¡Pues claro que estoy a favor de la democracia, joder! ¿por qué tiene que explicar uno estas cosas? Estoy tan a favor de las libertades que ni aplaudo cuando me mandan ni abucheo al que me señalan los cabecillas de turno.
Tengo mis propias opiniones y, sobre todo, mis propios recuerdos. ¿En qué artículo del Código Penal viene eso para que me miréis como me miráis? ¿Tengo que recordar lo mismo que vosotros, así, por huevos?
Joder, cuñaos, que os han embargado hasta los recuerdos, ¡cago en la leche!
¿Que no? A base de leer libros sobre una época, y ver reportajes, y documentales, y series sobre una época, todo el mundo se acaba de convencer de que fueron así las cosas en realidad, las mismas para todos, y hasta se olvidan de sus propias experiencias. Esto es como lo del flan del chino. ¿Os acordáis del flan del chino? Yo también. Pues la mitad de la gente que dice recordar a qué sabía y en qué se diferenciaba de el flan del niño, otro flan “en polvos” de la época, no probó ninguno de los dos.
Y además, no sé por qué discutimos. Estamos de acuerdo en quiénes eran los malos: la puta dictadura; en lo que ya no estamos tan de acuerdo es en quiénes eran los buenos. ¡Y no tiene nada que ver, coño! Luchar contra un cabrón no te hace bueno a ti. Lo hijos de puta que sean tus enemigos no te mejora nada: Stalin venció a los nazis y eso no lo hizo bueno, ni resucitó a los muertos que mató, ni nada de eso. No seamos simplones. Con lo fácil que es, y no hay manera de que se os meta en la cabeza, y por eso decís luego que soy un facha y un criminal por hablar de mi padre como hablo.
Y es mi padre, joder, no el vuestro.
Me importa tres cojones que todos hayáis oído hablar de él y que se le considere un héroe de la lucha antifranquista. Las que de veras tenían cuajo eran mi madre y mi hermana Josefina. Mi padre era un mierda. Lo dije antes y lo vuelvo a decir, aunque me llaméis fascista quinientas veces.
A ver, pensadlo, ¿dónde se trabajó nunca como aquí, en casa de nuestro suegro? Cuatro hijas. Una desgracia, decían... Pero él quedó inútil, ¿y qué hicieron ellas, las cuatro hijas y la madre? Trabajar como burras.
Pues en mi casa, igual. Y si habéis oído hablar de mi padre es porque el mundo es una porquería que alaude a los gandules y desprecia a los que se dejan el pellejo todos los días, sobre todo si son mujeres.
Yo nací en el año cincuenta y dos. Y mi padre fue un conocido sindicalista, sí. Y uno de los que ayudaron a organizar el partido comunista en el interior, y no en el exilio, como esos otros que vinieron luego a colgarse no sé qué medallas. Y encarcelado once veces, o quince, por defender sus ideas y luchar contra la dictadura. Y torturado, y maltratado y lo que queráis. Esa es la versión oficial de lo que fue mi padre. Y es cierta, ¿eh? Que no digo que no pasara por todo eso y puede que por más.
¿Pero queréis saber la otra? Porque hay otra versión. La mía. La que yo recuerdo de veras y no me quitan de la cabeza ni con quinientas series ni dos mil reportajes sobre aquellos años.
La otra es que mi padre era fresador, y con el sueldo que ganaba íbamos tirando, más mal que bien. La cosa estaba achuchada pero poco a poco iba saliendo para arriba aunque a base de apretar a la gente y darle a entender al que no estuviera a gusto que lo mejor que podía hacer era marchar a trabajar a Francia o a Alemania.
Un día mi padre se juntó con no sé quién, que le llenó la cabeza de ideas libertarias, y se metió a agitador, a decirle a los compañeros que si el patrón esto y si el régimen lo otro. Cuando acababa su turno se juntaba con otros obreros en las tabernas, y entre vino y blasfemias arreglaban el mundo. Y seguro que tenían razón, no lo niego.
Pero cuando lo detuvieron la primera vez en el cincuenta y cuatro, ¿quién tuvo que ponerse a servir, aguantando todos los caprichos de unos señoritos que la trataban como si fuese una zorra? Mi madre. ¿Quién tuvo que fregar escaleras, con catorce años, para sacar adelante al niño, que era yo? Mi hermana Josefina.
