Con solo veinte años, fue internado en un convento de Cantabria, donde le raparon el pelo, le obligaron a practicar boxeo o fútbol y le prohibieron utilizar pantalones pitillos porque "iba provocando". De la misma manera, a las mujeres las obligaban a hacer las labores del hogar. "Agradezco que no lo cataloguéis como terapia porque no lo es. Son torturas"
|
etiquetas: terapias de conversión , tortura , homofobia , homosexualidad