Thiel lo explica de forma sencilla: cuando la población de una ciudad crece un 10%, los precios de la vivienda pueden dispararse un 50%. ¿Pero los salarios? No suben tan rápido. Así que, aunque la economía esté en expansión, los verdaderos beneficiados son los propietarios de viviendas —especialmente las generaciones mayores, en concreto los baby boomers, mientras que los estadounidenses jóvenes y de clase media-baja se ven excluidos de la propiedad de una vivienda, luchando por competir en un mercado que impulsa los precios al alza.
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