El joven, que había sido trasladado a Barcelona el pasado 22 de diciembre desde el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Melilla, se encontraba pasada la medianoche en la celda con otros cinco internos también africanos, quienes alertaron a los vigilantes de que el chico estaba teniendo problemas respiratorios. Los equipos médicos que acudieron al lugar no pudieron hacer nada por su vida y el médico forense únicamente pudo certificar una “muerte súbita no violenta”, por posibles “causas cerebrales o coronarias”.
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