te llaman emperador.” (San Agustín, “La Ciudad de Dios”, 412-426 d.C.)
En el primer artículo de esta serie, “Teoría del Valor (I): Aristóteles”, destacamos como los primeros estudiosos de la economía centraron su interés sobre el tema del valor sólo en tanto este se relacionaba con la idea de justicia; la economía no pasaba de ser una parte del estudio de la moral y ética. Por otro lado definimos la diferencia entre valor de uso y valor de cambio, para finalizar viendo el concepto de valor para Aristóteles, pensador esencial y de gran influencia para el asunto que trataremos en esta tercera entrega: abordaremos el concepto de valor para el pensamiento cristiano mediaval, pensamiento que dominará occidente hasta la llegada del Renacimiento con sus profundos cambios en la concepción universal. Lo haremos en especial a través de las figuras de los doctos: San Agustín como primera gran referencia y los escolásticos europeos a continuación (San Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino, Scoto, San Bernardino). Dejaremos para un próximo artículo la escuela de Salamanca, de otra manera temo que este artículo pecará de largo.
.............................................................................
Es conocido que cualquier doctrina imperante tratará de subordinar a si misma todas la faceta de la vida. Es en la posibilidad del establecimiento y difusión de una moral y una ética determinada, es en la capacidad de conformar ese “común” a los diferentes individuos de un grupo, dónde se bate el triunfo o fracaso de esa doctrina; pues de la moral y la ética que se imponga nacerá nuestra idea de justicia, siendo su reflejo más directo la legislación y la economía. Si bien sabemos que las dinámicas de poder son semejantes a lo largo de la historia en lo básico, aquí una revisión materialista se hace necesaria, bien es cierto también que estas son compartidas por los individuos bajo una simbología y subjetividad .
San Agustín de Hipona.
A este respecto, el triunfo y llegada al poder del cristianismo primitivo supondrá profundos cambios en el pensamiento económico: en el acervo cristiano la felicidad no dependerá de lo terrenal sino de lo espiritual. El occidente conocido abrirá paso a esa extraña dualidad propia de las religiones espirituales: simbólicamente abandonará el culto a lo material, propio y publico en el pensamiento romano, mientras objetivamente seguirá aferrada a este; como decíamos más arriba quién establece la moral y la ética poco más debe hacer para imponer su doctrina. Y como la doctrina la imponen los doctos, nadie mejor que estudiar la enorme obra de San Agustín de Hipona (354 – 430 d.C.), primer gran filósofo del cristianismo, para entender las bases de la idea de valor cristiana.
San Agustín verá en el infinito apetito de riqueza y en la acumulación de propiedades un eterno conflicto con lo necesario para la salvación del alma cristiana. Sólo una correcta jerarquización de valores y principios morales sería así capaz de conciliar diferentes intereses contrapuestos en el intercambio; toda su obra económica girará entorno a esta idea; la siguiente cita sirve de resumen:
“El día fijado se reunió una gran multitud silenciosa y expectante, y se cuenta que les dijo: "Queréis comprar barato y vender caro". Aquel actor, bien como resultado de su propio examen o de observar la experiencia ajena, llegó a la conclusión de que el deseo de comprar barato y vender caro es muy común a todos los hombres [...]. Ciertamente es un vicio [...]. Yo mismo conozco a un hombre a quien se le ofreció un libro; vio que el vendedor desconocía su valor, y por eso pedía tan poco por él y, sin embargo, ese hombre dio al vendedor, ignorante como estaba, el justo precio, que era muchísimo mayor. Hemos conocido a personas que, movidas por motivos humanitarios, han vendido barato a sus conciudadanos trigo por el que habían pagado un alto precio.”
Dos puntos subyacen ya sólo de la lectura de esta cita:
1 – Qué para San Agustín existe una tendencia en los hombres a enriquecerse en base al aumento del valor de cambio para los capitales (“Queréis comprar barato y vender caro”). De nuevo, al igual que Aristóteles, nos encontramos con un pensador que no centrará su obra en la forma de cómo se producen los bienes y de cómo se da su distribución, sino que su preocupación será de carácter ético y moral. La posesión y uso de los bienes materiales es de segunda importancia respecto a las acciones morales, la posesión de los bienes al parecer no es el centro del problema sino el excesivo deseo de ellos. De hecho, la avaricia como “pecado capital” sería fijado por el asceta Evragio el Póntico en el S. IV (contemporáneo a San Agustín).
2 - Que hay implicita una noción “objetiva” del valor de cambio al afirmar: "[...] ese hombre dio al vendedor, ignorante como estaba, el justo precio, que era muchísimo mayor..[...]", pues sólo a partir de la objetividad en el valor de algo se puede decir que “existe un justo precio” (si para San Agustín el valor de cambio fuera subjetivo, ningún precio, ni bajo ni alto, sería injusto).
En la siguiente cita podemos observar como San Agustín describe el valor de uso, y como es en el valor de uso y no de cambio dónde acepta la subjetividad del valor:
“[...] cada cosa recibe un valor diferente proporcionado a su uso. Por esta razón, atribuimos más valor a algunos objetos insensibles que a otros sensibles. Tanto es así, que si de nosotros dependiera nos gustaría eliminar cosas vivientes del orden de la naturaleza, bien sea porque no sabemos qué lugar ocupan en el esquema de la naturaleza, o bien porque, si lo sabemos, las valoramos menos que a nuestra propia conveniencia. ¿Quién no prefiere tener pan en su casa en lugar de ratones, o dinero más que moscas? Pero, ¿por qué sorprendemos cuando en el valor que se asigna a los hombres mismos, cuya naturaleza es ciertamente de suprema dignidad, un caballo resulta con mucha frecuencia más caro que un esclavo o una joya más preciosa que una sirvienta? Puesto que cada hombre tiene el poder de formar su mente como desee, hay poco acuerdo entre la elección de un hombre que tiene necesidad de un objeto y del que ansía su posesión solamente por placer”.
Preocupación por la justicia en el intercambio, diferenciación entre valor de uso y de cambio, idea objetiva del valor de cambio y subjetiva del valor de uso... los paralelismos entre el pensamiento económico aristotelico y agustiniano son evidentes. Y de igual manera que el griego, San Agustín tampoco entrará a explicar como se establece el valor, como indicábamos con anterioridad la preocupación de San Agustín por el valor sólo existen en cuento roza esto con la moral y ética cristiana.
Los escolásticos
Cerca del año 1.300, el pensamiento cristiano avanzaría con las importantes contribuciones de los llamados escolásticos. Con Santo Tomás de Aquino a la cabeza se completaría la fundamentación feudalista, que llegaría hasta el nacimiento del mercantilismo alrededor del año 1.600. La economía feudal se caractarizaría por sus rasgos agrícolas dónde la “costumbre” jugaría un papel fundamental: la división social en siervos, terratenientes, realeza y clero. Ya que el derecho divino de propiedad recaía sobre el rey, y era este quién repartía la tierra entre nobleza y servidumbre, era necesario un “árbitro” que equilibrase el choque de intereses; es aquí dónde el trabajo de la iglesia a través de la escolástica cobra importancia en lo referente a la economía y la legislación: el poder evangelizador de la iglesia enseña que relevarse contra la autoridad ponía en peligro la salvación del alma. Los escolásticos fueron principalmente monjes que se dedicaron a escribir reglamentaciones coherentes con las doctrinas religiosas , y que por supuesto ordenarían el comportamiento económico, centrando principalmente su atención en la discusión sobre la propiedad privada, el precio justo por el intercambio y la usura. Para la escolástica sería de gran influencia el pensamiento aristotélico (dominicanos) y platónico (franciscanos), y mucho del trabajo de doctos como Santo Tomás de Aquino sería amoldar los textos bíblicos al pensamiento de estos dos griegos, pues ¿como justificar la existencia de propiedad privada, riqueza y ganancia económica con unos textos sagrados dónde se condena esa misma propiedad privada,la usura y dónde la propiedad comunal era el estilo de vida de Jesús y sus apóstoles? Vemos de nuevo como quién controla la moral y la ética de una sociedad controla la legislación y economía. Todo esto se entiende mejor si pensamos que el clero sería actor principal en la economía: el clero en su conjunto será el mayor terrateniente, y de hecho gracias a la formación de los clérigos sus tierras serían las mejor administradas.
San Alberto Magno.
San Alberto Magno (Alberto el Grande, 1193 – 1280 d.C.) perteneció a la orden dominicana y fue un gran estudioso del pensamiento aristotélico, siendo sus “comentarios” a las obras de Aristóteles uno de sus trabajos más destacados. No es así de extrañar que para San Alberto la idea del “justo precio” de Aristóteles fuera la correcta:
“Hay siempre un justo término medio entre el beneficio y la pérdida. Este término medio se conserva cuando en un contrato voluntario la situación antecedente es equivalente a la consecuente, es decir, antes y después del contrato. Una capa, por ejemplo, tenía antes del contrato un valor de cinco; si se recibieron cinco por ella, la situación consecuente al contrato es la misma que la antecedente. Nadie puede quejarse, por lo tanto, de haber sido perjudicado [...]. Tal cambio, sin embargo, no tiene lugar a través de una igualdad de las cosas intercambiadas, sino más bien de acuerdo con el valor de una cosa en proporción relativa al valor de la otra con la debida consideración de la necesidad que es la causa de la transacción.”