Y después, cada vez que mi padre insistía en sus jaleos, sus reivindicaciones y su resistencia política, como él decía,¡pues igual! La que se partía la cara día a día con el mundo era mi madre mientras él acababa en la cárcel con otros parecidos a él. Que no digo que la cárcel fuese plato de gusto, ¿pero quién se acuerda de mi madre y de mi hermana?
¿Por qué iba a la cárcel mi padre? Porque afuera, en la calle, había quien tirase del carro, dejándose el alma. Las mujeres. Vosotros diréis lo que queráis, pero es la puta verdad.
Y todavía habrá quién escriba un libro, o cualquier historia, y le dedique ocho páginas a mi padre y ni una mala línea a mi madre. Se casó con Josefa Cifuentes, con la que tuvo dos hijos. Y ahí acabará todo.
Y eso es lo que me encabrona. Mi padre defendía su dignidad no callando y no cediendo. ¿Y mi madre qué? Para que él no callase ante el patrón tenía que callar ella ante el señorito. Callar y lo que prefiero no pensar. Ya veis que todo lo digo. Y el digno era él, y ella la colaboracionista, por dar de comer a los hijos.
¿Cual era la obligación de mi padre, luchar por los obreros o luchar por nosotros? ¿Quién hizo más por la libertad, por la igualdad y por la democracia?, ¿mi padre dando voces o mi madre y mi hermana limpiando mierda? ¿Quién hizo más porque nosotros estemos aquí ahora comiendo un chuletón y bebiendo buen vino?, ¿mi padre con sus panfletos y sus cicatrices carcelarias, o mi madre con su artritis de fregar con agua fría?
Mi padre tenía obligaciones morales con todos los pobres del mundo, menos con los de su casa. Tenía un deber que cumplir con todos los oprimidos, menos con los que dependían de su trabajo para subsistir. Los demás aguantaban y callaban, y eran unos cobardes; él no: él levantaba el puño mientras mi madre y mi hermana doblaban el espinazo. Y todavía se atrevía a menospreciarla y a dárselas de héroe...
Tanta libertad y tanta polla y lo único que supo hacer mi padre, en la práctica, fue convertir a mi madre y a mi hermana en unas esclavas. A los libertadores como mi padre me los paso yo por los cojones.
Él sólo puso la cara, aunque fuese para que se la partieran. El verdadero coraje lo pusieron ellas.
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Publicado en 2016 en una antología de relatos leoneses, con un "clamoroso éxito de público", como os podéis imaginar.
;-)
Comentarios
Egoismo a raudales y una infancia llena de traumas no superados.
Desde el mismo egoismo se le puede responder que me la suda quien fue su madre. No hizo nada por mi. No tengo porque recordarla.
¿Quién hizo más porque nosotros estemos aquí ahora comiendo un chuletón y bebiendo buen vino?
Por dios... solo hace falta ver como estan las generaciones mas jovenes de gente 'que se ocupa de sus asuntos' para saber quien hizo mas...
#4 Estas mujeres aunque se ocuparan de "sus asuntos" tambien se ocupaban del revolucionario que estaba en la carcel. Ocuparse de los propios asuntos a veces hace cambiar la sociedad.
#4 >Desde el mismo egoismo se le puede responder que me la suda quien fue su madre. No hizo nada por mi. No tengo porque recordarla.
Aplausos. Típico de la España cristiana: odas al sacrificado como un cordero subnormal AKA su madre, pestes a quién intenta sacar del fuego colectivamente a TODOS para que luego SU MADRE hubiere haber podido tener un mejor futuro.
¿Por qué? Por la sencilla razón de que al haber luchado contra lo que esclavizaba a su madre en vez de dar loas a un sacrifico sacado de la ranciedad nacionalcatólica, hubiera liberado a su madre y muchas MUJERES.
Son basura, puro catetismo. Y encima, orgullosos.
Mi bisabuela era de la CNT-FAI, de las mejores maestras de España. Hubiera aplaudido a ese hombre y dado una hostia de las gordas a #0.
En Cataluña ese pensamiento (y por suerte la mayoría de Euskadi) está en proceso de extinción.
#15 Tienes toda la razón. Este hombre lo que quiere es que por lo menos, en el libro de historia, mencionen a su madre y a su hermana. Entiendo su cabreo, y si bien a la larga el padre tiene razón, desde luego, si de verdad las menospreciaba, a eso sí que NO tenía derecho ninguno. Si pudo hacer la revolución mientras ellas curraban, qué menos que eso se les reconozca a ellas también. Ya que otros no la hicieron precisamente para evitar a sus familias ese dolor y ese sufrimiento. También podía haber follado menos antes de meterse a eso, pero bueno, la pólvora se descubre cuando toca y el hombre no tendría tampoco acceso a condones.
