Me alegra mucho que, desde hace unos días, se haya empezado a tratar a Israel como se merece, y a ver el genocidio como lo que es.
Sin embargo, me desconcierta profundamente que hayan tenido que pasar dos años para llegar a este punto, y que de pronto estén todos los medios, todos los actores, muchos políticos (¡hasta Albiol!). Dos años durante los cuales los ministros israelíes han dicho públicamente por activa y por pasiva que querían exterminar a cada palestino, que iban a por los niños, que el objetivo era el Gran Israel ocupado sólo por sionistas.
Dos años viendo como matan civiles, como los francotiradores apuntan a los testículos de los niños, como las mujeres jóvenes son objetivo principal.
¿Qué ha pasado tan de repente?
Quizás es la más que fundada sospecha, dicha por Francesca Albanese hace un par de días, de que el número de víctimas puede acercarse a las seiscientas mil.
Como pasó en el genocio de Svrenica, no lo sabremos hasta que no entremos. Pero en esta ocasión tendremos todavía menos posibilidades de excusarnos diciendo que no lo sabíamos.
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