San Alberto añadirá a la visión aristotlélica un criterio para saber cómo determinar “el justo término medio” (el justo valor). La siguiente cita parece remitirnos al “costo de producción” como la medida que determinaría la “justicia en el intercambio”:
De acuerdo con este análisis, el carpintero debe recibir el producto del curtidor y, a su vez, dar a éste lo que conforme a un intercambio justo le pertenece [...], y cuando no se conserva esta igualdad no se mantiene la Comunidad. Verdaderamente, todo podría venirse abajo si el que hace un contrato por tantas mercancías de tal tipo no recibe una cantidad y calidad similar, ya que no se puede construir un Estado con un solo tipo de trabajadores. Por lo tanto, el cambio no se hace propiamente de modo absoluto, sino comparando su valor de acuerdo con su uso y necesidad: de otra forma no sería un intercambio.”
Un intercambio sería así “justo” siempre que el costo de producción de lo que se reciba compense el costo de producción de lo que se da; San Alberto encuentra en esta compensación la base del intercambio económico necesario para la creación y existencia de sociedades (“todo podría venirse abajo si el que hace un contrato por tantas mercancías de tal tipo no recibe una cantidad y calidad similar”). De nuevo emerge la idea de la existencia de “valor objetivo”. Por otro lado, notesé como en estas dos anteriores citas San Alberto introduce “la necesidad” como motivador del intercambio (podríamos de aquí entender que es la “necesidad de uso” lo que motiva el intercambio)... en cualquier caso tampoco nos explicará como se determina el valor y el precio de las mercancías, de nuevo para San Alberto el valor sólo es importante en cuanto este relacionado con la justicia.
Santo Tomás de Aquino.
Discípulo de San Alberto, Santo Tomás de Aquino (1.225 – 1.274 d.C.) tratará el tema del valor y precio principalmente en dos de sus obras,"Suma Teológica” y “Comentarios a la “Ética de Nicómaco” (la importancia de Aristóteles en su pensamiento queda así claro sólo al ver el título de esta obra). Santo Tomás intentará realizar un giro en el pensamiento cristiano de ascendencia agustiniana, tomando como objetivo explicar que la búsqueda del lucro, el cobro de interés y la propiedad privada no son incompatibles con la salvación, tal y como eran condenados hasta entonces por la iglesia. Para ello partirá de la cuestión de la “justicia en el intercambio”:
“Pues es preciso, para que haya una justa conmutación, que sean dados tantos pares de zapatos por una casa o por el alimento de un hombre, cuanto el constructor o el agricultor excede al zapatero en trabajo y gastos. Si esto no se observa no habrá conmutación de las cosas ni los hombres intercambiarán sus bienes entre sí [...] Por tanto si se encontrará una igualdad según proporción, de modo tal que se pongan por un lado tantos zapatos contra una casa (ya que muchos más gastos realiza el constructor al hacer una casa que el zapatero al hacer un par de zapatos) [...] si el agricultor diera un modio de trigo por un par de zapatos habría en la obra trabajo excesivo y habría también exceso de daño, porque querría dar más de lo que recibe.”
En línea con su maestro San Alberto, para Santo Tomás un intercambio justo será aquel que compense los costos de producción de la mercancía a intercambiar. De igual manera, Santo Tomás apoyaría una “teoría objetiva del valor de cambio”, ya que sólo a partir de la objetividad puede existir un valor de costo de producción que determine lo justo o injusto de un intercambio.
Una vez aclarado por Santo Tomás cuando un intercambio es justo, se preguntará si la ganancia económica a través del intercambio es justa, o en sus palabras “si puede alguien lícitamente vendar una cosa más cara de lo que vale”. Se pregunta si es licito vender un producto más caro de su costo de producción, distinguiendo dos tipos de comercio 1) natural o necesario, que es que aparece cuando una persona entrega algo que posee y no necesita (no tiene valor de uso para el individuo) a cambio de otra que necesite y 2) para obtener lucro, que aparece cuando se compran mercancías con el único objetivo de venderlas para obtener dinero (algo cercano al concepto de capital):
"[...] la segunda especie de cambio es la de dinero por dinero u objetos cualesquiera por dinero, no para subvenir a las necesidades de la vida, sino para obtener algún lucro, y este género de negociación es, propiamente hablando, el que corresponde a los comerciantes. Según Aristóteles, la primera especie de cambio es laudable, porque responde a una necesidad natural; mas la segunda es con justicia vituperada, ya que por su propia causa fomenta el afán de lucro que no conoce limites, sino que tiende al infinito. [...]"
Santo Tomás retoma y reconoce así la preocupación de San Agustín por el “infinito apetito de riqueza”, ¿como validaría entonces Santo Tomás esta tendencia al infinito lucro?:
[...] el lucro, que es el fin del tráfico mercantil, aunque en su esencia no entrañe algún elemento honesto o necesario, tampoco implica nada vicioso o contrario a la virtud. Por consiguiente, no hay obstáculo alguno a que este lucro sea ordenado a un fin necesario o aún honesto, y entonces la negociación resultará lícita. Así ocurre cuando un hombre destina el lucro que adquiere comerciando al sustento de su familia o también a socorrer a los necesitados, o cuando alguien se dedica al comercio para servir al interés público; esto es para que no falte a la vida de la patria las cosas necesarias, pues entonces no busca el lucro como un fin, sino como una remuneración de su trabajo”.
El lucro es justo o no según el fin para el que sea empleado. Encontramos así en la doctrina de Santo Tomás un profundo cambio en el ideareo económico cristiano, es a partir de aquí dónde nace esa necesidad, tan propia del cristianismo que conocemos hoy, de “publicitar la caridad”: la donación al necesitado, el mecenazgo a obras religiosas, la creación de hospitales de caridad y escuelas de pobres, etc... no son otra cosa que demostraciones necesarias (y muchas veces inconscientes) de aquellos cristianos que ostentan la riqueza con el fin de intentar mostrar “el buen fin de su lucro”... De nuevo vemos como quién controla la moral y la ética impone su doctrina a su interés, más allá de la literalidad de sus escritos.
Debemos de igual manera recordar que Santo Tomás no definirá que es “lucro” y qué no, de igual manera que no entraría a preguntarse como se determina el valor de algo.
Los escolásticos del S. XIII al XVI: John Duns Scoto y San Bernardino de Siena.
Son varias las aportaciones de interés que algunos escolásticos sumarían a la idea de valor a partir de la obra de Santo Tomás. A continuación trataremos, en forma muy breve el pensamiento económico de estos en cuanto al valor. Legitimar al comercio, el lucro y conceptualizar el “riesgo empresarial” serán nota común a todos ellos.
John Duns Scoto (1265 – 1308).
Profundizará en la doctrina de Santo Tomás y en la justificación del “lucro” en base a su fin. Elevará el trabajo del comerciante a necesario para la sociedad, a la vez que defenderá el aumento del valor de cambio para los capitales. Adelantará el concepto de “riesgo empresarial”:
“Además de las normas dadas anteriormente [las de San Agustín y Santo Tomás] sobre lo que es justo y lo que no lo es, yo añado otras dos. La primera es que el intercambio debe ser útil para la comunidad, y la segunda es que tal persona debe recibir en el intercambio una recompensa por su diligencia, prudencia, interés y riesgo. Esta segunda regla se deduce de que todo aquel que sirve a la comunidad honestamente debe vivir de trabajo. Pero el que almacena mercancías es también útil y necesario a la comunidad y debe, por lo tanto, vivir del producto de su trabajo. Y, por otro lado, un hombre puede vender su esfuerzo y su atención por un justo precio. Pero el hombre que transporta mercancías de un país a otro tiene que desplegar una gran actividad, ya que debe investigar los recursos y las necesidades del país. Por lo tanto, puede fijar un precio correspondiente a su trabajo que supere lo estrictamente necesario para su mantenimiento y el de aquellos que trabajan bajo sus órdenes, y también una cantidad que lo compense por el riesgo que corre; puesto que si transporta o custodia mercancías (en un almacén, por ejemplo), lo hace a su propio riesgo, y es justo que en virtud de ese riesgo esté titulado para recibir una recompensa. Y esto resulta especialmente cierto si de vez en cuando surge alguna pérdida, de la que no es en absoluto culpable, en este servicio a la comunidad; ya que un mercader dedicado al transporte pierde de tiempo en tiempo un barco cargado de porcelana fina, y el encargado de su custodia pierde ocasionalmente en un fuego accidental las valiosas mercancías que almacena para el uso de la comunidad. De estas dos condiciones, que son requisito de la justa transacción, se deduce, de modo evidente, que algunos reciben la denominación de negociantes en sentido vituperado: son aquellos que ni transportan ni almacenan, ni mejoran con su trabajo un artículo vendible, ni garantizan el valor de algún objeto de venta, o los que carecen del necesario conocimiento para poderlo valorar por sí mismos. Estas gentes, que tan sólo compran para vender inmediatamente bajo ninguna de las dos condiciones previamente expuestas, deberán ser eliminadas por la comunidad y exiliadas. Tales personas son denominadas regratiers por los franceses porque evitan el intercambio sin trabas de aquellos que desean comprar o realizar una transacción económica, y como resultado encarecen el precio de un artículo vendible y usable, tanto para el comprador como para el vendedor. De este modo, el contrato es defectuoso para ambas partes.”
