Una rubia impresionante siente en sus carnes las arremetidas de su pareja. Atada como un perro adopta un papel sumiso mientras su amante la penetra por atrás. La secuencia de este cortometraje, incluido en Cinco historias para ella, de Erika Lust, dura varios minutos. Exactamente igual que en un millón de películas porno. Y, sin embargo, ésta es distinta.
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