En un experimento que duró cinco años se entrenó un mono para que controlase un juego mediante un yostic. Tras mucha investigación, se consiguió interpretar los impulsos eléctricos cerebrales para que un brazo robótico imitase los movimientos de la mano del mono. Sin embargo, en la siguiente fase del experimento el mono hizo algo que haría historia... Bienvenidos al futuro que nos imaginamos.
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