“Allí te metían en una sala de la oficina y te preguntaban qué es lo que te hacía especial. A todos nos lo preguntaban. A ver cuál era nuestro superpoder. No sé, quizá ser el único al que le habían hecho una colonoscopia en ese lugar era mi algo especial”. Esta es una de las muchas anécdotas a las que suele recurrir Dan Lyons (1960) para presentarse. Después de un cuarto de siglo dedicado al periodismo tecnológico, este veterano plumilla se vio, con 52 años, mujer y dos hijas, en la obligación de reconvertirse profesionalmente.
Comentarios
#0 Me ha parecido un artículo muy interesante, teniendo en cuenta demás el contexto actual postpandemia. El último párrafo de la entrevista es simplemente genial:
Básicamente, lo que están pidiendo ahora es que los salarios sean mejores, que haya mejores condiciones, menos estrés… Es emocionante ver esto. Y es más divertido ver cómo las empresas no están entendiendo o dicen no entender por qué la gente no vuelve al trabajo. Ellos entendían y aplicaban muy bien el concepto de 'oferta y demanda' cuando lo utilizaban para rebajar sueldos. Ahora que juega en su contra, actúan como si nunca hubieran oído hablar de ello.
Muchas gracias por compartirla!
#6 El extracto que has puesto es buenísimo. El que me parece también magistral es este otro:
Aquel entorno presuntamente tan estimulante no tardó en destaparse como un ambiente laboral caótico, gobernado por una cultura tóxica que ‘empapuzaba’ hasta las trancas a una plantilla que parecía más “una secta o una fraternidad estadounidense”. Obviamente, este periodista no tardó en sentirse completamente fuera de lugar. “Fui muy infeliz allí”, explica. “Si eras parte de ese culto casi divino y te creías lo de que estabas cambiando el mundo, tu experiencia podía ser maravillosa. Pero a mí todo aquello me parecía ridículo”.
Esto no es solo la definición de casi cualquier Startup sino la de cualquier empresa actual. Te las venden como que hacen un trabajo "muy excitante", pero la única excitación viene del caos, el sentido de secta que hay en el personal (no entiendo la manía esa de los kick-offs, las cenas de empresa, las actividades juntos, y todas esas payasadas). Eso por no hablar de los delirios de grandeza ("estamos transformando el mundo", "estamos cambiando las reglas del juego" - frases literales que he escuchado) de jefes, jefecillos y demás fauna padefa.
Es increíble la cantidad de payasadas que uno tiene que escuchar, eso por no hablar de que todos van de amiguísimos y después se lanzan unas cuchilladas feroces. A ver, que trabajemos juntos no significa que tengamos que ser superamigos. Podemos ser cordiales conocidos. En este sentido el nivel de infantilismo es supremo: o eres mi amigo o mi enemigo.
#FreeAssange
#0 opinó igual que #6
Gran subida. Gracias!
Yo he pasado por alguna que otra de esas y no vuelvo ni loco, cuando me mencionan la palabra startup me entra urticaria!!!
#34 Una cosa es ganancias (revenue) y otra beneficio (income). Hacen dinero pero a consta de gastar más de lo que ingresan [1].
WeWork se hundió antes del COVID,echaron al fundador, y se mantiene a flote porque Softbank ha metido tanta pasta que literalmente no pueden dejarla caer.
[1] https://finance.yahoo.com/quote/HUBS/financials
#37 Joder, softbank ha metido al menos siete mil millones.
#32 Ambas van de la mano. Cuando una empresa no sabe juzgar lo que son realmente beneficios y ganancias (gracias por explicarlo #37), es difícil que sepa valorar el talento o participación del personal. De ahí que se los trate como si fueran basura.
Es decir no "facturan una millonada", sino más bien que los inversores meten dinero allí a paladas y hacen más a costa de gastarlo, no de conseguir beneficios (lo que queda si restas a la facturación, los impuestos y gastos).
Las empresas que están basadas en humo es lo que tienen. Me alegro por cierto de que salieras corriendo de allí.
#FreeAssange
Una burbuja 2.0 que se resume a la perfección en una escena que Lyons tiene a bien llamar la foto de “los gilipollas de las gafas de Google”. Es una imagen de abril de 2013 en la que se ve a tres de los inversores más ricos de Silicon Valley posando con las Google Glass.
Se rió de Hubspot y ahora tiene una capitalización de cuarenta mil millones y, él mismo reconoce, "hacen un producto muy bueno".
Se ríe de las Google Glass, un producto que seguramente fuera diseñado para marcar el camino a otras empresas haciendo ver que funcionaría si usaban su sistema operativo. Y así ha sido. Hoy las versiones de otras empresas son referentes en el sector industrial y Facebook y Apple, entre otros, ya tienen sus dispositivos o a la venta o preparados para salir en un par de años.