Destaca la enérgica condena de Scoto a aquellos que no aportan valor a la transacción. A este respecto historiadores económicos como Raymond de Roover proponen a Scoto como el fundador de de la idea del “valor basado en la utilidad social”: el precio “justo” sería determinado por la necesidad y ausencia del producto en el mercado, algo diferente a la idea de “valor de costo de producción” propia de Santo Tomás. En cualquier caso esta interpretación sigue siendo muy debatida hoy en día, y no debería ser confundida con teorías de “valor de mercado”; los escolásticos siempre fueron partidarios de la fijación de precios por la realeza: la diferencia estriba en “qué” debería ser lo que el rey tendría que tener en cuenta para marcar el precio: el “costo de producción” o el de “utilidad o necesidad”.
San Bernardino de Siena (1380 – 1444).
El trabajo de San Bernardino en cuanto a la economía destaca por haber entendido las dinámicas del mercado que lo rodeaba, pudiendo así realizar una “sistematización” de la economía contemporánea a su vida. Su obra “Sobre los contratos y la usura (1433)” es en muchas ocasiones expuesta como una de las primeras obras con un claro espíritu “económico”: de nuevo la justificación del comercio, de la propiedad privada, del lucro y la condena a la usura continuarán con el trabajo emprendido por Santo Tomás de Aquino. En cuanto al valor y el precio, algunos historiadores económicos ven en la obra de San Bernardino uno de los primeros anticipos de la teoría de la “utilidad subjetiva del valor”. Detalla que el valor de un bien dependerá de tres factores:
1) “Virtuositas” o esencia que hace referencia a las características intrínsecas del bien.
2) “Raritas” o escasez: a mayor escasez de un bien mayor su será su valor.
3) “Complacibilitas”: su capacidad de satisfacer las necesidades humanas.
“Virtuositas” y “complacibilitas” merecen una pequeña reflexión, ya que se tratá de dos conceptos que anticipan lo que será a partir de mediados del S. XIX una de las batallas en el pensamiento económico de mayor calado en cuanto al valor. Para San Bernardino “virtuositas” hace referencia a una característica intrínseca del objeto, es algo que está en las cosas, y por tanto de un valor “objetivo”, mientras que con “complacibilitas” parece referirse al valor de uso de los bienes u acciones, que en algunos casos podría ser subjetivo.
Por otro lado “Raritas” adelantaría también las teorías autríacas jevonianas de la oferta, demanda y coste: el coste del trabajo, la habilidad necesaria y el riesgo tomado no afectan directamente al precio, pero sí a la oferta de la mercancía, por lo que los bienes u acciones que requieran mayor esfuerzo para ser producidas tenderán a ser más caros. Notesé como esta idea se aleja de las teorías de coste-valor para aproximar este valor a la oferta y demanda:
“El agua es generalmente barata donde es abundante. Pero puede ocurrir que en la montaña, o en otro lugar, el agua sea escasa, y no abundante. Puede muy bien ocurrir que el agua sea mucho más estimada que el oro, si el oro es más abundante en este lugar que el agua.”
En cuanto al precio dice San Bernardino:
“El precio justo [...] [será] la estimación hecha en común por todos los ciudadanos de una comunidad [y] el precio conforme a la estimación de la plaza; es decir, el valor de la cosa que se quiere vender, que comúnmente se estima en un determinado tiempo y lugar; y cuando un individuo transfiere mercancías de un sitito a otro, puede venderlas al precio de este lugar».
En línea con Scoto defenderá San Bernardino la idea del “valor como utilidad social”.
De la obra de San Bernardino algunos extraen que en cierta forma se acerca a una teoría de la utilidad marginal. Sin embargo, y siendo un escolástico, lo cierto es que estudiaba la formación de los precios para que los príncipes pudiesen fijar estos con más exactitud, aconsejando tener en cuenta los costos de producción y el grado de existencia de los bienes en el mercado.
..........................................................................................
La obra escolástica es enorme, y otros autores escolásticos de interés para el tema que nos ocupa pudieran ser "San Antonio de Florencia", "Johannes Buridanus" o " Pedro Juan de Olivi" entre otros, si bien debido a la limitación que un artículo de estas características exige hemos decidido no mencionarlos en detalle ya que parte de su pensamiento se recoge ya en los autores expuestos en más detalle. Dejamos al lector curioso que investigue si fuera su deseo.
En próximos artículos de esta serie trataremos la idea de valor para la "Escuela de Salamanca", el Renacimiento y el protestantismo.
..........................................................................................
Guía de artículos de esta serie:
“Teoría del Valor (I): Aristóteles”: destacamos como los primeros estudiosos de la economía centraron su interés sobre el tema del valor sólo en tanto este se relacionaba con la idea de justicia. Por otro lado definimos la diferencia entre valor de uso y valor de cambio, para finalizar viendo el concepto de valor para Aristóteles.
"Teoría del Valor (II): el valor, ¿objetivo o subjetivo?": Se presentan estas dos visiones sobre el valor contrapuestas y motivadoras del debate político- económico desde mediados del S, XIX.
"Teoría del Valor (III): cristianismo, medievo y escolástica": Se presenta la fundamentación económica propia del cristianismo y el feudalismo a partir de sus principales doctores.
Sin extenderme mucho, Greta menciono dos cosas que me impactaron mucho.
1: Estamos entrando en una fase de extinción masiva (la sexta en concreto)
2: Solo tenemos el 50% de probabilidades de revertir el proceso.
Me parecían unos argumentos tan fuertes que he tenido que comprobarlo, y lamentablemente tiene razón.
Es un mensaje importantísimo y gravisimo, ¿no creéis?
Fuentes:
Discurso: www.dw.com/es/greta-thunberg-a-la-onu-el-cambio-viene-les-guste-o-no/a
Punto 1: www.nature.com/articles/nature09678?fbclid=IwAR0-Pa_pdUSg4g7b77d5Ti_qL
A continuación me dispongo a contaros como es un día normal en mi vida viviendo en Barcelona. Seguramente habréis escuchado hablar sobre los problemas que hay en esta ciudad, así que seguramente no os sorprendáis. Debido a la situación, aún así, escribiré usando mi seudónimo y sin dar mucho detalle sobre mi vida privada, para que ellos no me encuentren.
Empieza el día con el almuédano llamando a la oración. Aunque vivo en China Town, cerca de la estación de autobuses, todavía puedo escuchar los cantos del salat que llegan desde la zona controlada por el Estado Islámico. Como una banda de percusión, se escuchan los ladridos de los perros al compás de cada subh, que se entremezclan entre sí creando una distorsión incomprensible.
El Raval - Septiembre, 2019
Desde mi balcón se puede ver gran parte de la ciudad ahogada en esteladas y pancartas contra los extranjeros; así es como llaman a los españoles que provienen de otra región del país. Últimamente han ido en incremento los ataques contra nosotros, y hemos tenido que empezar a reunirnos en secreto para poder hablar castellano. La semana pasada, mi vecino D.F. fue apuñalado quince veces por pedir "una barrita de pan" en un 365. Anteayer, entraron en casa de mi vecina L.G. y desvalijaron sus pertenencias.
Son las 8 de la mañana y me voy a trabajar; tengo una pequeña tienda de camisetas divertidas en el Born, justo al lado de una pizzería turca y una pulpería gallega, controlada por chinos. Atravieso la ciudad con cuidado, rodeado de marcas de disparos y restos de sangre. La noche anterior hubo otra batalla campal entre pakis y latinos por controlar la venta de speed, coca y cerveza.
A mi camino, veo gente con la estelada a sus espaldas, a gritos de “Visca Catalunya Lliure” y “Mort als espanyols”. Uno de ellos, al ver que yo no llevaba una, se acercó y me preguntó “per què no portes una bandera? Ets espanyol? Et mataré!” Entonces, empezó a gritar “Un espanyol! No deixeu que s’escapi!”.
Empecé a correr sin mirar atrás, perdiéndome entre la multitud de coreanos que esperaban para entrar al Starbucks. No puedo decir que sea algo nuevo para mí, pero todavía no logro acostumbrarme.
En ese mismo momento, veo en la distancia como otro grupo de catalanes propina una paliza a una pareja de ancianos salamantinos, al grito de “Catalunya per als catalans!”, mientras una pareja de mossos les rodea riendo entre ellos. Por su margen derecha, se acerca un taxi que saluda, con confianza, a los mossos. Estos le hacen una reverencia.
Llevo ya dos horas trabajando en mi tienda. Un grupo de independentistas de origen hindú entró en la tienda portando esteladas y pidiéndome el IRC o “Impost Revolucionari Català”, que es un 70% del beneficio total mensual. Aunque insisto en que necesito pagar el colegio de mis hijos y el alquiler, me pegan con la culata de su rifle y me dicen que si fuesen catalanes no les faltaría de nada; como son “escoria española”, se merecen morirse de hambre.
Es sólo otro día más en la Barcelona de Ada Colau, y ni siquiera ha terminado.
Charla aproximada del otro día con un colega guionista (aproximada, intento recordar los detalles, pero algo inventaré):
-Oye, XXXX, ¿qué pasa con la serie que está presentada en YYYY?
-Nada, que no dan luz verde porque dicen que tienen dos docenas iguales...
-Pero qué &%%$, es imposible... una serie de ciencia ficción en España, con temas candentes... ¡No me jodas! ¡Imposible!
-Ya. Pero dicen que tienen a unos tipos de Alemanía y de Reino Unido que tienen ahí material similar a “Real Humans”, ya sabes, la sueca...
-Sí, sí, ya, pero esto es otra cosa, desde el principio se dice que es una especie de Metrópolis con una forma actual de “lucha de clases”... moderna, con temas candentes... y comprometidos...
-Que pasan de un formato rodado en mitad de la nada...
