En España y en esta nueva época en la que tanto confiábamos y que “tan pocha” nos ha salido; nadie representa a nadie. Más concreto aún, el que representa sólo representa a su ombligo y normalmente se vende por un plato de lentejas, si con ello mejora su panza y su bolsillo. Esa es la miserable política que estamos viendo con demasiada frecuencia, dejemos la excepciones para aquellos casos en que puedan existir. Veamos las cosas desde un mirador, que ni es político, que ni es empresario, que ni es obrero, sino simplemente un ya viejo español...
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