Sobre Glass, tenemos que ver que el equipo destinado a su desarrollo era irrisorio. Ni siquiera era de Google, sino de una empresa creada por ellos para inventar locuras. Es un dispositivo con 128 MB de ram que te hacía sudar la cara en invierno de todo lo que se calentaba.
Glass Enterprise Edition 2 salió con un equipo gestor de cinco personas, para quitarse la gestión de encima fue una empresa española (StrEye) la que les llevó la gestión y la venta de dispositivos siendo la única empresa asociada en todo el mundo. Es más de un año después cuando alguien les ve futuro dentro del ecosistema Google y entonces multiplican plantilla.
Decir que Glass era una apuesta firme y seria de Google es ser muy atrevido. Quizás tuvo más publicidad de lo que esperaban, pero dudo muchísimo que nadie en Google lo tomara como un proyecto serio.
El señor es muy gracioso, y seguro que el libro es muy simpático, pero en las predicciones no ha estado muy acertado. El peluche, como dice, es hoy millonario.
Sobre las tonterías "estartaperas"... pues si ya las tenemos en España no me quiero ni imaginar en California. Afortunadamente son una minoría, adquirir el modelo de negocio no significa que adquieras los vicios de la gente que vive en los mundos de Yupi.
Además, sobre estas empresas, la tontería te puede durar hasta que necesites comer. Cuando vas a rondas de financiación lo que importa son los números, el sector y el equipo fundador. La parafernalia quizás sirva para engañar a gente y que trabaje gratis, que eso sí que he visto bastante. Hay malditos maestros en conseguir que otros trabajen gratis.
#15 Se rió de Hubspot y ahora tiene una capitalización de cuarenta mil millones y, él mismo reconoce, "hacen un producto muy bueno".
Y unas ventas de 800 millones (tardarían 50 años en vender su capitalización) e ingresos operativos negativos con pérdidas del 4% anual. Con todo eso este año ha doblado su valor en bolsa; Si no fuese una glamourosa start up con esos números hace mucho que estaría muerta y enterrada.
Tenemos una burbuja de tecnológicas que el día que explote lo vamos a flipar.
#23 Porque a los inversores no les importa la foto de hoy, les importa la tendencia.
De todas formas no creo que los datos sean exactos, he encontrado cosas dispares
https://www.macrotrends.net/stocks/charts/HUBS/hubspot/ebitda-margin
En ambos los ingresos aumentan cada año de forma consistente. También aumenta el pasivo.
#23 Sí, la economía de la especulación, basada en clics y en humo, que no tiene nada que ver con la economía real que genera servicios y productos útiles a la ciudadanía.
Esa gente de la startup gana más que el médico, el agricultor, la señora de la limpieza, el electricista, el panadero, etc., gente toda que genera servicios útiles a los ciudadanos y a la sociedad. Es más los servicios que ofrecen este tipo de startups empeoran la sociedad y hacen que el mercado sea todavía más desigual, un asco.
#FreeAssange
#15 El señor es muy gracioso, y seguro que el libro es muy simpático, pero en las predicciones no ha estado muy acertado. El peluche, como dice, es hoy millonario.
Sobre eso dice bastante más que la cita que has puesto: En Silicon Valley hay una expresión muy común y muy extendida que es "finge hasta que lo tengas". Pues ellos fingieron y les salió bien. El producto ahora es muy bueno. He conocido ‘startups’ que lo usan y me lo han confirmado. Pero eso ha cambiado mucho. Cuando yo estaba allí, hablaban de que eventualmente podrían llegar a tener un buen producto. La premisa era que ya lo lograrían y que lo harían funcionar, pero que antes de todo eso había que venderlo. Ellos lo consiguieron, pero hay muchas empresas que no.
#25 Producto tendrían, igual que tendrían métricas. Otra cosa es que fuera regulero y ahora sea perfecto.
#15 Hubspot es otra Uber o Square, una compañía que supuestamente vale billones pero pierde dinero trimestre a trimestre y vive de quemar el dinero de las rondas de financiación. WeWork también valía decenas de billones hasta unos meses antes de pinchar. La valoración de la empresas de Silicon Valley es pura especulación a día de hoy, con todas las startup pretendiendo que eventualmente van a tener mayor margen de retorno que Google.
#26 Hubspot tuvo su última ronda en 2012 y lleva en bolsa desde 2015.
Que pierda dinero depende del lugar donde mires, por ahí pongo un par de enlaces donde salen ganancias.
Wework acaba de recibir mil millones de financiación. Siendo una empresa que busca oficinas, parece normal que tenga problemas durante el covid.
https://www.crunchbase.com/organization/wework/investor_financials
Lo que dices, ocurre. Pero no son los dos mejores ejemplos. Solo que donde tú lo llamas especulación, más bien sería capital riesgo.