-/&%&%$, es que es en una mina a cielo abierto... El resto, los interiores, en plató. El coste de rodar escenas en exteriores es mínimo tal y como lo hemos montado.
-Ya, pero que es cara.
-¿Cara? Venga ya, si hemos reducido el coste de casi todo... ya no hay coches autónomos, ni discotecas futuristas para los mineros del futuro... ni...
-Que sí, pero ZZZ ZZZ del departamento de análisis dice que faltan estrellas jóvenes... que hay demasiado actor viejuno...
-Venga ya... no me jorobes... la clave es usar actores de más de 40... porque le da credibilidad a la historia... gente perdida, agobiada en situaciones personales del futuro y que...
-Que quieren más gente de 20 y pocos...
-Jod... Pues... no sé... qué hacemos...
-Papelera.
-¿Qué?
-Que todo a la papelera y que buscan otra cosa...
-¿Pero el qué...?
-No sé, pero que cuando lo encuentren será eso.
-Vale. Ehm... Me voy a cagar en /&%%$$· y en &%$$&&& porque así no se puede... llevamos seis meses con esto... al milímetro hemos planificado toda la historia y planificado la segunda temporada. Hemos aportado hasta los estudios técnicos en los que se basa la historia... Y nos dijeron que estaban interesados.
-Más personajes veinteañeros y que pasen más cosas de sexo...
-Jod... que no hace falta...
-Díselo a ellos.
- /&&%%$$&//(&%%$$
A nuestro soldado se le ordenó formar en primera línea del pelotón de fusilamiento. Los amotinados solían ser castigados con el rigor de la bala: se estuviera enfrente o detrás de esta, la bala acabaría por llevarse lo que algún día se fue, severo era también ser castigado como verdugo. A ese último recuerdo de lo que aún era se quiso agarrar nuestro tembloroso soldado: recordaba con pesar aquellos días de fervor patriótico que llevaron a tantos jóvenes, almas como la suya y las que ahora tenía enfrente, a dejar sus trabajos y alistarse en una guerra que en vez de aventuras y heroicidad les regalaría barro, frío, trincheras y muerte, ¿estarían pensando lo mismo aquellos que ahora se encontraban al otro lado del fusil?...
La conocida como “Batalla de Somme” (julio-noviembre 1916) significó un antes y un después en el devenir de la aquella terrible I Guerra Mundial. Ideada en un primer momento por los ejércitos aliados Francés e Inglés como un movimiento de distracción con el objetivo de alejar parte de las fuerzas ofensivas alemanas, que por sorpresa habían atacado Verdún, Somme llegaría a superar sin embargo las bajas de esta, llegando a ser conocida como “La Tumba de Barro” y quedando para la historia como la batalla más sangrienta de esa guerra. El Ejército Aliado, obligado por las bajas del transcurso de la guerra a incorporar al frente tropas inexpertas, se enfrentaron con veteranos soldados alemanes. Más de 57.500 bajas, de estas más de 19.200 muertos, se contabilizaron en el bando Inglés, mientras el ejército Alemán sufriría también más de 8.000 bajas... en total más de 65.000 bajas, ¡sólo el primer día!. La batalla se alargaría más de cinco meses, con un saldo calculado de más de un millón de muertos.
Resulta aún complicado a los historiadores decidir quién fue el vencedor: la contraofensiva hizo retroceder al ejército alemán unos paupérrimos 8 Km. tras un ejemplarizante (según cuentan las crónicas militares) repliegue escalonado conocido como “Operación Alberich”. Además, como consecuencia de la Batalla de Somme, los alemanes construirían la "línea Hinderburg", el famoso complejo de fortines, trincheras y túneles en el que luego, pasada la guerra, se inspiraría el ejército francés para construir la también tristemente célebre "Línea Maginot", ese fracaso defensivo visto ya en la II Guerra Mundial.
En cualquier caso, cuando acabó la batalla, ambos bandos habían comprobado hasta que punto podía ser mortífera la guerra moderna de trincheras, si bien podemos asegurar ahora que no pareció hacerles cambiar de ideas. Altos oficiales franceses e ingleses (algunos de estos últimos aristócratas), ciegos en sus ambiciones, incapaces de entender que esa ya anticuada guerra decimonónica no tenía cabida ante el moderno armamento y ese oscuro "arte" de los nidos de ametralladora alemana, quisieron continuar una contraofensiva que ya para entonces había dado claros síntomas de rechazo por parte de las tropas.
De esta manera, el 16 de Abril de 1917, el ejército francés se dispuso a atacar esa fortalecida línea alemana Hinderburg de forma directa: lo que se dio a conocer como la “Ofensiva del General Nivelle” se vendió a la opinión francesa como una operación decisiva que acabaría rápido y de un golpe con el invasor; ya saben que política y guerra siempre van unidas. El plan era sencillo: atacar con 44 divisiones, unos 850.000 hombres, un saliente de la línea Hinderburg defendido por tan solo 9 divisiones alemanas.
Sin embargo muchos sabían de antemano, en especial oficiales de campo, que sería una nueva carnicería: atacar una línea tan bien fortificada de forma directa con un ejército desmotivado y aún recuperándose de Somme y Verdún era mandar, de nuevo, a miles y miles de almas a la muerte. Más aún cuando, llegado el día de iniciar las operaciones, un ejército alemán conocedor de los planes de Nivelle (aún se discute si los franceses cayeron en una trampa alemana) se retiraron atrás, al grueso de sus trincheras, devastando todo a su paso para evitar que los franceses encontraran refugio. Donde antes las 44 divisiones del ejército francés sorprenderían a 9 divisiones alemanas atrincheradas, ahora se enfrentarían a 43 divisiones perfectamente fortificadas, que además les esperaban pertrechadas tras sus ametralladoras.
Pero para el alto mando parece que la gloria valía más que la vida de esos hombres, Nivelle quería su batalla a toda costa. Si bien parece que existió alguna duda en proseguir o no con el ataque, al final el sí se impuso. Tal fue la soberbia del alto mando francés que ni siquiera aseguraron las necesarias provisiones, camas de hospital y demás necesidades básicas para el caso de que la batalla se alargara. Dos días calculo como necesarios el optimista general Nivelle para romper las defensas alemanas, la realidad es que terminado el cuarto día de batalla los alemanes apenas habían retrocedido, con un costo de más de 180.00 bajas para el ejército Francés.
Tras el fracaso de la batalla de "Chemin des Dames", catástrofe que daba al traste con la tan publicitada “Ofensiva de Nivelle”, el desanimo acabó invadiendo a miles de soldados del ejército francés, que se negarían a volver a las trincheras ante la evidencia de un nuevo alargamiento en el conflicto. Tres años ya de una cruenta guerra como jamás se había conocido, y las noticias de una revolución rusa bolchevique que gritaba a los soldados que ese conflicto solo defendía el interés de otros, hicieron mella en la infantería.
Si los motines ya aparecieron de manera manifiesta anteriormente, el asunto llegaría ahora a su punto álgido llegando a ser conocida esta parte del conflicto como “La Primavera de los Amotinados”. El 29 de abril, unos doscientos soldados del regimiento de Infantería Nº 20 rechazan volver a las trincheras tras participar en los combates de “Moronvilliers”. Este primer suceso sería duramente reprimido. Al contrario de lo que el mando francés esperaba con un castigo ejemplarizante, este no haría más que incentivar nuevos motines. Entre el 15 de mayo y el 15 de junio el movimiento es masivo: mas de dos centenas de acontecimientos distintos, dos tercios de las divisiones afectadas y de 30.000 a 40.000 soldados implicados. Deserciones, desobediencia individual o colectiva a las órdenes, manifestaciones, reparto de panfletos, enfrentamientos con los mandos y oficiales, amenazas de marchar sobre París... todo ello mezclado con un alcoholismo rampante en las trincheras. Miles de soldados franceses colocarían la bandera roja en sus puestos, y con el puño en alto cantarían “La Internacional” ante los ojos atónitos de sus mandos. Por otra parte la presión civil, con duras huelgas en la industria, desestabilizarían un ya de por sí frágil parlamento francés.
Un desacreditado general Nivelle sería sustituido por el luego jefe de estado de ese "Régimen de Vichy" general Pétain, que reprimió con violencia esta situación (unas quinientas condenas a muerte), si bien no tuvo más remedio que rebajar esa cifra y acceder a algunas de las peticiones de la tropa como permisos suplementarios, mejores raciones alimentarias, reemplazo de veteranos...
A nuestro soldado la vergüenza se le clavo como esa bala que salió de su fusil. Pudo comprobar que el dicho era cierto: solo para los fusilamientos la tropa se encuentra en formación antes de la hora.
Senderos de Gloria.
No permitáis que la ambición se burle del esfuerzo útil de ellos
De sus sencillas alegrías y oscuro destino
Ni que la grandeza escuche, con desdeñosa sonrisa
los cortos y sencillos hechos de los pobres.
El alarde de la heráldica, la pompa del poder y todo el esplendor, toda la abundancia que da, espera igual que lo hace la hora inevitable.
Los senderos de la gloria no conducen sino a la tumba”.
(Thomas Grey, "Elegía Sobre un Cementerio de Aldea", 1751)
Reconozco no ser un gran aficionado al cine. Ya desde pequeño me pareció que la mayoría de las películas pecaban de largas; supongo que algo tendrá que ver esa impaciencia de la que siempre mostré gala. Son pocos así los largometrajes donde realmente pueda encontrar ese gozo que se descubre al ser público de esa “representación de la virtud” que dicen es el arte. No deja de ser curioso (o tal vez no tanto) que, entre la filmografía que más me ilusiona, se encuentren dos películas del mismo director.
