En el año 1819 se desató un pánico general, amplificado por la prensa siempre dispuesta a llenar páginas con carnaza, sobre una enorme oleada de pinchazos. La cosa duró varios meses, con toda clase de rumores circulando por todas partes, y la prensa haciéndose eco de los mismos. Este estado de cosas terminó por hartar a la prefectura de París y la policía, que llamaron a capítulo a los editores de los diarios que se dedicaron a sembrar el pánico. La noticia está recogida en Le Moniteur Universel, edición del 14 de diciembre de 1819, páginas 2 y 3, que procedo a traducir, ya que el tema es más bien actual:
La autoridad encargada de la policía de capital, y de la seguridad de sus habitantes, no tiene necesidad de ser defendida del reproche de negligencia sobre los delitos de tan extraña naturaleza que, desde hace un tiempo, han causado alarma entre todas las clases de ciudadanos. Mientras tanto, diversos periódicos la han tachado de inactiva, de falta de vigilancia y de acción, y la han acusado de no haber sido capaz de haber prendido a ninguno de los autores de los delitos de que se trata. Para motivar esta acusación era necesario multiplicar las quejas, citar vagamente un gran número de delitos, y presentarlos como cometidos a la vez en diversos puntos, cuando en realidad no se habían cometido en ninguno; no citar nombres, o citar nombres falsos; en fin, aumentar la alarma para justificar los artículos de denuncia.
La autoridad, atacada por un este estruendo, de estas acusaciones contenidas en hojas periódicas, pero habiendo recibido un pequeñísimo número de denuncias legales, ha debido hacer comparecer ante sí y ha presentado acusaciones a los editores de los diversos diarios que habían denunciado los hechos sin acompañarlos de indicaciones suficientes para verificarlos. La autoridad ha debido preguntar en qué indicio, qué testimonio, qué declaración, qué pruebas habían citado de tal delito, indicado a tal o cual persona como herida, y qué peligro habría corrido: no sólo ha solicitado estos datos como medio de justificación de los artículos publicados, cosa que tenía derecho a hacer; los ha demandado como forma de limpiar su imagen y de suplir la falta de declaraciones o denuncias individuales.
Las respuestas de los señores editores han sido casi todas evasivas y dilatorias. Todos transmitieron y se hicieron eco del ruido que corría de boca en boca, sin poderse remontar a la fuente misma de los hechos, ni a designaciones precisas; o habiendo tales señas, las pesquisas hicieron saber que las declaraciones carecían de verdad absoluta o de exactitud en los detalles.
El editor responsable del Constitutionnel respondió haber escrito los artículos que aparecieron en esa hoja, con base en la declaración del doctor Magendie, quien le habría dicho que por lo que él sabía quince individuos habrían sido heridos. Se escuchó al señor Magendie, y declaró que el hecho no era del todo exacto, que sólo había llegado a su conocimiento un hecho que se remonta a cuatro meses atrás, y que sólo sabía que, dos días después, dos personas se habían presentado en el hospital Saint Antoine afirmando haber sido pinchadas.
La carta inserta en el Constitutionnel, del 10 de diciembre, firmada con las iniciales V.T.N, calle Salle-au-comte, fue objeto de una investigación especial. Compareció el joven que declaró haber sido pinchado mientras sacaba una entrada en la taquilla del Odeón. El estado de su guante junto a la zona del pinchazo o erosión, el lugar donde declara haber sido herido bajo la mirada misma de los gendarmes, la ausencia de denuncia ante el comisario de policía del teatro en el momento mismo de la agresión, y la naturaleza de las respuestas del joven ante la autoridad no permitieron conocer la exactitud del hecho cuyas circunstancias, por lo demás, tienen visos de inverosimilitud.
Le Censeur imprimió que una mujer, mientras transitaba por La Halle fue pinchada, y que profirió gritos fuertes, que se identificó al agresor, al cual se le lanzó una botella a la cabeza, y que el pinchador fue arrestado, que se le conducía al cuartelillo, y que por el camino se descubrió que la profesión real del picador era la de soplón. Este hecho fue objeto de la más detallada investigación; es falso de todo punto, su afirmación es de tal tenor como para dar pie a una denuncia por calumnias en tanto que está vinculada con acusaciones extremadamente graves. Es de destacar que la fábula estaba bastante mal concebida. De hecho, cuesta entender que el culpable haya sido liberado en el momento en que el pueblo se dio cuenta de que era agente de la policía; hay margen para creer que en tal caso habría ocurrido lo contrario y que habría sido francamente mal tratado. Aquí la mentira se perjudicó a sí misma.
