Un curioso teletipo llegaba hace meses de Lisboa. El aristócrata Luiz Carlos de Noronha Cabral da Câmara, heredero de una familia de rancia genealogía, había muerto, y era hora de ejecutar su testamento. La noticia era la peculiar última voluntad del finado, que consistía en el reparto de sus bienes (dos casas, vehículos y un dinero) entre 70 personas que el hoy malogrado noble había elegido al azar en el listín telefónico cuando dictó testamento ante los alucinados empleados de una notaría hace 13 años.
|
etiquetas: finado , testamento. curiosidad