Cualquiera de esas terribles escenas anteriormente citadas de la I Guerra Mundial pueden servir de escenario para “Senderos de Gloria” (Kubrick, 1957). Adaptación al cine de la obra homónima de 1935 del novelista Humphrey Cobb, el libro se basaba en una noticia del "New York Times" publicada en 1934: las familias de cinco soldados (en algunos sitios leo cuatro) demandaban al gobierno francés por un fusilamiento injusto durante la I Guerra Mundial, tras amotinarse esos soldados luego de recibir las órdenes de capturar una posición militar imposible. La corte estimo el juicio militar como injusto, al descubrir que no se trató de ningún amotinamiento de esos soldados en concreto, sino de un escarmiento dónde esos pobres diablos fueron elegidos de forma arbitraria a modo de castigo para la tropa (el ejército francés y su ya larga tradición de escarmientos arbitrarios, ya conocerán algunos de ustedes el "Caso Dreyfus"). A dos de las familias les otorgaron un franco en compensación, a las demás nada. Cobb, veterano en esa I Guerra Mundial y conocedor de semejantes injusticias, escribió “Senderos de Gloria” furioso por esto. Tomaría el título para la novela del poema de Thomas Gray.
El hilo del filme será el espantoso presente y el desalentador futuro de unos hombres cuyas vidas se convirtieron, sin saberlo, en mercancía de intercambio para los egoístas intereses particulares del alto mando. Todo ello a través del pulso interno del protagonista, el Coronel Dax, interpretación magistral de un Kirk Douglas moviéndose entre la valentía, la indignación, la impotencia y la frialdad calculada hacía su tropa. Como escena clásica para la historia del cine (y suelo leer que en esta película hay unas cuantas) tenemos ese paseo por las trincheras durante el cual nuestro Coronel Dax pasa revista a esas tropas pendientes de saltar a morir: “¿Qué tal, soldado?, ¿dispuesto a matar alemanes?”. No puede decirles nada más, porque no sabe que más decirles a esos pobres hombres.
“Senderos de Gloria” fue censurada en gran parte de Europa, prohibido su visionado a los soldados norteamericanos en campaña. No fue estrenada en Francia hasta 1972 o en España hasta 1986, muchos años después de su estreno. Prueba todo esto de como esta película fue capaz de tocar en la llaga de estas terribles realidades de la guerra; no parece que Kubrick o Douglas estuvieran muy interesados en ser “políticamente correctos” o en el éxito comercial del trabajo (como curiosidad, parece ser que Douglas, aún siendo el productor y poniendo él la pasta, le dijo algo así a Kubrick como: “la película será un fracaso, pero tenemos que hacerla”).
Como les digo no soy un gran aficionado al cine. No les puedo hablar sobre ese gran trabajo de cámara del que leo que siempre hace gala Kubrick, sobre esos desplazamientos, planos secuencia, uso de claroscuros, concisión argumentativa en tres actos, de como la película se abre al género bélico a la vez que al judicial, etc... En esta ocasión para mí el disfrute es mayor al presentarme como un lego en la materia cada vez que vuelvo a visionar la obra:
Coronel Dax (CD.) - ¿Conoce usted el estado de mis hombres?
General Mireau (GM.) - Sí, naturalmente tendrán que morir algunos, muchos posiblemente…
CD.- ¿Ha calculado el porcentaje de bajas?
GM.- Sí, digamos que un 5% morirá en el primer envite, un cálculo muy generoso, otro 10% morirá en tierra de nadie y un 20% en las alambradas. Nos queda el 65% y con lo peor ya hecho. Pongamos que caiga otro 25% en la cumbre de la colina, aún continuaríamos con una fuerza más que suficiente para defenderla.
CD..- ¿Está diciendo que más de la mitad de mis hombres ha de morir?
GM.- Sí, es un precio terrible, coronel, pero tendremos la Colina.
CD..- ¿La "tendremos”, señor?
GM.- ¡Yo dependo de usted! ¡Toda Francia depende de usted!
CD.- No soy un toro, general, no me ponga la bandera de Francia delante para que envista.
GM.- ¡No compare la bandera de Francia con un capote de torero!
CD.- No he querido ser irrespetuoso con nuestra bandera, señor.
GM.- Quizás esté anticuada la idea de patriotismo, pero donde hay un patriota hay un hombre honrado…
CD.- No todos opinan así, el doctor Johnson decía algo muy distinto del patriotismo.
GM.- ¿Y se puede saber lo que decía?… ¿Quién era ese hombre?
CD.- Samuel Johnson, señor.
GM.- ¿Y qué tenía que decir ese tipo sobre el patriotismo?
CD.- Dijo que era el último refugio de los canallas.
Hace pocos días aquí en Menéame apareció enlace dónde se cuestionaba cuanto tiempo es necesario para olvidar un holocausto . Temo que menos de lo que a algunos nos gustaría. Ahora que aquí, ahí y más allá las banderas vuelven a servir de capotes en manos de algunos charlatanes, ahora que esos mismos escenifican con la debida foto en redes sociales su amor por los propios símbolos bélicos y “de orden”, ahora que hemos podido ver de nuevo las prácticas de tiro de alguno en camisa y tirantes, ahora que muchos rinden alabanzas a este patriotismo mal entendido, ahora pues es cuando películas como “Senderos de Gloria” deberían retomarse como respuesta.
Si no ha visto la película aún, no pierda la oportunidad, el final es una delicia y un canto de esperanza a eso lo que nos une.
Los senderos de gloria no conducen sino a la tumba.
Nota: Kirk Douglas falleció el pasado 5 de febrero a la edad de 103 años. Este es mi pequeño homenaje a su interpretación del "Coronel Dax" y a su valentía al producir esta maravilla del cine.
El humor es reir, reirse o hacer reir.
El humor siempre lleva un calcetín rojo y uno verde.
El humor es la patada en la boca a lo formal de lo cotidiano.
El humor crea situaciones nuevas de hechos cotidianos.
El humor es el óxido nitroso del dolor.
El humor es el desenlace inesperado que te hace reir.
El humor es el planteamiento, desenlace y nudo hecho con un corbatín de colores.
El humor no es más que reirnos de lo que pasa, de lo que no pasa y de lo podría pasar.
El humor es el antídoto del sentimentalismo mal entendido.
El humor es reir por no llorar.
El humor es pasión al momento.
El humor es "llega un hombre a un bar y le atiende un pingüino y..."
El humor es como el amor pero con hache.
Cada vez más oigo comentarios, no solo aquí, si no también en la calle o incluso en mi casa del tipo: el coronavirus solo es peligroso para los viejos.
Hace falta ser mala persona para considerar que como tú no perteneces a ese colectivo el tema te la bufa.
Me recuerda al VIH con los homosexuales, y porque no decirlo, a los judios con el holocausto. Como yo no lo soy pues me da igual.
Es posible que quien diga eso no tenga a nadie querido homosexual o judio, y lo que es seguro que es tan imbecil que no sabe que seguro que tiene a alguien querido mayor y que (espero que no) algún día llegara a viejo
Un ser humano es valioso porque es un ser humano o si no, pues tiramos al mar la declaración de los derechos humanos y tan tranquilos
Complementando los dos artículos escritos por los compañeros meneantes @PasaPollo y @Faramir, en los cuales dicen correctamente que no se pueden perseguir penalmente las mentiras porque vienen amparadas en la libertad de expresión y en la presunción de equívoco, propongo una idea para que pueda ser reglamentada e iniciar un debate:
El 1 de julio de 1993, el Consejo de Europa aprobó la Resolución 1003, en la cual recoge el Código Deontológico Periodístico y regulando el comportamiento de los informadores, con el objetivo de mejorar el tratamiento informativo de algunas de las cuestiones sociales de mayor actualidad. Algunos de los aspectos son:
Es obvio que hoy día no se cumplen algunos aspectos, ya sea por sensacionalismo y conseguir visitas rápidas en medios digitales, o por interés económico-ideológico para fomentar y publicitar un neoliberalismo sistémico que favorece a los dueños multimillonarios de los grupos de comunicación.
La ausencia de un organismo competente que sancione la falta de aplicación del Código Deontológico Periodístico, ha llevado a que la situación se haya descontrolado, y el público en general acabe más desinformado. Las asociaciones de periodistas no han resultado eficientes y, en algunos casos, sus comunicados han resultado ser más parcialmente políticos que defensores de la profesión periodística.
Por ello, propongo la creación de una Asociación de Periodistas de carácter estatal, donde los dirigentes sean escogidos por los mismos profesionales, y que dicha asociación tenga el poder, no de censurar, pero sí de declarar cual medio, ya sea prensa (papel y digital), televisión o radio, sigue a rajatabla el Código Deontológico.
Se puede crear una numeración en la cual el medio deberá ponerlo en portada para que el público sepa si este medio cumple con el código o puede engañar, ya sea de mala fe o no, en sus informaciones. Por ejemplo, el 1 para los que lo cumplen a rajatabla, el 2 donde haya medios que añaden opiniones, el 3 donde imponen un sesgo ideológico, el 4 donde tergiversan su información y el 5 para los peores.
De esta manera, no se censuraría a ningún medio, pero si se avisaría al público qué medio puede engañar, señalándolo y catalogándolo por los mismos miembros del gremio.
