Ambas son virales porque sus protagonistas así lo han decidido. Ambas nos plantean interesantes preguntas ético-jurídicas. Ambas son oro para los guionistas de black mirror (de hecho, una coincide al dedillo con uno de sus últimos capítulos). Vamos con ellas.
PRIMERA. Una auxiliar de geriatría de una residencia debe dar de comer a una anciana que, según afirma la auxiliar, está "más muerta que viva". Por eso decide grabarla y subirlo a tiktok, realizando continuos comentaros humillantes hacia la anciana, que se da cuenta de todo y la mira desde su cama (está tumbada y cubierta por una manta) cuando le graba con el móvil. No voy a subir el enlace, entre otras cosas porque es ilegal, ya que difunde la imagen de la víctima sin su consentimiento, en un contexto que además es absolutamente vejatorio para ella. Pero se ha viralizado en twitter y otras redes, si alguien quiere "deleitarse" no le costará encontrarlo.
SEGUNDA. Un influencer de la órbita ultraneoliberal-cryptobro se vuelve adicto a las drogas, y cada vez consume más. Empieza a tener problemas económicos y necesita costearse sus vicios. Por eso empieza a hacer directos drogándose en vivo y hablando bajo los efectos de drogas duras (basuco). La "gracia" de sus streams consiste exactamente en eso: verle drogarse, verle desvariar...y pagarle para que lo siga haciendo. En efecto, sus seguidores le dan dinero para drogas y él, a cambio, se droga en directo con ese dinero para regocijo del público. Su deterioro físico y mental es absoluto, y ése es uno de los grandes incentivos del espectáculo: ver cuánto aguanta antes de morir, ver cómo lentamente se convierte en un cadáver viviente.
Al igual que en el supuesto anterior, no le publicitaré, en este caso para no ayudarle a seguirse matando (tampoco le hace falta, pues sólo en twitter hay un montón de extractos de sus vídeos). Pero los seguidores de black mirror podéis imaginaros el capítulo del streamer que bebía su propia orina y se hacía todo tipo de perrerías a cambio de propinas...multiplicado por mil en cuanto a sordidez.
Que los contenidos propios de la dark web empiecen a colonizar el internet visible, nos dice bastantes cosas. Comenzando por la auxiliar de geriatría, el primer dato destacable es que hay gente tan descerebrada, analfabeta funcional e inhumana como para considerar algo gracioso humillar a una anciana indefensa y compartirlo con el mundo. Y gente tan embrutecida que lo disfruta y le ríe las gracias. Se supone que esta chica tiene estudios de FP, y que en dicha formación le enseñaron los derechos del paciente, el respeto que debe guardarle y las obligaciones que la ley le impone respecto a él ¿Cómo pudo titularse semejante cacho carne con ojos? No es sólo una cuestión de absoluta insensibilidad, cuando no sadismo. Es ignorancia supina ¿Cómo puede haber obtenido el título sin saber que grabar a la anciana y subirlo a las redes sin su consentimiento, y encima vejándola de la peor forma, puede constituir un delito contra su intimidad, aparte de su despido fulminante?
Siempre digo que las peores películas de terror son los dramas que reflejan manicomios o residencias de ancianos o niños anteriores a (como mínimo) la segunda mitad del siglo XX. Porque los internos no eran nada, no tenían derechos en la práctica. Una persona cuerda de quien sus familiares se querían librar podía ser internada de por vida, pues su mera catalogación como demente por parte del director del centro le privaba de cualquier posibilidad de escape. Un anciano o un niño sin recursos eran esclavos del personal del centro, estando absolutamente en sus manos, a merced del hambre, la suciedad o el maltrato a que quisiesen someterles.
Se supone que en el siglo XXI hemos superado esa dinámica, y que existen inspecciones, controles y garantías jurídicas para proteger a los internos. Se supone que sólo el personal ética y técnicamente formado puede cuidar ancianos, enfermos mentales o niños internos en una residencia. Se supone que ese personal es suficiente, que los medios materiales son bastantes y que el Estado se asegura de que así sea. La realidad nos muestra que muchas veces sucede todo lo contrario. No sólo por la falta de personal, de aire acondicionado en verano o de comida en buenas condiciones que, mes tras mes, la prensa nos muestra que degradan inhumanamente las condiciones de vida de los internos en tal o cual residencia pública o privada. Es que hemos llegado al nivel de que la educación superior deja pasar a auténticas bestezuelas como la protagonista del vídeo.
Entremos ahora en el streamer que se mata en vivo a cambio de dinero para drogas ¿Debería ser legal que una empresa, en este caso la web de streams que usa para sus espectáculos, aloje semejante contenido? Ciertamente es extranjera, pero ¿no debería el Estado caparla como hace con dontorrent cada dos por tres? Habrá quien diga que el streamer está haciendo un legítimo uso de su libertad, que ofrece su salud y su dignidad para ganar dinero. Pero entonces ¿Por qué no legalizar la venta de órganos? ¿Y los combates de gladiadores a muerte? Desde mi perspectiva, es deber del Estado prohibir aquellos negocios que impliquen el comercio con bienes esenciales del ser humano, como su salud, su vida o su dignidad más elemental. Porque los derechos humanos son irrenunciables. Y no sólo por su valor intrínseco respecto de su titular. También porque son pilares irremplazables de todo orden social elementalmente justo.
Porque si permitimos que una persona renuncie a sus derechos humanos por dinero, los poderes económicos se las apañarán para crear las condiciones que obliguen a una masa de individuos a hacer lo mismo. Si asumimos que yo puedo vender mi riñón o dejar que una masa me apalee a cambio de unas monedas, acabará interiorizándose que ésa es una forma lícita de ganarse la vida. Y cuando alguien esté en el paro sin un duro, el Estado le dirá "no pidas una prestación por desempleo...vende el hígado. Si no lo haces es porque eres un parásito que pretende vivir de los demás en lugar de buscarse la vida". Y, evidentemente, en ese contexto la renuncia no es libre.
Todo ello aparte del problema central: la educación. Un sistema educativo que nos enseñe a respetarnos y respetar, que nos invite a cultivar la mente y el espíritu, que nos forme en el conocimiento y la defensa a ultranza de nuestros derechos y los del prójimo, que son los mismos. Un sistema educativo muy poco atractivo para quienes desean degradarnos a la condición de ganado, pero imprescindible para evitar que la caza al moro, el tirar monedas al yonki para que se pinche o el considerar basura a todo aquel que no puede valerse por sí mismo y no es de nuestra familia (y a veces ni eso) acaben convirtiéndonos en bestias de corral.