La carta del farmacéutico inserta en el número del día 10 de este mes de L'Indépendant dio lugar a las más prontas pesquisas. Este farmacéutico reconoció haber errado en no prestar su declaración ante el comisario de policía del barrio, de haber exagerado el número de personas que afirmaba haber vendado, y de haber dado a entender que sus heridas eran graves. Por lo demás, ha reducido su declaración a un pequeño número de personas, de las cuales no supo dar nombre ni dirección, y a las cuales no ha vuelto a ver. Se le ha hecho notar que como oficial de salud pública tiene que conocer las ordenanzas y la obligación de prestar declaración. Se ha limitado a declarar que tal cosa no se le había ocurrido. Las señas obtenidas tienden a hacer creer que el farmacéutico ha aprovechado la ocasión para presentar un preservativo y de atraer la atención sobre sí mismo.
La Gazette de France, después de haber citado diversos hechos, imprimió en el número del día 10 que un individuo, cuya profesión debemos adivinar, se presentó en casa de los padres una dama herida en la calle Saint-Denis, y que les habría prohibido pregonar el percance ocurrido a su hija. El redactor, que se presentó para responder a este respecto, no recibió señas positivas sobre el nombre o número de casa de esta persona, y nada justifica la insinuación que se resulta de tal artículo contra la autoridad, a la que se acusa de impedir declaraciones tras haber recibido reproches de haber intentado provocarlas. La misma hoja publicó una carta firmada cuyo firmante no es conocido en el domicilio indicado.
El editor del Fanal, interpelado sobre los numerosos hechos que ha citado en números sucesivos, sólo fue capaz de responder que los había enunciado por el público ruido, mayormente en conversaciones recogidas en varios teatros. Había afirmado que la criada de la condesa Pajol había sido pinchada en el ojo derecho. Acudiendo al domicilio indicado, la mujer en cuestión afirmó haber sido alcanzada por la varilla de un paraguas de un caballero que pasaba junto a ella al hacer el movimiento de evitarse.
Afirmó haber recibido una carta del Sr. J, médico de París, que le comunicaba que tres damas pinchadas hacía unos días habían acudido a sus cuidados, y que la vida de una de ellas había corrido peligro; y el Sr. Jacques, cirujano partero que el redactor ha identificado como la persona designada por la inicial J declaró formalmente no haber escrito tal carta, ni al redactor del Fanal ni a nadie, y que no trató a ninguna persona pinchada.
Dijo finalmente que una dama herida al pasar por la Place des Victoires murió a resultas de esa herida y la gangrena, y no pudo dar indicación alguna sobre el nombre de la supuesta víctima, ni del médico al que supone poco instruido en sus deberes por la negligencia de no declarar hechos de tal gravedad.
El redactor del Courrier sólo fue capaz de afirmar sobre el hecho publicado en su diario la autoridad de una persona que sabía del mismo por boca de terceros. Las señas recogidas permitieron probar que la posadera, anunciada como fallecida a resultas de un pinchazo, había sucumbido a una afección pulmonar después de una larga enfermedad.
Un artículo inserto en nuestro número del día 13 ya desmintió de la manera más positiva el deceso de otra joven a resultas de un pinchazo que le habría sido realizado en un momento crítico.
L'Indépendant, en su hoja del 12, anunció que un soldado que llevaba el número 51 en su chacó había golpeado con su sable a un individuo que le habría pinchado. La indicación del número bastaba para verificar el hecho, y acreditar que ninguno de los militares que forman la legión que lleva el número 51 ha sido objeto de pinchazo alguno ni ha herido a nadie.
El joven de 14 años del que habla el Sr. Beauchêne en su carta inserta en La Quotidienne del 13 de diciembre no resultó herido en la calle sino en el domicilio donde reside. Las circunstancias de este atentado, según la instrucción hecha por el comisario de policía, y el lugar en el que fue cometido, indican suficientemente que fue a resultas de un intento de crimen en el interior de la casa, cosa completamente ajena a la que nos ocupa.
El redactor responsable de La Renomée rechazó la jurisdicción de la autoridad que le interpelaba, y declaró que en materia de diarios no creía deber responderle ni darle señas. Esta respuesta basta enunciarla para darle su justo valor.