No es necesario prohibir. Sólo regular.
P.d.: Los bulos de redes sociales son ya más un problema de educación. Una población bien educada es más difícil de engañar y no cometen actos de fe para creer en una cadena de esas características.
Hace mucho tiempo que dejé de creer en la política. Me da igual de que lado, de qué color, de qué ideología. Está bastante bien reflejado en una imagen que vi hace tiempo pero que ahora no encuentro, de un número pintado en el suelo, y dos personas discutiendo si era un seis o un nueve, dependiendo desde dónde se viese. Hay quienes argumentan que lo correcto sería buscar a quien hubiera pintado el número y preguntarle qué número quería pintar.
Yo pienso que, por encima de todo ello, habría que encontrar a quien pintase el número y preguntarle por qué diablos lo ha hecho. Y por qué un 6 o un 9, y no un 7, o un 8.
Veo a mucha gente criticar a la derecha por hacer una oposición "desleal" al gobierno actual, restando apoyos en un momento donde el consenso debería ser la norma. Pero no faltan los reproches continuos al gobierno de derechas madrileño por sus recortes en la sanidad autonómica. Esa derecha que tilda las acciones del gobierno de irresponsables y homicidas, sin ser capaces de ver que las autonomías donde menos colapsados están los hospitales son algunas donde ha gobernado el mismo partido del gobierno central al que critican.
Me espanta ver que hay personas que, mientras normalmente apoyan la república, los sistemas federales y descentralizados, rechazando el supuesto patriotismo rancio de bandera y cabeza monolítica, parecen alegrarse de que los ciudadanos de otros países lo estén pasando mal porque sus gobiernos no han tomado las mismas acciones que el gobierno español.
Reconozco también que hay quienes van más allá, que en vez de señalar con el dedo a un posible culpable de la crisis, apunta al sistema que ha permitido que esta se diera. Es decir, que más que buscar la causa, busca el motivo. Cada uno tiene su opinión, pero comete un grave error si piensa que puede darla y al mismo tiempo desligarse de cualquier interés. Estas opiniones pueden calar en el resto si ese interés está bien afianzado en un motivo conciso y transparente. Si no, corre el riesgo de quedar reducido a mera propaganda. Que un enfermero que pertenezca a la estructura de Podemos ofrezca varias entrevistas en distintas televisiones criticando los recortes de cierto partido político y las consecuencias que están teniendo a la hora de afrontar esta crisis debería estar en un nivel diferente a unas declaraciones pasadas de un entrenador de fútbol fallecido estos días alabando los valores del socialismo. El problema es que, si tanto el que opina como el que lee o escucha la opinión, no mesura la pertinencia de la información, contribuye a que pierda relevancia. Y si no podemos hacer esto, mucho menos vamos a dejar de hacer caso a la información falsa.
Delante de mis ojos tengo una circular privada del jueves 5 de marzo del Ministerio del Interior, instruyendo a Instituciones Penitenciarias que valore la ampliación del número máximo de llamadas telefónicas que un preso puede hacer a la semana (se aprobó una ampliación de 10 a 15 llamadas), y de que se informara de ello a todos los Centros Penitenciarios para que modificaran el sistema informático de control de centralita y que dicha ampliación entrara en vigor la semana entrante, es decir, el lunes 9 de marzo de 2020.
Es decir, el Ministerio del Interior sabía con bastante anterioridad al anuncio del estado de alarma que era muy probable que las cosas se pusieran feas, y decidió ser precavido en un sector extremadamente sensible como es el de las prisiones.
Hoy todavía se sigue apuntando a las manifestaciones feministas del 8 de marzo como posible causa de la gran propagación del coronavirus en España, y muchos se preguntan si el gobierno no ha sido previsor, si es cierto que no había motivos en ese momento para cancelar las manifestaciones, como han dicho.
No hay que engañarse: el gobierno sabía perfectamente lo que podía ocurrir. La pregunta es por qué en el primer caso han sido han sido tan previsores, y en el segundo se han mostrado tan dubitativos hasta el punto de no hacer nada.
La respuesta es clara: porque en el primero, no tenían nada que perder, y en el segundo había muchas cosas en juego, y nunca se podría afirmar categóricamente que las manifestaciones fuesen la causa de la rápida propagación del virus. Y en ninguno de los dos casos se ha intentado velar por la vida.
Porque, ¿qué sentido tiene ampliar el número de llamadas telefónicas a los presos cuando aún no se habían paralizado las comunicaciones ni los permisos penitenciarios? Evitar un futuro conflicto. ¿Qué sentido tiene permitir manifestaciones masivas en un probable escenario de pandemia? Evitar un futuro conflicto.
El gobierno, este gobierno, ha hecho lo que todos los gobiernos de la historia, sean del color que sean, han hecho a lo largo de los años: protegerse a sí mismo, aunque para ello haya que sacrificar la protección del pueblo.
Quizá la cuestión no sea si la sanidad es mejor pública o privada, si entes abstractos como la Unión Europea tienen verdadera utilidad, si la crisis podría capearse mejor con unas políticas progresistas, liberales o conservadores. Quizá la cuestión es qué entendemos nosotros por gobierno, y cuál es el servicio que sus integrantes deberían dar a las personas.
¿Alguien recuerda el 15-M?
Continuando con el listado, o más bien censo, de las razones en uno y otro sentido que voy escuchando por ahí, paso ahora a enumerar las que aportan los partidarios de regresar cuanto antes a la actividad. Como en el caso anterior, no estoy de acuerdo con varias de ellas, pero no es de eso de lo que se trata. Aprovecho para dar las gracias a @Batko y @Gringogo por el empujón que me han dado para escribir esta lista.
Vamos allá:
(1) La gente tiene que comer. No todo el mundo pertenece a un sector que pueda teletrabajar o a uno donde el los ingresos están asegurados se trabaje o no. Para algunas personas, el virus es un problema o un riesgo menor, comparado con la indigencia o la destrucción de su plan de vida. Estas personas, por su situación, están dispuestas asumir otro nivel de riesgo, porque no asumirlo lleva a un daño cierto, conocido y presente. El listado y variedad de la gente que está en esta situación es demasiado variado como para abordarlo, y además soy poco amigo de particularismos.
(2) La salud física de la población se está yendo a la mierda. Sobrepeso, sedentarismos, y un largo etcétera de dolencias. No se trata de luchar contra la enfermedad, sino contra las enfermedades, y hay mucha gente que está viendo como su salud se deteriora a marchas forzadas, especialmente entre los que ya tenían dolencias previas. La lista de enfermedades que se agravan con la inactividad y el confinamiento es descomunal, y el número de personas que las padecen es también enorme.
(3) La salud mental de la población. En España, el número de suicidios es altísimo. El consumo de ansiolíticos y antidepresivos es realmente grande. El confinamiento daña a estas personas de un modo muy especial, y el alargamiento de la situación no hace sino empeorar, y mucho, la salud mental de toda la población en general y de estas personas en particular. La salud mental siempre ha sido arrinconada y no estamos ante una excepción.
(4) Daño a las empresas. Los empresarios, especialmente los exportadores, ven como sus clientes los están sustituyendo por empresas de países donde el confinamiento es menor. La cuota de mercado conseguida durante años desaparece a ojos vistas porque en otros países las cosas se gestionan de otro modo. Cada cliente que se marcha es posiblemente un cliente perdido, porque siente que lo has dejado tirado en el peor momento. Obviamente, estas empresas quieren volver a funcionar cuanto antes.
(5) Daño al patrimonio de todos. Los pueblos, las ciudades, los parques, los monumentos. Todo está sufriendo de la falta de mantenimiento y de lo necesarios cuidados. Eso no es de cuatro amigos: es nuestro, y se está perdiendo. Hay cosas que pueden esperar, pero otras, no tanto. ¿Tenéis una idea de cómo están las protectoras de animales en estos tiempos, por ejemplo? Pues me han contado historias de miedo. Lo mismo pasa con las maquinaria, empezando por nuestros coches. La maquinaria parada sufre daños. Los mantenimientos se están retrasando y con ellos, se reduce la seguridad y la duración de las máquinas. Es un daño económico y un peligro.
(6) Retroceso social y egoísmo. El confinamiento es un retroceso en la percepción de la sociedad. Es triste, pero los antisociales están ante su hora feliz. Los del refugio. Los acaparadores. Los del sálvese quien pueda. Los que decían que después de ellos, que viniera el diluvio y que había que prepararse para lo peor, y que dieran por culo al resto. El hecho de que estas personas vayan ganando ya es un problema en sí mismo y una razón para ponernos en marcha cuanto antes como sociedad, a pesar de los riesgos. Dejarles ganar la partida es un precedente perverso de consecuencias aún imprevisibles.
(7) Los malos hábitos. Si la cuarentena se prolonga, costará mucho tiempo y esfuerzo combatir los malos hábitos, tanto personales, laborales, sociales y económicos que estamos contrayendo. Como sociedad somos lo que somos y nuestra estructura está preparada para ello, pero si se consolidan los hábitos de aislamiento, de egoísmo, de falta de contacto y de individualismo exacerbado, nos va a costar mucho como sociedad salir de ese agujero.
