Hay un vínculo secreto entre la lentitud y la memoria, entre la velocidad y el olvido. Quien quiere recordar algo, mientras camina por la calle, afloja el paso. Quien quiere olvidar, o no pensar en una cosa, empieza a caminar más deprisa.
Esto nos dice Kundera en una novela, la Lentitud, que va mucho más allá de esta idea y que se escribió en un tiempo donde la velocidad de las comunicaciones y los acontecimientos no tenía nada que ver con la que soportamos ahora.
El tiempo se acelera y se aceleran los acontecimientos, desviando nuestra atención constantemente, y forzando el olvido.
Por eso mismo, me llama la atención el uso que estamos dando a la memoria, o a lo que queda de ella, hasta el punto de que ha tenido que regularse por ley el Derecho al Olvido. Lo que sucede, me parece, es que la velocidad de los tiempos ha sacado a la superficie algunos de los rasgos más negativos del ser humano. Y me explico:
Si yo gané un premio de poesía en 1996 (que lo gané) es muy raro que alguien me lo recuerde, pero si me condenaron por robar una tienda en el mismo año (que no me condenaron, hay que decirlo) es muy probable que eso salga a relucir en algún momento.
Nuestra memoria se ha convertido en un arma de agresión. Los monumentos a poetas, médicos y prohombres de la patria se han convertido en algo obsoleto, pero las consultas a la hemeroteca en busca de algo sucio que contar están a la orden del día.
Y no son los medios: los medios son eso: medios. Somos nosotros, o nuestra sociedad, la que elige los fines. Unos fines rencorosos, ávidos de sangre, amigos de la vergüenza, el miedo y el linchamiento, como si quisiera hacer una especie de limpieza étnica entre nuestros vecinos. Este robó en el 94, el otro se peleó con su mujer en el 89, el otro mató a alguien en un accidente de tráfico en el 2001, el otro defraudó a Hacienda en 2003. Que se mueran, que se jodan, que son imperfectos y pecadores. Suena a algo así.
Nos odiamos, pero creamos el delito de odio para no verlo. Nos detestamos, y buscamos lo peor de cada cual buceando en su pasado, pero eso nos parece un pasatiempo aceptable, al tiempo que pedimos la rehabilitación de los presos.
Da miedo.
Comentarios
“Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón.” (Borges)
#1 Me temo que vienes del pasado. El olvido ahora es cosa de carcas.
Me gusta tu reflexión, aunque yo creo que más que un tema relacionado con la velocidad y pensamiento (memoria/olvido) yo lo relacionaría con las nuevas tecnologías y lo que ello ha supuesto para nuestra manera de vivir. Para el primer tema te recomiendo si no lo has leído "Pensar rápido, pensar despacio" escrito por el premio Nobel de economía Daniel Kahneman.
Vivimos en un entorno lleno de ruido. Y las noticias y las "no noticias" están mezcladas en esta maraña que es Internet y las redes sociales. Aunque en muchos casos los medios a los que les quitas parte de la culpa bajo mi punto de vista sí son culpables.
Si en un entorno como es la política (al que se supone se accede para que resuelvan nuestros problemas y hablen en nuestro nombre) se ha llegado a límites deprimentes del "y tú más" apoyado por líneas editoriales firmes supongo que te harás una pequeña idea de lo que sucede en los casos personales de gente cuyo nombre era olvidado y ahora está a la caza de los empleados de recursos humanos y otros fines.
Por temas como este último creo que el derecho al olvido es necesario. Tu premio de poesía fue ganado por tu creatividad, originalidad, estilo... En fin, con tu esfuerzo del cual estarás orgulloso. Pero la vida da muchísimas vueltas y a veces sin saber por qué puedes cometer algún pequeño delito llevado por la impulsividad de por ejemplo una adicción que te puede marcar de por vida o incluso alguna habladuría que sin ser verdad se puede quedar grabada en las puertas de los baños que son Internet. No es mi caso (tampoco he ganado un premio de poesía).
En cuanto a memoria positiva o memoria negativa creo que forma parte del proceso natural de pensar de la persona. Hay gente que siempre piensa mal de todos, que siempre encuentra pegas en todos y siempre critica a todos (y eso te incluye cuando no estás presente...), en cambio otros son más generosos y buscan el lado amable de la gente, a veces llegando a pecar de inocentes. Como en todo, el punto medio y equilibrado creo que es lo más sano.
#6 Llegué a la página cien de Daniel Kahneman. No porque me aburriese, sino proque me salió otra cosa.
Creo que entiendo lo que dices....
Seguiré con él.
Gracias.
"Memoria negativa" no me parece un término adecuado, porque esa memoria puede ser algo positiva en los casos determinados, por ejemplo cuando se trata de ladrón reincidente (por no mencionar otro tipo de delitos peores). Yo reformularía diciendo que es lo reaccionario que hay en la sociedad (en nosotros) lo que usa la memoria para hacer daño.
Feindesland, ¿me equivoco o hablas alemán? Si es así échale un vistazo a la teoría del aceleramiento de Harmut Rosa. https://searx.me/?q=Beschleunigungstheorie%20von%20Hartmut%20Rosa&categories=general&language=de-DE
#3 Gracias por la presunción de germanoparlancia (me salí con el palabro ) pero sé ir a la compra, pelear con los albañiles y charlas un poco con la gente. Leer a un filósofo alemán ya es nivel Dios para mí.
la memoria positiva de la que hablas va contra la rehabilitación de quien ha cumplido su condena. Yo eso no lo veo NADA positivo.
#4 ok, tú te sitúas en el plano legal. Mi comentario iba en una dirección biológica/evolutiva, donde ese tipo de memoria tiene sentido para la sociedad. En realidad no es necesariamente positivo (pero tampoco negativo), digamos que neutral, está ahí, y se usa como se usa. Si se usa reaccionariamente es lo que tú dices.
No tiene que ver con tu artículo, pero me he acordado de Michi Panero que describía la memoria de una manera existencialista, casi como algo auto-destructivo: https://milestepas.wordpress.com/2013/08/07/la-memoria-de-michi-panero/
#5 Cojonudo artículo
Gracias
Muy bueno.
Yo añadiría que hay un deseo cainita de linchamiento contra todo aquel que destaque, o quizá por puro aburrimiento, o porque queremos aparentar que somos mejores, moralmente, que los demás. Y las redes sociales son un instrumento perfecto para que ese linchamiento sea inmediato y tenga un efecto devastador.
Deberíamos limpiar nuestro cuarto primero, como dice J. Peterson.