Entiendo perfectamente la postura de esta persona. Pero igual que a Theo Van Gogh se le reconoce haber mantenido a su hermano mientras pintaba, también es cosa de reconocer a quienes se parten la espalda para mantener al héroe que cambia el mundo, porque hacen falta todos.
#0 Discutí hace poco algo así con@Nemorian sobre la necesidad de la RBU. El punto es que para ser un buen revolucionario de izquierdas sólo puedes ser un pijo, no un desarrapado de los que echaron de la pizzería, se rebotó contra la franquicia de la multinacional que le explotaba y ahora repite como loro proclamas de nuevos populismos progres. El revolucionario de verdad tiene que ser primero un príncipe, un aristócrata, un mantenido, un funcionario o un universitario ocioso con la vida resuelta y acceso constante a fiestas y cultura. Porque el pizzero en cuanto encuentra un nuevo sitio donde servir enseguida vuelve a engrosar las filas de los populistas reaccionarios, ya no digamos quien consigue aburguesarse llegado también de la explotación y el miedo a la miseria. Esos corazones temerosos siempre serán esclavos del poder. Si el padre de esta historia se hubiera preocupado por atender a la familia se habría fundido con ella en el anonimato de las pequeñas servidumbres cotidianas que inevitablemente se multiplicarían conforme trabajara más y más para ellas sin conseguir nunca espacio con el que hacer despegar su carrera política. El sistema consumista lo habría lapidado junto a su mujer dentro de los nichos en los que viven aprisionadas el resto de familias que lo perpetúan. No lo hizo y sobresalió para cambiar las cosas. La moraleja de esta historia es que si quieres volar tienes que ser un zángano, y que te sostenga el hormiguero.
#5 Hay distintas formas de hacer la revolucion. A veces haciendo cosas pequeñas junto a otros que tambien las hacen se consiguen grandes cambios.
El asunto es que si no hubiese habido padres como el tuyo tú no podrías ni siquiera escribir un artículo como ese. Y eso no significa en ningún caso que se menosprecie a todas las personas que, sin poner su nombre en los libros de Historia, se sacrificaron por sus familias, entre otras cosas porque no cabrían. Para ti tu madre es una heroína, igual que para mi la mía y para muchos las suyas. Y para ti tu padre no es un héroe pero sí lo es para muchas personas. Es por eso por lo que tu padre sale en los libros de Historia y tu madre o la mía no.
Es obvio que tu reflexión parte de algún problema familiar y por ello cometes el tremendo error de relacionar el personaje histórico con la persona real. Ni todos los que han ayudado a conseguir un mundo más justo eran personas humildes, majas y de buen trato ni todos los criminales y dictadores maltrataban a sus familias y se comían niños por la calle.
#8 Exactamente. Quizá debería ser más critico con lo que hacía de una esclava su madre y no con su padre que bastante tuvo el pobre con poner su granito de arena para todos y salirse algo del redil.
#16 #8 De hecho, el término medio sería solicitar a los biógrafos y al resto de gente, que sencillamente recuerden el curre de su madre y de su hermana. Una cosa que dice y que sí me parece cierta es que el trabajo "de fondo", el de la trastienda, se reconoce si lo hace un hombre, como Theo Van Gogh manteniendo a su hermano Vincent. Cuando lo hacen las mujeres, se da muy por sentado y no se reconoce, y eso tampoco es justo.
Obviamente, él está resentido con su padre, pero tiene que entender que el trabajo de su padre hacía falta. Ahora, si después de eso su padre menospreciaba a su madre y a su hermana, con razón está cabreado. El hombre dirá que para no cuidar a tus hijos, no folles. En fin... entiendo su cabreo, pero no estoy de acuerdo con sus conclusiones. Me acordaré de Josefa Cifuentes y Josefina en cuanto encuentre el nombre del sindicalista en cuestión, que es lo justo.
Aunque Josefa no se distingue en mucho de mi suegra.
Cojonuda respuesta.
Propongo que la conviertas en un artículo independiente y lo debatamos...
#6 mñ tengo que discutirme algunos puntos, pero voy a intentarlo.
Mi abuelo no luchó contra el franquismo y mi abuela .
llevaba una vida tan miserable como.la que relata.