(8) Pérdida de libertades. Hay quien confía en el Estado, quien ama a la autoridad y quien besa por las mañanas la foto de sus jefes. Otros, en cambio, no son partidarios de esa dinámica. Los que dijeron que iban a derogar la ley mordaza, la emplean con entusiasmo. De los hijos de puta que la crearon, mejor ni hablo. Si la situación sigue como está, los autoritarios se acostumbran a mandar, a pisotearnos, a ver cómo agachamos la cabeza, a multarnos porque ellos lo valen, y a aplicar el estado de excepción sin declararlo. Ceder libertades es un error, siempre, y cederlas por miedo a lo que sea, es un doble error. Si acostumbramos a los políticos a pisarnos la cabeza, le van a coger gusto y nunca nos libraremos de la condición de ovejas. No hay nada más repugnante que la docilidad.
(9) Imagen miserable ante los que asumen riesgos. La miseria moral no es un problema menor. Es difícil pedir que te ayuden, si no quieres asumir riesgos y pides ayudas al que sí los asume. El concepto de dignidad no es fijo en todo el mundo, ni invariable, y si nos perciben como cobardes no nos va a salir barato, ni a nivel económico ni a nivel humano. Levantar las manos y declarar ciudad abierta tu capital puede ser una opción sensata, pero no despierta simpatías entre los que tienen que mandar a tus soldados a libertarte. Con esto sucede algo similar: a muchos les cuesta ayudar a los que perciben como cobardes. Cuando la narrativa es importante, como en nuestros tiempos, hay que cuidar mucho esa narrativa.
(10) Incredulidad. Sí, aún hay gente que no se cree que esto sea real. Aún hay gente que cree que es un montaje para esquilarnos, para hacernos daño, para tenernos controlados y calladitos. No se lo creen, no lo aceptan, y piensan que hay que mandar al carajo cuanto antes este simulacro de encierro general para cuando de verdad vengan a por nosotros. Ni se creen que el virus sea tan grave, ni que las medidas que se toman sean tan necesarias.
(11) La vida convertida en cero. Esto lo escucho a los más jóvenes. Tenían una vida, una novia, una fiesta, unos amigos, unos estudios. Se esforzaban, trabajaban, besaban a su chico y se ponían guapos. Para ellos, la vida era futuro, diversión, esfuerzo y conflicto. La vida. Y de repente, se han encontrado sin estudios, sin novia, sin futuro, sin entorno y sin nada por lo que luchar, o nada al menos que les interese. Para esta gente, no vale la pena elegir el suicidio en vez de muerte. La dignidad, como ya dije, tiene muchas caras, y hay quien siente que regresar a casa ahora, a pasar la vida como un viejo, es peor que morirse, porque su vida, su verdadera vida, está en otra parte y se la han arrebatado. Su amor está en otra parte. Su futuro está en otra parte. Son los desterrados: ¿qué les importa a ellos el virus?
De todos los debates que leo aquí y en otros foros, este es el que más me irrita: la elección entre las vidas y la economía. Al principio pensaba que la discusión la sostenían los bobos que abundan en todas partes (no en vano la mitad de la población, aproximadamente, está por debajo de la inteligencia media), pero con el tiempo he comenzado a darme cuenta de que se trata de maldad.
Y es raro. Porque, como norma general, todo lo que pueda ser atribuido a la estupidez no debe ser atribuido a maldad. Sin embargo en este caso, son tan burdos los intentos de señalar al otro, de deshumanizarlo, de mancharlo en suma, que tengo que pensar que este debate se origina en la inquina, el rencor y el cainismo.
Sacrificando vidas no se salva la economía. Y menos aún la española, en la que un 14% del PIB depende del turismo y otro 6% dela hostelería. Estos dos sectores, por sí solos, suman una quinta parte de nuestra riqueza. Si la gente tiene miedo, dentro y fuera de nuestras fronteras, si las noticias que se propagan componen una imagen catastrófica, ¿quién va a venir a nuestro hoteles? ¿Quién se va a arriesgar a ir a los bares?
Si los empleados de una empresa, de una cualquiera, enferman y se cogen una baja que puede durar dos meses, eso es terriblemente malo para la empresa. Y no hablemos ya de las empresas que producen en cadena o de las que tienen, casi todas, procesos críticos que, detenidos, paralizan el resto de la actividad.
Sacrificar vidas y mirar para otro lado no ayuda absolutamente nada a la economía. Es una ruina como el sombrero de un picador. Es una actitud psicópata y estúpida.
Sacrificando la economía no se salvan vidas. Porque la economía no es el IBEX, ni los futuros, ni la prima de riesgo. La economía es el pan de la gente, sus proyectos, sus deseos y el sentido de su existencia. Al menos para los que no son tan primarios como para reducir sus deseos a un mendrugo, un colchón y un revolcón de vez en cuando. Si se destruyen los proyectos vitales de la gente, si el estudiante tiene que dejar sus estudios, si el hijo tiene que emigrar y el padre malvivir, si los novios se separan y las empresas se cierran, habrá también muchas muertes. Si la sociedad que genera los recursos paras la sanidad se rompe, se rompe la sanidad. Se rompe la educación. Se rompe la seguridad en las calles y se rompe la justicia.
A lo mejor la destrucción de la economía le da una satisfacción a los que quieren ver el mundo arder, o a los que disfrutan, desde su situación segura y/o acomodada de ver cómo los demás lo pasan mal o pierden el fruto de años de esfuerzo. Pero esa gente, la que disfruta con estas cosas, ni quiere salvar vidas ni le importa sacrificarlas.
Lo malo, no obstante, es que el debate se mantenga a veces en esos términos. En esos casos es cuando uno llega a preguntarse si hay algo que merezca la pena salvar. Porque a lo mejor ni lo uno ni lo otro.
No os engañéis, los que viven en el Barrio de Salamanca y protestan envueltos en banderas de España porque ahora ya no ingresan 7000 euros al mes en alquileres de pisos turísticos, sino que "solo" ingresan 3000 en alquileres a la vivienda quitándote a ti el 60% de tu nómina, no están solos, ni son cuatro pijos fachas. No, porque esos parásitos que viven de tu trabajo, recibiendo miles de euros al mes sin moverse del sofá, no solo viven en el barrio rico de Madrid.
Porque también están los que han sabido renovar su vestuario, los que hace tiempo que se mudaron a Malasaña y están montando una marca de cervezas artesanas. Son los que han aprovechado su cuna para vivir desahogadamente y ahora hacen cortos de autor con los colegas, "escriben guiones" de series que "algún día lo va a petar en Netflix", sacan fotos conceptuales a mazorcas de maíz, cenan en el Kabuki, y son diseñadores gráficos en despachos minimalistas con cinco macs y tres trabajadores. Son los que estudian música en Viena, son veganos animalistas que solo comen productos ecológicos importados de Noruega, viajan cada fin de semana a Ibiza o a las Maldivas para “desconectar del agobio de Madrid”, van de compras a “London”, y pasaron directamente de la universidad privada a puestos irrelevantes -pero muy bien pagados- de las empresas de sus papás o de los amigos de los amigos de sus papás. Son los que están a tu lado en el Primavera Sound cantando "todos mis amigos se llaman Cayetano".
Son los que a veces bajan a Lavapiés para tomar algo, y cuando miran a su alrededor y te ven a ti y a los que son como tú, piensan: "Qué vida más triste tiene esta gente que no tiene talento, ni se ha esforzado lo suficiente, ni ha tenido agallas para emprender (porque no tienen ideas geniales como las mías) y ahora se arrastran como seres mediocres ocupados en trabajos basura, sin dinero, sin diversión y sin futuro. Cada uno tiene lo que se merece".
Son los que no llevan la bandera de España como atuendo, pero sí la bandera de las herencias y la evasión de impuestos.
A los del Barrio de Salamanca se les ve venir de lejos, no así a estos hipsters de postureo.
Pero son lo mismo, y tú eres carne de cañón para ellos.
Todos hemos tenido algún familiar de ese tipo: en mi tiempo eran señoras, esas tías abuelas, madres y madrinas helicóptero, encantadas de limitarte la vida en lo posible: no salgas que hace mal tiempo. Abrígate. No vayas en bici que te vas a caer. No te subas ahí. No te acerques al gato, que te araña. Cuidado con el gallo si vas al corral. No fumes. No bebas. Nada de chicas, que te distraen de los estudios.
Sabina les llegó incluso a dedicar una magnífica canción:
Y ahora, vaya putada, resulta que a esa gente se le ha dado el poder. Y ahora resulta que toda esa gente puede imponernos su miedo por ley, señalarnos desde los balcones y disfrazar su cobardía vital de precaución y buena ciudadanía.
En lugar de responsabilidad, nos quieren imponer miedo. Es el pánico senil, el triunfo de los que no quieren, no saben o no pueden hacer nada, maniatando a los demás con palabras de sacristán sabelotodo, gestos de obispo pederasta y pellizcos de monja hijadeputa.
Nadie duda de que a la hora de la emergencia todos tenemos que saber limitarnos y contenernos, pero esto va mucho más allá. Va de acobardar a la sociedad, individualmente y en su conjunto. Va de cohibir y amariconar (que no homosexualizar, ojo al matiz), de empequeñecer, disgregar y hacer temer.
¿Qué clase de sociedad puede fundarse dando el poder a la vieja del visillo, al santurrón de ONG y a la virgen de cincuenta años? ¿Con cuántas coderas y rodilleras podrán salir los niños a jugar al parque, supervisados, claro está, por un adulto? ¿Cuántos airbags deberán llevar, como mínimo, los coches eléctricos del futuro? ¿Veinte? Con treinta se salvarían más vidas. Y más con treinta y cinco....
¿Donde está Atila, ahora que se le necesita?