#15 creo que el artículo no va tanto de lo bueno o malo que es este señor en sus predicciones (él mismo se mofa de ello) si no de la peligrosa cultura empresarial tan sectaria que hay detrás en cuánto al trato a los empleados y sus condiciones de trabajo. Particularmente me ha recordado cuando recién salido de la universidad empecé en una consultora e hice entrevistas en dos o tres más. Salvando las distancias con este señor, viví ese corporativismo de cerca y aún siendo muy joven no encajé para nada ahí. Al año me ofrecieron un mini ascenso por llamarlo de alguna manera, a cambio de disponer (más) de mi vida. Salí corriendo y nunca más he optado a plazas similares. Y sí, estas empresas facturan una millonada, eso no se lo quita nadie aunque tampoco quita que, al igual que a este señor, me salga urticaria sólo de recordar ese ambiente. Gracias #0 por publicarlo y creo que me compraré el libro.
#15 El peluche ha facturado el año pasado como nunca antes y en lugar de tener menos pérdidas tubo todavía más, como nunca.
El mercado puede ser irracional mucho más tiempo que el que te permita tu dinero apostando contra él.
Esa empresa, tal y como está, no es viable económicamente. Y sólo es posible que sobreviva con tipos bajos. Ahora bien, con alta inflación no tardarán en subir tipos los bancos centrales y entonces ya hablaremos de estos zombies.
#38 ¿Tuvo tubos?
Un consejo que te puede servir para recordarlo:
tubo es con b alargada como el tubo.
tuvo es pretérito perfecto simple (pasado) de tener y como ya no se tiene, pues la v es pequeña.
Espero que te sea útil.
#FreeAssange
#56 Cosas del teclado...
#56 yo te agradezco el truco
A medio leer se "convierte" en muro de pago.
#1 Allí te metían en una sala de la oficina y te preguntaban qué es lo que te hacía especial. A todos nos lo preguntaban. A ver cuál era nuestro superpoder. No sé, quizá ser el único al que le habían hecho una colonoscopia en ese lugar era mi algo especial”. Esta es una de las muchas anécdotas a las que suele recurrir Dan Lyons (1960) para presentarse. Después de un cuarto de siglo dedicado al periodismo tecnológico, este veterano plumilla se vio, con 52 años, mujer y dos hijas, en la obligación de reconvertirse profesionalmente. Era 2013, pintaban bastos para los medios de comunicación y la dirección de la revista 'Newsweek' le fue franca: querían rejuvenecer la plantilla, porque con su sueldo pagaban el de cuatro o cinco chavales. Lyons empezó a tocar las puertas de una industria que llevaba décadas cubriendo hasta que finalmente se le abrió una de ellas. “Siempre había mirado con envidia a la gente que entrevistaba. Veía a personas corrientes que en empresas como Google hacían una fortuna”. Acabó en HubSpot, una ‘startup’ de Boston que comercializaba soluciones y herramientas de 'marketing' digital. Era una de esas empresas que aspiraban a convertirse en un unicornio, repleta de veinteañeros entregados a la causa. “Al principio me pareció una idea genial. Era demasiado adulto para hacer fortuna, pero pensé que trabajar con esa gente iba a ser tremendamente excitante”, confiesa en una videollamada.
Aquel entorno presuntamente tan estimulante no tardó en destaparse como un ambiente laboral caótico, gobernado por una cultura tóxica que ‘empapuzaba’ hasta las trancas a una plantilla que parecía más “una secta o una fraternidad estadounidense”. Obviamente, este periodista no tardó en sentirse completamente fuera de lugar. “Fui muy infeliz allí”, explica. “Si eras parte de ese culto casi divino y te creías lo de que estabas cambiando el mundo, tu experiencia podía ser maravillosa. Pero a mí todo aquello me parecía ridículo”. De aquella fatídica experiencia nació ‘ Disrupción: mi desventura en la burbuja de las startups ’, un libro que cinco años después de su lanzamiento se publica en castellano de la mano de Capitán Swing. Un relato crudo en primera persona, tan peyorativo como cómico, en el que Lyons utiliza lo que sufrió durante poco más de 12 meses en sus carnes para denunciar desde dentro los desmanes y el postureo que imperaban (y que lo siguen haciendo) en parte de la industria tecnológica, especialmente entre las empresas más tiernas. Es simple y llanamente lo que en España se dice hacer un buen traje. Todo sin perder el sentido del humor ni de la autocrítica. “El mejor libro sobre Silicon Valley”, afirmó en su día 'Los Ángeles Times'. La obra también fue ungida por la crítica del 'New York Times', que la señaló sin dudarlo como un ‘bestseller’.