Finalmente ayer día 12, a las seis de la tarde, una mujer que pretendía haber sido pinchada en el Pont Neuf, y cuyos gritos atrajeron a los bomberos, fue conducida a la prefectura junto con el hombre al que había designado como autor de la agresión, y se constató mediante informe del oficial de salud pública que no había sobre ella signo alguno de pinchazo.
He aquí bastante para establecer que las alarmas han sido muy exageradas; los hechos, multiplicados o desnaturalizados; y que la autoridad se apresuró a acudir a todas las señas que tenía obligación de verificar.
Por ahora estamos lejos de establecer que los ataques no hayan tenido lugar, pero sí podemos lamentar que no hayan sido acompañados de declaraciones que permitiesen ponerse sobre la pista de los culpables; de todas formas, podemos concebir el motivos que haya impedido a los padres de familia el denunciar tan molestos accidentes. Este sentimiento ha dado lugar después a consideraciones de orden público, y a declaraciones firmadas y recibidas, y a abrumar a la autoridad judicial. Los jueces de instrucción son los señores Lefevre y Grandet. Sabremos si una deplorable manía se ha apoderado de uno o varios individuos afectados por una de las aberraciones del espíritu humano, que es tan difícil de caracterizar, o si artesanos de los problemas se han amparado de un medio tan odioso para alarmar a los ciudadanos y buscar vías de actuación.
Que si nos sorprendiese que la administración no haya podido actuar sino ante denuncias legales, derivadas de hechos constatados, y que haya esperado declaraciones individuales firmadas, podemos citar como ejemplo anterior a lo que pasa hoy una ordenanza del Alcaide del Châtelet de París del 8 de enero de 1778.
En esa época, rumores alarmantes se habían apoderado de la villa; se citaba a diferentes personas como víctimas de ataques nocturnos por parte de malhechores, sin que las personas que decían haber sido objeto de los ataques compareciesen ante la justicia que pudiese llevar al Fiscal Real a perseguir a los autores.
Afirma la ordenanza citada: "Estos rumores, circulando de boca en boca, se habían acreditado hasta el punto de sembrar el pánico entre los ciudadanos de los diferentes barrios, y de inquietar a los magistrados encargados de la seguridad pública, a los cuales se reprochaba su inacción a este respecto; que se haya pretendido tacharles de disimulación y de deseo de hacer pasar esos acontecimientos como prejuicios populares etc".
La disposición de la ordenanza conmina a las personas, quienesquiera que sean, y que hayan sido insultadas, atacadas, maltratadas, a que hagan declaración ante el comisario el mismo día, so pena de ser perseguidas ellas mismas a instancia del Fiscal.
Tales eran entonces los medios de la administración. La legislación existente no da a la administración actual los medios coercitivos que se constatan en la ordenanza que citamos; no puede sino incitar de la forma más apremiante a realizar declaraciones legales, que en 1778 prescribía como deber cuya infracción era punible.
Estas declaraciones son, en efecto, un deber del ciudadano, el padre de familia, el individuo; sólo ellas pueden esclarecer a la administración, y mediante ellas puede actuar la justicia, pues ni la una ni la otra pueden actuar basándose en rumores exagerados sino en hechos reconocidos; la malevolencia intentará en vano acusar a la administración de negligencia y lentitud; no es hombre de buen juicio quien no reconozca como su primer deber e interés la represión de los delitos, sean de la naturaleza que sean
Comentarios
Ayer por la traduje parte del artículo del Moniteur, hoy lo he traducido entero.
El Moniteur es el equivalente de lo que era la Gazeta de Madrid por esas fechas: una sección era boletín oficial, y el resto eran noticias tanto del país como de fuera.
#1 :plas: :plas:
Pues siempre está bien traer un pcoo de historia
#2 Especialmente cuando vuelve a estar de actualidad.
#2 No, no está bien siempre, si se trae un poco de historia para vender propaganda de mierda con un caso que poco tiene que ver, no está bien...
Para motivar esta acusación era necesario multiplicar las quejas, citar vagamente un gran número de delitos, y presentarlos como cometidos a la vez en diversos puntos, cuando en realidad no se habían cometido en ninguno; no citar nombres, o citar nombres falsos; en fin, aumentar la alarma para justificar los artículos de denuncia.
