Lo sacaron del Teatro Pavón y dijeron que lo llevaban a la temida Dirección General de Seguridad. Tres falsos policías con gabardina, como una película negra que devino en una de terror, lo condujeron a los altos de la Castellana y lo apalizaron en medio de la noche oscura. Le arrancaron el pelo lleno de brillantina a tirones, le rompieron los dientes y le hicieron beber aceite de ricino antes de dejarle inconsciente. Por marica y por rojo, le decían
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Costumbres falangistas de los patriotas de toda la vida,que quieren mantener como parte distintiva de su identidad.
Debería ser de obligada enseñanza en los colegios para que nunca más e fascismo pudiera ser blanqueado.
Gracias #0.