La acumulación del capital, en forma de dinero, o en forma de fábricas, se puede hacer de forma lenta (un individuo, una familia, a lo largo de generaciones) o de forma muy rápida y relativamente barata si lo hace un estado, ya que saca pocos recursos de muchos, planifica a gran escala y ejecuta en un plazo de tiempo relativamente razonable.
Una vez que se ha creado algo, pasa a manos de la inversión privada que nunca hubiese podido crear lo mismo ni en 10 vidas. Se le entrega todo ese capital en la creencia (generalmente falsa) de que lo gestionará mejor, y que seguirá generando riqueza para todos los participantes.
Lo que se está viendo es que se quiebran los sistemas: se saca, pero no se invierte lo necesario. El sistema es cada vez más pobre e inútil: la "tragedia de los bienes comunes".
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