Pero es que nada de eso pasa hoy día, con internet tienes instantáneamente acceso a las noticias, con nombres y apellidos, de Francia, Inglaterra, Bélgica o Alemania, donde están saliendo denuncias similares, con declaraciones de la policía o los médicos, con cifras de denuncias oficiales, sacar éste artículo ahora es comparar dudas razonables con conspiranoia... Estáis tratando ésto como si fuese un invento basado en nada, no entiendo muy bien porqué, porque en cuanto investigas un poco ves que ésto no se lo está inventando nadie.
Noticia de junio donde ya hablaban de cientos de denuncias:
https://www.cbsnews.com/news/nightclub-needle-spiking-reports-puzzle-european-authorities/
Ésta de Mayo:
https://www.euronews.com/culture/2022/05/12/first-the-uk-now-france-is-needle-spiking-spreading-in-european-clubs
Enero:
https://www.theguardian.com/uk-news/2022/jan/26/needle-spiking-reports-to-uk-police-exceed-1300-in-six-months
Vosotros os acabáis de enterar ahora y os parece una exageración y una moda, pero hay miles de denuncias en toda Europa desde el año pasado, y ningún país ha dicho "bueno, mira, esto es una trola, vamos a dejar de gastar millones y millones de euros en investigar ésto"
Que si, que seguramente muchos sean imbéciles haciendo un reto de tiktok y pinchando gente con un alfiler o gente que está paranoica o que quiere llamar la atención, pero ¿Cuántas de esas denuncias? ¿El 99'9%?¿El 99%? ¿El 90%?
No deja de ser curioso que haya tantos hombres diciendo que esto es una cosa de chicas histéricas, cuando nunca has tenido que preguntarte si te han echado algo en la copa o no, nunca has tenido que pasar miedo de que abusen de ti es muy fácil decir "no os preocupéis, esas miles de denuncias seguramente sean falsas", pero me parece de una falta de empatía brutal el despreciar de esa forma el miedo ajeno.
Hay literalmente millones de mujeres preguntándose qué proporción de verdad hay en ésto, y vosotros os mofais de ello, luego cuando dicen "chicas, tenemos que hacer piña" os preguntáis porqué no incluyen a los hombres... En fin, que pena...
#15 Pero es que precisamente caes en lo que señala este artículo, te basas en la prensa para justificar que ese fenómeno es real y lo que es real es que la prensa miente y manipula continuamente.
Ya pasó con lo de la burundanga, a saber cuántas miles de mujeres preocupadas por si les echaban burundanga en el cubata o se lo soplaban en la cara, cuando la realidad es que esa sustancia (que en realidad se llama escopolamina) no tiene la capacidad de anular la voluntad en absoluto, de hecho la CIA ya experimentó con ella durante la Guerra Fría para usarla contra la URSS y sus conclusiones fueron que no servía para nada, que dificultaba el control de los sujetos en vez de facilitarlo. Y anda que no había (y hay) noticias de prensa afirmando todo lo contrario.
https://www.lasdrogas.info/opiniones/burundanga-nunca-dejes-que-la-verdad-arruine-una-buena-historia/
Por otra parte, si se difunde la histeria colectiva con este fenómeno te vas a encontrar a muchas mujeres que creen haber sido víctimas del mismo cuando en realidad no lo han sido, y que van a ir a denunciarlo, o incluso algo peor (véase La Guardia Civil auxilia a un hombre al que acusaban de pinchar a varias jóvenes en el concierto de Belén Aguilera en Candás
La Guardia Civil auxilia a un hombre al que acusab...
elcomercio.esPregunta seria: ¿Hay alguna prueba de que esto de los pinchazos a mujeres para abusar de ellas mediante sumisión química es un fenómeno real y en auge, que no consista en artículos de prensa de dudosa credibilidad y/o basados en denuncias que no han podido demostrarse?
cc #5
#22 ¿De donde quieres sacar la información si no es de la prensa? ¿Me voy a Francia a preguntar por la calle?
#23 Entiendo la dificultad pero una cosa no quita la otra. Si no hay confirmación sin dudas de que esto es un fenómeno real, por prudencia creo que deberíamos mantenernos escépticos.
