«La vida es una enfermedad mortal de transmisión sexual». La frase esconde el fondo amargo de la situación que vive quien la pronuncia, el médico vigués Carlos Cristos, aquejado a sus cincuenta años de una enfermedad degenerativa y terminal que lo ha convertido en una persona dependiente. Pero la idea refleja también una filosofía de vida que le permite aceptar su enfermedad como algo natural y prepararse para una buena muerte sin perder la sonrisa.
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