Cualquiera que estuviera ayer en la entrada al Charco de la Pava, pudo ver cómo los bomberos de la ciudad movían las enormes compuertas de defensa que blindan la ciudad de Sevilla de las crecidas del río Guadalquivir. Y es probable que no lo supiera, pero estaba asistiendo a un momento histórico: es la primera vez desde que se construyeron que esas planchas de acero (de más de cuatro de metros de altura y cinco toneladas de peso) tienen que cerrarse.
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