Mi madre también tuvo que pasar hambre, aguantar, servir y limpiar mierda. Y eso que mi abuelo materno era tan analfabeto que le tocó en el bando franquista y ni se lo llegó a plantear. No sabía ni lo que querían unos y otros.
El hambre y la humillación eran transversales
Seguro que esto es un relatoooo?
Me ha parecido un gran ajuste de cuentas con el pasado, glorioso
#1 Te digo de dónde salió: de un tío dando voces, en una comida después de un funeral, en un restaurante de un pueblo cercano a la La Bañeza, León.
Está a medio camino entre el fascismo más rancio y el feminismo más honrado. Y te aseguro que el tio se expresaba en términos muy parecidos a los que he escrito. Más que un relato es casi una transcripción.
A veces se encuentra uno con estas perlas ideológicas y hay que aprovecharlas para un relato...
Gracias por leerlo.
#2 Me hubiera encantado escuchar el "relato original", con ese acento leonés que adorna tanto ese tipo de discursos.
#2 Es... interesante. Puedo entender perfectamente los sentimientos enfrentados con un padre que hacía mucho bien fuera de casa y poco dentro.
Y totalmente de acuerdo que las mujeres que sacaron casa e hijos adelante con los maridos en la cárcel se merecen un monumento. Otra cosa es que eso no quite mérito a los maridos, no es un concurso.
menudo imbecil
¿Quién hizo más por la libertad, por la igualdad y por la democracia?, ¿mi padre dando voces o mi madre y mi hermana limpiando mierda? ¿Quién hizo más porque nosotros estemos aquí ahora comiendo un chuletón y bebiendo buen vino?, ¿mi padre con sus panfletos y sus cicatrices carcelarias, o mi madre con su artritis de fregar con agua fría?
ç
mira imbécil, sin gente como tu padre aun estaríamos en una dictadura y quizás serias tu el que tendría que estar ahora limpiando mierda y pensando en que algun dia igual puedes comer un chuletón.
#17 Es que si la madre de este hombre no hubiera trabajado no estaria aqui ni comiendo chuletones ni comiendo patatas. simplemente no estaria porque habria muerto.
En este relato nos encontramos con la cuestion de si el fin justifica los medios. ¿ Luchar contra la dictadura justifica sacrificar a la familia ?
#22 Tu pregunta plantea una falsa dicotomía. En familias como las del articulo, TODOS estaban luchando contra la dictadura. El marido en la cárcel y la mujer sacando adelante a la familia. TODOS hacían sacrificios y todos luchaban. Y por supuesto que lo justificaba. En mi familia hay decenas de casos, incluyendo no solo cárcel sino fusilamientos, y a nadie se le ocurre culpar al padre ausente por luchar por la decencia y la libertad. Los causantes del dolor y el sufrimiento eran los fascistas, no quienes luchaban contra ellos. Lo que si es cierto es que muchas veces no se ha reconocido suficientemente el sacrificio y trabajo de las mujeres que quedaban en casa, ahí si estoy de acuerdo.
#24 Segun tu comentario parece como si en una reunion de la familia todos hubieran decidido luchar contra la dictadura y encargar al padre de que las actividades politicas dentro de la fabrica, Evidentemente no fue asi, fue el padre el que tomo la decision de luchar contra el franquismo de la forma en que lo hizo. A mi me parece un asunto de familia, no un asunto politico. Y como asunto familiar creo que no tenemos derecho a juzgar al hijo por quejarse de la decision del padre que produjo la ausencia de este en la familia. Eso si, me parece el hijo demasiado duro porque no es lo mismo que el padre estuviera ausente debido a su lucha politica que lo estuviera porque se habia ido con otra mujer.
En el fondo,lo que estás denunciando quizä sea el que de niño tu padre no te dedicara todo el tiempo que seguramente a tu padre le hubiese gustado dedicar,Son los sacrificios por los que hay que pasar muchas veces,te aseguro que éramos muchos los que teniamos que convivir con esas mismas circunstancias,la dedicación,la clandestinidad,la presión de la represión y un largo etc de circunstancias no nos hacia llevar una vida normalizada siendo en muchos casos la familia la que más se resentia, y más cuando parte de la familia no entendia lo que uno estaba haciendo.
Vaya con Edipo.
Buen relato
Grandísimo relato, gracias.
Con un padre en la cárcel, una madre trabajando a destajo y una hermana intentando hacer su vida durante el franquismo es normal que este pobre gilipollas saliera tan maleducado.