Aceptó un puesto extraño. ‘Marketing fellow’. En una traducción un poco gruesa sería algo así como asistente de 'marketing'. “Creo que me dieron un título por mi edad”, comenta entre risas. No es ni el primero ni el último periodista que deja las redacciones y se pasa a lo que en el gremio se llama el ‘lado oscuro’, la comunicación o el 'marketing' corporativo. Pero el suyo tampoco era un caso más. A sus cuatro años en 'Newsweek', había que sumar una década de experiencia como analista en 'Forbes'. Además, Lyons es el hombre que estuvo detrás de la creación de ‘Fake Steve Jobs’, un blog en el que se hacía pasar por el difunto fundador de Apple y que no dejaba de lanzar pullas contra esa empresa y medio Silicon Valley, algo que le llevó a la fama cuando se descubrió que él estaba detrás. “En realidad, admiraba a Steve Jobs. Era un tío superinspirador”, dice sobre los motivos que le llevaron a escoger ese personaje. Aquella publicación se convirtió en un éxito y en un dolor de muelas para la manzana, que intentó cerrarlo a golpe de talonario, como hizo con otros proyectos similares. Este periodista siguió con la publicación hasta la muerte de Jobs y solo la interrumpió cuando este se trataba del cáncer que acabaría a la postre con su vida. ¿Con quién repetiría la jugada? "Probablemente, Elon Musk. No deja ningún vacio. No se me ocurre cómo ser más ofensivo que Elon Musk", contesta. "Bezos también sería una buena opción. Pero es más previsible. Recuerdo una vez que le hice una entrevista cuando estaba en 'Newsweek'. Y cuando me puse a transcribirla, me di cuenta de que era palabra por palabra la misma entrevista que había dado un año antes a otra revista. Era jodidamente robótico".
"Pensaban que era el padre de alguien"
Era un perro verde dentro de HubSpot. Solo había un trabajador mayor que él (no tardaron en hacerse amigos). No había ninguno de su generación. Los de 30 años eran considerados “mayores" y la edad media era de 26 años. Cuando algún ‘hubspotter’ se cruzaba con él por los pasillos, se asustaba pensando “que era el padre de alguien”. “Aún no sé a ciencia cierta en qué consistía mi trabajo. Nunca nadie me lo explicó”, comenta un sincero Lyons, que no tardó en sentirse víctima de aquel desorden. “Yo pensé que iba a dirigir todas sus publicaciones a modo de editor o asesorar al CEO en asuntos de comunicación”. Sin embargo, se vio en una sala, rodeado de jóvenes recién licenciados que "le miraban por encima del hombro", creando contenidos genéricos cómo "qué era el HTML" y subiéndolos a internet, con la esperanza de que gracias a Google alguien lo encontrase, hiciese clic y se interesase por la empresa que lo publicaba. “No lo pasé bien escribiendo aquello. Ahora sospecho que ellos lo único que querían es que yo hiciera un blog con mi firma, que trajese tráfico, sin importar de qué escribía, ganar dinero y clientes con ello”. "Les doblaba la edad. Si se cruzaban conmigo, pensaban que era el padre de alguien" Imaginen que llevan toda la vida trabajando en una silla de oficina y en su lugar se encuentran una enorme pelota hinchable en su puesto de trabajo. Esa fue la estampa de Lyons en su primer día. Estaba perdido. Si se sentaba y se caía, se reirían de él. Si pedía una silla, también. Aquella fue la primera premonición de que el desenlace no iba a ser bueno. La sede de la compañía era, según sus ojos, “como la guardería Montessori” a la que habían acudido sus hijos. Y es que HubSpot cumplía todos y cada uno de los clichés que existen en el imaginario colectivo sobre trabajar en una 'startup'. Fiestas con cervezas que se alargaban hasta las tantas en la oficina y que acababan con empleados teniendo sexo en las cabinas de las duchas, un grupo de flexiones que organizaba entrenamientos al mediodía en recepción, actividades grupales como pintar la oficina o escribir entradas para webs como la Wikipedia, excursiones para hacer equipo…
Cosas que Lyons miraba con cierto desprecio pero que fueron un excepcional trabajo de campo para su siguiente vida profesional: guionista y coproductor de la serie ‘Silicon Valley’, de HBO. Él simplemente quería terminar sus quehaceres y volver a casa. Incluso tuvo que llegar a dar explicaciones ante el mosqueo de un superior porque había hecho una limpia de contactos en Facebook para dejarlo como algo más personal, donde subir las fotos de su familia y poco más. “Todo era una diversión forzada, utilizaban siglas extrañas para todo… Joder, utilizaban palabras como 'deleite'. Vendíamos 'spam'... Hablábamos de 'e-mail marketing'. Y así un sinfín de tonterías”, cuenta. “El fundador, nuestro jefe, era un tipo que traía un osito de peluche al trabajo y decía que aquello era positivo por no sé qué razón. Yo tenía claro que eso era un disparate, pero ese tipo y su osito son