las obras amortiguaron la detonación, pero todo el mundo coincidía en que sonó como un disparo. Poco después de la una de la tarde de ayer, un hombre que entraba en un edificio de la calle de Muntaner a la altura de Copèrnic recibía un impacto en una pierna pero ni la propia víctima ni los operarios que trabajaban en la acera ni los paseantes alcanzaban a distinguir al tirador, estuviera en la calle o en un balcón.
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