Faro de Vigo y la Nueva España publican un artículo titulado Corinna, la fantasía de Villarejo (de pago en la web, pero también en papel) donde recogen declaraciones de Corinna al excomisario con temática menos interesante en el sentido económico y en calidad de supuesto corrupto: son declaraciones del día a día. Corinna dice, por ejemplo, que le hacía repetir la broma del abogado o que le encanta El Roto. Que era muy tocón, que le daban miedo los elefantes...
Pues bien, son de El Mundo Today: www.elmundotoday.com/2018/07/las-frases-de-corinna-en-las-grabaciones-
Yo no conocía esa página, pero más de una vez he leído hablar de ella aquí como un predecesor de Menéame en el que ya participaban muchos futuros usuarios de esta web. Y aunque ya no exista, he caído en que se puede ver cómo era a través de la bendita Wayback Machine:
La diferencia evidente que salta a la vista es que la página estaba centrada en tecnología. Y la verdad, qué gusto da no ver ni un hilo de politiqueo que sabes que va a estar lleno de crispación, radicalismo, insultos e innumerables resentimientos mutuos acumulados tras infinidad de hilos sobre la cuestión de turno. Yo antes no entendía por qué en algunos foros de discusión sobre tal tema o afición prohibían las discusiones de política, siendo un tema como cualquier otro y que de una u otra forma nos afecta a todos, pero tras vivir parcialmente la evolución de Menéame ya no me extraña en absoluto.
Ahora bien, el sub de tecnología aún viene a ser esto mismo, solo que salvo que entres directamente en él está muy diluido dentro del conjunto de la página. Me llama la atención que el número de comentarios por noticia en portada es más o menos similar, pero que mientras que los diez envíos en la portada de Barrapunto aquel 25 de junio de 2004 abarcaban menos de 24 horas, los diez primeros en la portada de M/Tecnología hoy abarcan casi 72. Parece claro que estaba menos masificado que Menéame, pero que era más dinámico que M/Tecnología.
En todo caso, ésto son impresiones parciales que pueden no ser correctas. Y me gustaría saber qué recuerdo tenéis de Barrapunto los que lo usásteis: diferencias, ventajas, inconvenientes y cómo era en general.
El día 15 de septiembre empiezan las clases en Canarias, así que voy a intentar hacer un repaso de la situación y su evolución hasta el día de hoy desde el punto de vista de un maestro.
El 1 de septiembre nos incorporamos a los centros para empezar a prepararlo todo. A pesar de las recomendaciones existentes de priorizar el trabajo telemático, nos obligan a trabajar todos estos días acudiendo al centro. No se nos van a hacer pruebas PCR. No hay dotaciones económicas para hacer frente a todos los gastos que se nos imponen desde los diferentes protocolos que va sacando la Consejería de Educación (prácticamente uno al día). Estos gastos incluyen elaboración de señalética, comprar cubos con pedales, hidrogel, termómetros, mascarillas, batas, entre otras cosas.
Al empezar el día uno nos encontramos con que no está nombrada buena parte de la plantilla, con lo que no podemos hacer lo más básico: elegir grupos y hacer horarios. En estos días nos vemos obligados a hacer mudanzas de clases (sí, las hace el mismo profesorado), a comprar de nuestro bolsillo lo que hace falta, a preparar todo con los distintos escenarios que se puedan dar. Todo ello con la incertidumbre de que hasta el día 10 de septiembre la Consejería no se reunirá para decidir si empezamos de manera on line o presencial. La Consejera dice que si se mantiene el nivel de contagios se empezará on line. Llega el día 10 y se mantiene el nivel de contagios con lo que la Consejera decide … empezar presencial, aduciendo que todo es muy seguro y que no hay que preocuparse.
A día de hoy faltan por nombrar a tres profesores en nuestro centro (que es la tónica en casi todos los centros que conozco). Teniendo prácticamente el mismo número de alumnado que el año pasado nos han quitado dos profesores, así que de bajar ratio nada: estamos peor que el curso pasado. Por otro lado nos han concedido un profesor de apoyo COVID que solo está nombrado hasta noviembre.
Cabe destacar que mi centro está ubicado en una de las zonas más afectadas por COVID en Canarias. De hecho, conocemos familias del centro que sabemos extraoficialmente que sus hijos están contagiados. En mi centro en Septiembre la temperatura suele rondar los 30º (por supuesto no hay aire acondicionado) y la ventilación es escasa. Muchas clases han tenido que moverse a zonas comunes para poder mantener distancias de al menos 1,5 metros. La media de edad del profesorado ronda los 50 y pico años.
Dicho todo esto nos encomendamos a la suerte que es lo único que podrá ayudarnos a que esto no se desmadre.
Por cierto, una nota de ¿humor? para terminar. Soy el responsable de nuevas tecnología de mi centro y me han citado para una reunión de responsables TIC de la Consejería… que será presencial.
Comienzo a pensar que muchas de las personas que se suman a ciertos movimientos sociales lo hacen sin ningún afán pedagógico, sin ninguna intención de transformar.
¿Tiene sentido un feminismo que no busque enseñar? ¿Un animalismo que solo persiga perseguir? ¿De qué sirve la lucha contra la homofobia si no somos capaces de explicar? Es sencillo, la transformación, vende, pero la confrontación, la cronificación de la diferencia, vende muchísimo más.
Creo que las nuevas luchas del siglo XXI han olvidado el fin y se han centrado en los medios. La confrontación es más divertida, pues nos permite rebozarnos en el lodo de la polémica, de la discusión. Tener la razón se ha convertido en el objetivo primordial, obviando que de nada sirve tenerla, sino conseguimos hacer cambiar de opinión a aquellos que siguen sin saber que no la tienen.
Me enerva profundamente la inabarcable e incomprensible génesis de términos del movimiento queer. La encendida agresividad de una parte del neofeminismo. El perpetuo y burgués señalamiento de muchos sectores del movimiento animalista. Movimientos, que, en algunos casos, han optado por la rabia y han defenestrado la concienciación, que han elegido convertir a los ignorantes en rivales. Que han olvidado que muchos de ellos, hace no mucho tiempo, tampoco tenían idea de toda la mierda que propiciaban cuando no sabían lo que ahora sí saben o creen saber.
Del mismo modo, me cabrea que se haga negocio con camisetas feministas, que se monten emporios gay-friendly, que algunos se estén haciendo de oro con el veganismo, sin aportar lo más mínimo a la causa de ese movimiento. Pero, ¿acaso no hace uno lo mismo cuando cobra por escribir en un diario de izquierdas sin provocar el más mínimo cambio en la conciencia colectiva? Es muy difícil ser coherente, lo sé, pero urge reflexionar sobre todo esto.
Entiendo, por ejemplo, que muchas mujeres (y hombres también) están hasta el mismísimo coño (razones no les falta), que el cambio climático está a punto de alcanzar un punto de no retorno (si no lo ha alcanzado ya), que el racismo, lejos de extinguirse, avanza. Pero estar hasta el mismo coño, estar a punto de mandar a la mierda el planeta o no poder tolerar ni un solo paso más en materia de xenofobia no te da derecho a creer que una causa es tan sumamente justa y urgente que no necesita ser explicada, argumentada, enseñada, discutida, cuando es precisamente el sentido de justicia y de urgencia lo que debería llevarnos a hacer un esfuerzo por gritar menos y explicarnos más.
El rival importa, en tanto en cuanto a que puede convertirse en aliado. Y si renunciamos a esa conversión, nuestra causa no puede definirse como justa porque ha dejado de ser una causa, para convertirse en un complejo para definirnos. Antes las injusticias eran un motivo por el que levantarse, por el que informarse, por el que luchar, por el que transformar, ahora las injusticias se han convertido en elementos definitorios, en pases privados para clubs a los que sólo algunos tienen acceso. El rival define más que lo que pensamos o como actuamos que nuestra ideología, conciencia o ética.
Esto es algo extensible a la actual izquierda de este país, que ya solo es capaz de activar sus discursos merced a las barbaridades que comete, dice, propone, el rival. Solo luchamos a la contra y eso acaba empobreciendo la capacidad de crear y termina por hacer imprescindible la existencia de un opuesto. ¿La consecuencia? No batallamos por transformar al que no nos comprende, porque eso supondría perder la principal razón por la que batallamos.
Si buscas las intervenciones parlamentarias más vistas en Youtube a cargo de Podemos, casi todas son contestaciones a diputados de VOX.
Y en esa vorágine de confrontación, uno asiste, cada vez más impotente y alarmado, a la transformación de las revoluciones en negocios. La marketinización de los movimientos sociales es un hecho. Series, libros, camisetas, tazas…con eslóganes políticos. Lazos, conferencias TED, películas e influencers. El capitalismo ha absorbido cada injusticia para transformarla en una suculenta multinacional. Con su plan de medios, de marketing, con sus logos, con sus eslóganes. Millones de influencers que aportan su visión sobre las violaciones, el veganismo, el maltrato animal, la prostitución, la no inclusión de personas negras en las películas…lo que antes era una mecha para la transformación, ahora acaba siendo una noticia en un periódico digital de tendencias o un trending topic. Millones de personas que elevan sus voces sobre los demás, construyéndolas, no sobre la experiencia de una injusticia vivida en primera persona como ocurría antaño, sino sobre la supuesta legitimidad que te da tener muchos seguidores.
Resulta alarmante pensar que hemos renunciado a querer cambiar el mundo o combatir las injusticias, que ahora lo que más nos importa es tener la razón.
menéame