multimillonarios, así que el payaso ahora soy yo”, exclama. “Todo era extremadamente gracioso y rídiculo, pero como había ese extraño culto, no encontrabas a nadie con quien reírte y desahogarte. Eso sí que fue difícil para mí. Yo soy periodista y ver todo eso delante y no poder comentarlo. Era muy duro”. PREGUNTA. Usted cuenta que se sintió completamente excluido. ¿Qué es lo que falló entonces? ¿Usted, los compañeros o la cultura de la empresa? RESPUESTA. Podía haber hecho algunas cosas mejor, pero lo único es que no encajaba bien con esa cultura de empresa. Esa es la gran razón. También creo que era por mi edad. Tenía el doble que la media. Yo no tenía ningún problema con aquello. Me recordaba a cuando empecé como periodista en una revista de informática, que iba a trabajar con jóvenes con grandes ideas y que iba a aprender muchísimo. Luego me encontré con que no me querían cerca. Había personas que tenían feudos, pequeñas partes de la empresa que habían moldeado y donde yo no tenía cabida. Me veían como una carga, como si tuviesen que cuidar de mí. P. Su empresa ganó varios premios como el mejor lugar para trabajar y en páginas de valoraciones como 'Glassdoor' tiene una nota destacada. Algunos igual ven en el libro como una venganza personal. R. [Risas] Esa es una buena pregunta. Es cierto que todo esto se basa en mi experiencia personal, pero ponerse en esas listas de los mejores lugares para trabajar es fácil. Cuando estaba allí, era parte de la rutina. Nos llegaban correos que decían que votáramos, que era importante, que era una competición para ver quién era el mejor empleador de la ciudad. Si no lo hacías, te lo recordaba tu jefe una y otra vez. En ese entorno de devoción, casi de secta, la gente acababa bombardeando esas webs con puntuaciones muy altas… ¡Y lo celebraban como una victoria legítima! Se asumió que todas hacían lo mismo y se veía como algo normal. "Me preguntaban cuál era mi superpoder. El mío, ser el único con una colonoscopia"
#2 P. Alguno habría que votase convencido, ¿no? R. Obviamente, había personas felices en esa empresa y votaban de corazón. Pero también me he encontrado, desde que saqué el libro, muchísimos ‘e-mails’ que me dan las gracias por escribir esta historia, que su experiencia fue exactamente igual. Si por alguna razón no encajabas en esa filosofía o no mostrabas la actitud que esperaban que mostraras, se decían que no eras la persona adecuada. Recuerdo especialmente el caso de una chica a la que contrataron en Recursos Humanos. Era su primer trabajo y se implicó muchísimo, ofreciéndose a hacer actividades y muchas más cosas. Cuando llevaba un mes, la llamaron a un despacho y le dijeron que no era lo suficientemente entusiasta. Su reacción fue decir que intentaría serlo más y le respondieron que no, que recogiera sus cosas y se fuese. Fue bastante humillante para ella.
P. Usted comparaba su trabajo con el de un taller de ropa antiguo donde en vez de utilizar máquinas de coser utilizaban ordenadores. ¿Es todo tan negativo? ¿No se vivía bien en una tecnológica? R. Sí y no. Si eras un ingeniero, estabas en un nivel distinto. Tenías buenas condiciones. Tenías tus propios bocadillos. Tenías una cocina diferente. Te trataban bien. Pero si miras el Departamento de Ventas, por ejemplo, la cosa cambiaba radicalmente. Tras ese nombre, lo que se escondía era un enorme centro con decenas de personas haciendo llamadas constantemente en un ambiente superruidoso. Ahí tu formación no importaba. Importaba que fueras competitivo, que hicieses una llamada tras otra sin parar. Y si no llegabas a los números, les daba igual, no les importa el contexto, te ibas fuera. Luego te vendían que estabas en aquella empresa para cumplir una misión especial, pero al final eras un número. Mi departamento se hacía llamar la ‘fábrica de contenidos’ y aquello era igual. No les importaba el contenido, les importaba el tráfico.
Un libro 'investigado' por el FBI
Cuando Lyons todavía estaba escribiendo el libro (se publicó en 2016), llegó a los oídos de sus superiores lo que andaba pergeñando. “Yo no lo estaba ocultando y creo que se asustaron de lo que podía aparecer, más allá de las bromas y las anécdotas. Pero en lugar de pedirme que les enseñase el manuscrito, que lo hubiese hecho sin problemas, intentaron obtenerlo antes de que se publicase". Esta rocambolesca historia acabó con el autor interrogado por el FBI. “Nunca me llegué a enterar bien de si intentaron ‘hackear’ mi ordenador o a la editorial, entrar en casa de alguien... Los investigadores me preguntaron si utilizaba información privilegiada. Les entregué todo y hasta ellos se sorprendieron, porque esto iba de la cultura de las ‘startups’ a través de mis historias. Vamos, que se preocuparon sin razón. Solo tenían que haber pedido verlo”.