#26 Es que ahí es donde te equivocas, la opción prudente es considerarlo real. Cuando alguien da un aviso de bomba el protocolo indica que hay que tomarselo en serio por si acaso, esto es lo mismo, hay que tomarlo como real y que la gente esté pendiente, y así si nos equivocamos la consecuencia será que nos hemos rayado más de la cuenta, si lo damos por bulo y nos equivocamos las consecuencias pueden ser mucho mucho peores
En todo caso, tu haz lo que quieras, pero lo que si me parece demencial es la peña que se ríe de quién de quiere proteger o estar atenta o se cabrea de que la gente esté alerta, especialmente porque casi todo el mundo que hace eso son tíos que no han tenido que temer que les droguen sin su permiso en la vida y no saben lo que es.
#22 Incluso es cuestionable que la burundanga sea el nombre común de la escopolamina. La burundanga, "droga del violador" que anula la voluntad de la víctima y la convierte en sumisa y obediente, no existe.. Quién sabe de dónde vino la identificación entre una y otra; parece que de Colombia.
Recuerdo el titular "Primera condena en España por uso de burundanga". En Palma un fulano envenenó con escopolamina a su exmujer, quizás para abusar de ella. La mujer, al notar que había sido drogada, salió corriendo a buscar auxilio.
Otro caso fue un turista belga en Andalucía. Dos pilinguis, quizás influidas por la leyenda de la "droga del violador", lo mataron con escopolamina, seguramente para robarle.
Dos buenos ejemplos de por qué se debería dejar de usar la palabra.
# 1 Un placer siempre leerte
Y eso que entonces no tenian redes sociales pobladas de jovenes (y no tan jovenes) avidos de fama pasajera dispuestos a contar la historia mas rocambolesca e inverosimil si fuera necesario
Ya podían darle tanto bombo mediático a los pinchazos de las cloacas como a éstos
Michelin se hizo de oro a partir de entonces
Recordemos que estamos en pleno verano y hay que sacar noticias como sea. Terreno fertil para este tipo de modas.
Me parece muy peligroso lo que estáis haciendo de asumir que lo de los pinchazos es una especie de "histeria colectiva".
Un nuevo paso en la misoginia meneante.
#5 Es que lo es. Histeria pura y dura.
¿Recuerdas la lejía en las botellas de agua mineral allá por principios de los 90?
#5 Igual lo peligroso es que asocies pinchazos con mujeres.
#5 Los pinchazos pueden ser reales, hay mucho hijoputa suelto.
Lo que es una histeria colectiva es que estos pinchazos sean para sumisión química.
#10 si no eran reales, ahora seguramente son reales porque algunos están aprovechando en la historia colectiva. Ahora resulta muy fácil crear pánico con un pinchazo que puede ser desagradable pero sin ninguna otra consecuencia.
#5 lo peligroso es que los casos reales de pinchazos, violaciones, etcetera acaben bajo el poder mediatico de siempre y se ataque a las victimas por culpa de un par de denuncias falsas o echos que no han ocurrido. En UK se dio la misma situación durante varios meses y hubo varios arrestos debido a unos pinchazos que si se pudieron demostrar pero no eran ni el 10% de los que se denunciaron. Al final paso lo de siempre , los cuatro tertualianos de siempre y los periodicos de esa ala que todos conocemos acabaron metiendo mierda a diestro y siniestro contra las mujeres por culpa de un par de borrachos que denunciaron y no les habia pasado nada. Ahora que llega a España pues pasara lo mismo y a los que les pase de verdad no se les tomara muy enserio y se les victimizara.
https://amp.theguardian.com/uk-news/2022/jan/26/needle-spiking-reports-to-uk-police-exceed-1300-in-six-months
#5 lo conveniente sería organizar una caza de brujas, bueno de brujos. . Ya no nos acordamos de todo el bien que que hizo el empuñar antorchas.
#5 Más peligroso que dudar mientras no haya más, no pruebas, sino indicios racionales de que existe esa moda de pinchar (objeto punzante, sustancia inoculada, flagrante delito, testimonios directos consistentes, etc.) más allá de una broma de mal gusto, es llamar misógino a todo el colectivo de Menéame. ¿No te parece?
Na, no se entera nadie de nada, a mi me ha dicho Miguel Bosé que es que lo que pasa es que van metiendo vacunas con chices a la gente de forma random por si no estuvieran vacunados.
La culpa es del wasa y de los bares.
¿Comparando dos situaciones diferentes, en dos contextos diferentes, en dos épocas diferentes? (200 años lol)
#18 Busca en el diccionario lo que significa "comparar", luego vienes aquí y escribes algo útil, pichón.