En este poblado a 12 kilómetros del centro de la ciudad de Madrid la tradición viste a las niñas de largo al bajarles la regla y las casa aún en edad escolar. Violeta tiene marido desde los 12 y con 18 años cría a tres hijos: "Me gustaba un chico y me casé. Todas las chicas aquí lo hacen así. Mis hijas también lo harán". Los matrimonios carecen de efectos legales pero "dejan de estudiar y ya no hay nada que hacer", explica Paco Pascual que trabaja en el asentamiento desde hace años.  
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