Aunque la publicación causó cierto escándalo en los medios, el futuro de la empresa no se vio ni mucho menos comprometido. HubSpot salió a bolsa con una valoración que la dejaba al borde de convertirse en un unicornio (más de 800 millones de dólares) y la empresa tiene a día de hoy una capitalización de más de 40.000 millones en bolsa. Algo que Lyons no vio venir en 2014. P. Usted decía que aquello se sostenía en el 'marketing' y en mucho humo, que no había un producto sólido detrás. Y mire, cinco años después, la empresa es una referencia y el tipo del osito de peluche tiene más dinero que cualquiera que vaya a leer esta entrevista. R. En Silicon Valley hay una expresión muy común y muy extendida que es "finge hasta que lo tengas". Pues ellos fingieron y les salió bien. El producto ahora es muy bueno. He conocido ‘startups’ que lo usan y me lo han confirmado. Pero eso ha cambiado mucho. Cuando yo estaba allí, hablaban de que eventualmente podrían llegar a tener un buen producto. La premisa era que ya lo lograrían y que lo harían funcionar, pero que antes de todo eso había que venderlo. Ellos lo consiguieron, pero hay muchas empresas que no.
"Los gilipollas de las gafas de Google"
Ha sido testigo privilegiado de dos burbujas. La primera, la de las ‘puntocom’, que vivió desde la barrera periodística como analista en 'Forbes'. La más reciente, la que vivió desde dentro, es la de las ‘startups’. Una burbuja 2.0 que se resume a la perfección en una escena que Lyons tiene a bien llamar la foto de “los gilipollas de las gafas de Google”. Es una imagen de abril de 2013 en la que se ve a tres de los inversores más ricos de Silicon Valley posando con las Google Glass. Se trata de Marc Andreessen (cofundador de Andreessen Horowitz, un fondo de capital riesgo), Bill Maris (el jefe de la rama de inversión de Google y posteriormente de Alphabet) y Jonh Doerr (uno de los gerifaltes de Kleiner Perkins, un antiguo y reputado fondo de capital riesgo). Estaban inmortalizando el anuncio de un enorme depósito para invertir en empresas que creasen 'apps' para las gafas que iban a cambiar el mundo. Dos años después, el gigante de Mountain View echó la persiana y miles de millones de dólares se fueron por el retrete.
“A los bobos que se gastaron un montón de dinero en comprarlas se les puede perdonar por su ingenuidad, pero los tres de la foto no tienen excusa”, se puede leer en el libro. Estas personas, a las que se les pagan ingentes sumas de dinero porque supuestamente saben lo que hacen, representan, según Lyons, dos de las grandes causas que han propiciado esta nueva burbuja. La primera, tener la mano demasiado suelta en inversiones, algo que ha generado un efecto dominó y ha elevado el precio de las inversiones en todo el mundo. La segunda, gastarse miles de millones en ‘hype’ y autobombo para generar una imagen irreal, mientras entre bambalinas se fomentan prácticas nocivas que ahora se extienden a otras profesiones e industrias. P. Silicon Valley siempre nos ha vendido esa imagen de que el trabajo era divertido, con oficinas con gimnasios, comidas gratis, guarderías para que puedas conciliar, tiempo para que trabajes en el proyecto que quieras… ¿Qué hay de malo en eso? R. Lo que buscan es crear yonquis del trabajo. Es una herramienta de reclutamiento. Quieren que te quedes de 12 a 14 horas todos los días, que te vayas a casa solo a dormir, porque te brindan todo lo que necesitas en tu día a día.
El trabajo "está roto"
P. Parece que se quedó corto y en su siguiente libro, ‘ Rats Labs ’ (‘Ratas de laboratorio’), viene a augurar que “el futuro del trabajo nos va a hacer miserables” y que la tecnología tiene mucha culpa de eso. R. Me temo que el trabajo lo está copiando y avanzando más hacia un modelo de ‘gig economy’ para todas las profesiones. Si vamos a adoptar ese nuevo modelo de trabajo, necesitamos reestructurar todo nuestro sistema. Por ejemplo, en EEUU, nuestro seguro médico nos lo proporciona nuestro empleador.
