Supongamos que tenemos un bar de viejas, donde van a tomar el té con pastas, malmeter contra el vecindario y escandalizarse de lo que es al juventud de hoy en día.
Supongamos que a ese bar, establecido durante décadas como bar de viejas, va un grupo de cuatro chavales, y les piden que se vayan.
Esos chavales tiene dos opciones: la opción de marcharse, para hacer daño económico al bar, que deja de contar con los cuatro clientes jóvenes, que se tomaban sus birras y sus copas, o empezar a armar bulla y cagarse en dios, para que las viejas, escandalizadas, busquen otro apeadero.
Mediante la opción primera, el bar es estable y se permitirá ponerse exquisito con cualquiera, porque tiene a sus clientas fijas. No gana más, pero tampoco se arriesga a ganar menos.
Mediante la opción segunda, primero echas las viejas, y luego, te vas. Y a lo mejor el bar cambia de aire. O a lo mejor cierra.
Simples diferencias estratégicas.
La opción buena, por supuesto, es buscar la convivencia. Si esta es posible, alabado sea Jesucristo. Si no, pues bien está conocer las dos opciones.
RobertoConde
Calorro
Charles_Dexter_Ward
ContinuumST