Una charla informal con una amiga me recordó hace pocos días algo que he oído ya varias veces. Hay parejas que todavía llegan vírgenes al matrimonio, parejas jóvenes, pese a que ellas se la han chupado a sus novios y ellos las han penetrado analmente. A mi me suena risible, pero especialmente entre miembros del Opus se ha extendido la idea de que todo lo que no sea penetración vaginal no es sexo, y así pueden cumplir sus preceptos religiosos y dar salida al impulso normal de cualquier pareja, que es follar. Mi amiga decía atónita que lo que menos entendía era que estuviesen más dispuestas a chuparla que a dejar que se la metan, porque una felación es algo mucho más personal. En realidad estaba dándole la razón a los del Opus, son novios de larga duración, tienen relaciones muy íntimas y personales antes de casarse.
No creería nada de esto, y menos aún escribiría sobre ello, de no ser porque no es la primera, ni segunda, ni tercera vez que lo oigo, y porque estando en contacto con personas de 25 a 35 años he visto un crecimiento de la fe católica que hubiera creído imposible a estas alturas. La última boda a que me invitaron acabó con canciones de misa a la guitarra por los novios y sus amigos, cosa que me dejó con el culo absolutamente torcido. Nada de copas de más y Bad Bunny o Rosalía.
No descarto que yo me haya relacionado por casualidad con una minoría que no representa a la sociedad en su conjunto, me creo más los análisis del CIS que dicen que los creyentes son cada vez menos. Pero algo muy insólito le pasa a una parte de la juventud española cuando abrazan la fe, la sodomía y la felación pero no la penetración, y cuando la extrema derecha les parece una opción política más atractiva que las demás. ¿Ahora rebelarse es esto?
El economista Luis Garicano, uno de los hombres fuertes del extinto partido Ciudadanos, ha presentado junto a otros dos autores un paper en el que analizan las causas del estancamiento económico europeo y proponen una serie de medidas no ideológicas -según ellos- para recuperar la senda del crecimiento.
El artículo se puede leer aquí: constitutionofinnovation.eu/
La tesis central del artículo es clara: para mantener el nivel de bienestar al que estamos acostumbrados en Europa es necesario seguir creciendo. Desde 1995, la Unión Europea ha reducido su ritmo de crecimiento de forma constante, mientras que Estados Unidos se ha mantenido en torno al 2 % anual y China nos está adelantando.
Según los autores, las causas de este estancamiento son una sobrerregulación y una defensa débil del mercado único europeo. Cada país —e incluso cada región— mantiene sus propias normativas, además de las regulaciones comunitarias. Esto hace que productos que se pueden vender en Lisboa no se puedan comercializar en Berlín, lo que socava el libre comercio.
Dan algunos datos interesantes. Citan a Mario Draghi: en los últimos 50 años no ha surgido ninguna empresa europea valorada en más de 100.000 millones de dólares, lo que evidencia que el éxito industrial de los años 50 y 60 no se ha trasladado al mundo digital. Además, esto va muy en línea con el análisis de Forbes en su artículo “Quién heredará España”, donde apuntan que los multimillonarios españoles son en su mayoría personas de edad avanzada que han hecho fortuna en industrias tradicionales, con poca innovación y poco futuro. Ver en Forbes

Qué proponen
La propuesta no es especialmente novedosa: desregular y reforzar el cumplimiento del mercado único. Según los autores, la UE está atrapada en una burocracia casi kafkiana, legislando por legislar (desde derechos de los animales hasta regulaciones climáticas), cuando su prioridad debería ser garantizar la libre circulación de bienes y servicios.
Entre sus recomendaciones destacan:
Enfatizan que la UE debe priorizar claramente la prosperidad económica y la innovación, en lugar de dispersarse en demasiados objetivos no económicos.
Conclusión
No soy economista, por lo que no tengo la formación para hacer una crítica técnica exhaustiva, pero el sesgo liberal del paper parece evidente:
En resumen, el paper aporta datos e ideas interesantes, pero su visión es parcial: se centra casi exclusivamente en desregulación y libre comercio. Europa necesita más que desregular: necesita un modelo de innovación integral, con políticas públicas ambiciosas, inversión en talento y un ecosistema que conecte ciencia, empresa y capital.
Existen distribuciones accesibles para usuarios noveles que simplemente quieran navegar por Internet, ver vídeos en YouTube y TikTok, y escribir en redes sociales. La configuración del sistema operativo y del software libre no es tan artesanal como lo era hace veinte años.
Pero cuando ves cómo el enemigo hace aguas con las actualizaciones, el puñetazo de Mike Tyson desbarata tus planes. El sistema no quiere arrancar, el prompt te dice que estás en modo de emergencia y te da una serie de instrucciones: que teclees unos comandos para ver los logs del desmadre, que introduzcas el login, que escribas la contraseña de root para mantenimiento o que pulses Control + D para continuar.
Y tiene gracia lo que me ha ocurrido, porque uno de los problemas existenciales a los que tengo que enfrentarme después de muchos años es mantener mi sistema operativo Debian no tan actualizado. ¿Por qué? Porque la AppImage de las últimas versiones de Cinelerra no funciona en la última versión de Debian. He probado a instalar una serie de paquetes novedosos y extraños para mí, y ni con esas. Pero lo interesante es la historia que cuenta el foro del propio editor de vídeo: cinelerra-gg.org/forum/everything-else/appimage-wont-start/
Las librerías de las que depende la AppImage de Cinelerra son muy antiguas, por no decir obsoletas. Pero un usuario desvela algo inquietante: “Esto es muy malo. MatN ayudó a establecer la AppImage porque perdimos a nuestro principal programador, que usaba y creaba paquetes de instalación para diversas distros”. Pude comprobar esta realidad visitando páginas de descarga oficiales de Cinelerra y ver que había enlaces rotos.
Estoy acostumbrado a usar Cinelerra como editor de vídeo no lineal, descargándome la AppImage. “¿Pero por qué no pruebas otro?”, me dirán. En el fondo no son muy diferentes, pero nada de lo que hay en edición de vídeo para GNU/Linux me llama la atención, y tardaría semanas en adaptarme.
A los que me hablen de las bondades de DaVinci Resolve, tengo que decirles que, para conseguir abrir ese software sin que se cerrase de inmediato, tuve que desinstalar el driver nativo e instalar el driver propietario de la tarjeta gráfica NVIDIA (y no vale cualquier tarjeta: con la antigua que tenía no funcionaba ni funcionaría nunca). Pero hay otros detalles que me echan para atrás de DaVinci Resolve, como tener que convertir los vídeos en formato .mp4 al formato .mov (el de Apple; no, no estoy de broma. Busca por Internet y lo verás).
En definitiva, muchos usuarios noveles en GNU/Linux pueden verse en una misión épica cuando investigan la situación a fondo. Me asaltan una serie de preguntas: ¿Salvo mis datos e instalo Debian 12 desde cero para mantener mi fidelidad a Cinelerra, esperando que el forero contacte con MatN y le ayude con las Appimage? ¿Me pongo ya a romperme la cabeza con este tipo de problemas, que lleva su tiempo en resolverse si no fuera porque el teclado no responde? ¿Debo andar con mi pendrive con Debian Live instalado y sumergirme en las profundidades de mi sistema operativo que no quiere arrancar? ¿Formateo la partición donde va el sistema operativo con Debian 13?

menéame