P. La ‘gig economy’ siempre ha parecido cosa del chaval que reparte en Glovo, ¿debería preocuparme? R. Ya sabemos cómo la ‘gig economy’ trata a los conductores de Uber. Es algo brutal y lo hacen de una manera que hubiera sido impensable hace una generación. La cuestión es que eso se está llevando a otros ambientes. Los ingenieros en las oficinas de estas empresas están sometidos también a una presión tremenda. La situación, en algunos casos, me recuerda a la crisis de France Telecom, en que el acoso a algunos trabajadores derivó en una serie de suicidios, razón por la que se condenó a la compañía. El problema es que ese estilo de tratar a los trabajadores, algo que hace 20 años se veía como algo inhumano, se percibe como una forma normal en empresas de Silicon Valley. P. Luego nos sorprende que en la meca del trabajo ‘cuqui’ surjan sindicatos. R. Creo que el mejor ejemplo de toda esta situación es Amazon. Tienes a Jeff Bezos, que es el más rico del mundo con una cantidad absurda de dinero. Tiene una empresa que trata de forma increíblemente brutal a sus empleados de almacén y a sus repartidores. Pero de nuevo eso también se extiende en la cultura de oficina, donde muchos viven un ambiente irrespirable por muy formados que estén. Hay un problema en Silicon Valley, la tecnología ha creado una economía para los fundadores e inversores. La riqueza realmente no se distribuye de una manera razonable. Una de las historias que más me impactaron es que un matrimonio que trabajaba en la cafetería de Facebook acabó viviendo en un garaje con sus tres hijos porque no podían ni alquilar ni comprar una casa en aquella zona. Para mí, eso es un crimen y una señal de que el trabajo está roto.
P. Si el trabajo está roto… ¿Cómo lo arreglamos? ¿Cómo acabamos con la ‘uberización’ del trabajo? R. Creo que la solución ya está ocurriendo. Estamos experimentando algo que podríamos llamar ‘gran dimisión’, una acción laboral colectiva en que la gente se niega a volver a trabajar después de la pandemia. A diferencia de las huelgas del pasado, esto es algo descentralizado, con personas poco conectadas. Irónicamente, esta forma de huelga es posible gracias a internet, a la tecnología y las redes, que era lo que muchos empleadores utilizaban para explotar a los trabajadores. Básicamente, lo que están pidiendo ahora es que los salarios sean mejores, que haya mejores condiciones, menos estrés… Es emocionante ver esto. Y es más divertido ver cómo las empresas no están entendiendo o dicen no entender por qué la gente no vuelve al trabajo. Ellos entendían y aplicaban muy bien el concepto de 'oferta y demanda' cuando lo utilizaban para rebajar sueldos. Ahora que juega en su contra, actúan como si nunca hubieran oído hablar de ello.
#2 Grax.
#4 la verdad es que el formateo del comentario es un mojón, aquí se lee mejor http://web.archive.org/web/20211111043215/https://www.elconfidencial.com/tecnologia/2021-11-11/disrupcion-dan-lyons-libro-silicon-valley_3322061/
#5 Cuelgalo de #_1 o que algun@admin cambie el link (aunque no se yo si eso seria "legal" al saltase el pago)
#8 https://termbin.com/jwc6
Es un bloqueo basado en JS, si mi navegador no lo soporta, pues fin.
#5 Encima que se toma el trabajo para que otros podamos leerlo le vas a descalificar.
Y Meneme no tiene herramientas para dar formato a textos largos.
#11 soy la misma persona
#12 Sorry, es que no me suelo fijar en eso.
#12 Igual no era vuestra intención, pero esa respuesta tan tajante me ha hecho soltar una carcajada en mitad de la oficina
#17 ha sido épico
#20 #27 Es verdad, no me había percatado, pero ha tenido gracia.
#30 tranqui si despistes tenemos todos!
#17 jajaj estoy igual que bueno #11 #12
#5 También hay complementos del navegador como el "Bypass Paywalls Clean", que te permiten saltarte esa clase de bloqueos.
#2 uuffffff... no tengo cuenta caracteres en el teléfono, pero ya entiendo cual fue el principio de Tweeter.
#2 Igual al final, el descenso de la natalidad en España va a resultar positivo para encontrar trabajo más facilmente (o evitar que te echen) a partir de los 50.
#1 cual es su superpoder?
Atraigo a los gilipollas como tu
Fenomenal! Te llamaremos Magneto!
#18 Tú te agachas y yo te ... Disclaimer: estaba a wevo >.
Pero seguro que había fruta gratis.
Seamos claros, por pura estadística y probabilidad alguna empresa raruna como esas "startup" va a triunfar, pero un montón se vienen abajo y quiebran. Los inversionistas simplemente van poniendo el dinero en diversas canastas con la esperanza de que una de estas sea muy rentable y cubra los desastres de las otras canastas. Inclusive estas inversiones pueden ser aleatorias, como sucede aquí https://www.periodismo.com/2021/09/27/el-hamster-inversor-de-criptomonedas-que-le-gana-a-los-operadores-humanos/
Cansado de leer que una startup hizo a personas millonarias, pero rara vez mencionan el montón que fracasa. Se nota a leguas que mucho medio de comunicación le tratan de hacer el favor a los inversionistas mostrando mundos de hacerse millonario fácilmente.
Eso está como el mundo de la actuación, en el que muestran a los actores y actrices triunfadores, guapos, con papeles espectaculares y poseedores de mansiones... rara vez muestran al montón que tienen un papel minúsculo en una serie rara y tienen que trabajar en un McDonalds para poder pagar el alquiler, historias que no tienen finales felices tipo "La La Land".
La serie está genial, se la recomiendo a todo el mundo
#22 En ese estilo, la película "Trabajo basura" de 2012 es otra pequeña obra maestra.
Lo que dice del sábado, era una fiesta "voluntaria" de empresa.
Mítica la escena de la impresora (la puñetera nunca funcionó bien)
#36 Siempre quise ver la peli. Genial la primera es eran. Gracias!
#36 ¿Office space del año 2012?
https://www.imdb.com/title/tt0151804/
#50 Si, Office space. No recordaba el título original.
#51 Me referia a que es del 1999 peliculón de Mike Judge
> Aceptó un puesto extraño. ‘Marketing fellow’. En una traducción un poco gruesa sería algo así como asistente de 'marketing'.
Un puesto de fellow suele ser el puesto más senior posible, no un "asistente". De ahí que diga q se lo darían por la edad. Algunas startups suelen inflar los rangos sin que implique más sueldo o más responsabilidad, sólo por postureo.
#29 asistente de marketing ya existe como marketing asistant aunque aquí decimos auxiliar de marketing. Fellow marketing suena más a pollada de puesto de empresa innovadora chupiguay.
#31 para nada. Fellow se usa muchísimo en gente que siendo muy expertas en su ámbito, no quieren subir a puestos directivos sino que hieren seguir con las “manos en la masa”.
Es un puesto equivalente a director, o director senior, pero sin ser directivo.
#29 Hombre, es que estás obligado.
Yo era el "director técnico" cuando en mi trabajo éramos solo dos. Coñe, pero es que "putilla" en las tarjetas no queda igual. Ir por ahí con tarjetas donde pone "CTO" cuando eres el único da bastante vergüenza.
Otra cosa es cuando son dos programadores y uno es el director y otro es el "lead". Ahí ya parece un poco más de chiste, porque de "lead" más bien poco, si no hay más.
En general, si no hay nadie "por debajo", pues tienesque poner el máximo nombre posible. Si no hay novatos todos son "seniors".
Muy interesante el artículo, sin duda ha reflejado la realidad que se está extrapolando al mundo laboral a nivel global. Mientras lo leia, me ha recordado a la fábrica de Willy Wonka.
Pues es una entrevista interesante, la verdad.
"Mi capacidad para disparate en la cara delante de tus hijos sin sentir remordimiento alguno cuando llegue el momento"
La capacidad para motivar a mis compañeros y liderar durante los esfuerzos extraordinarios que implican las entregas.
De verdad, tenéis que leer el libro "sin noticias de Jobs". Emprendimiento del bueno.
Traducir fellow como asistente es que mi niño no tienes ni idea de inglés ni del mercado empresarial anglosajón.
El ¿80%? de startups (ahora se llaman así porque mola mas, pero antes eran "nuevas empresas" sin mas tontería) son pozos sin fondo en el que las inversiones no se recuperan nunca.
Mucha gente sólo ve como el "creador" gana una pasta y creen que no es tan mal negocio montar una empresa, pero no se dan cuenta que la cantaidad de dinero que "tiran" los inversores es tan asquerosamente alta que lo que realmente está pasando es que en realidad se está destruyendo la calidad en el trabajo a cambio de promocionar la venta de humo.
Y cuando trabajas para un vendedor de humo... tus condiciones laborales también son humo.
Cuanto tiempo hace que se sabe que en Silicon Valley no se puede vivir porque a 50Km a la redonda todo es especulación y precios desorbitados? Lo de este señor es un nuevo ejemplo de esta mierda, pero no es la primera noticia que tenemos de ello, hace años que se sabe.
#47 Se llaman start-up porque aspiran a ser empresas de crecimiento exponencial. La mayoría de empresas normales no es así. No hay carpinterías, bares o peluquerías cuyo producto estrella esté en "beta constante".
Es decir, la beta contante como filosofía de diseño de producto, las rondas de financiación como estilo de vida hasta que la empresa sea viable por si misma y el burn-rate, o velocidad a la que se gasta el dinero que los inversores le inyectan como medida de cumplimiento de objetivos.
Muchas de esas empresas terminan siendo cadáveres empresariales y dejando muchos trabaajdores en la calle, o que saltan a la siguiente startup o montan la suya para ser los próximos en intentar dar el pelotazo.